martes, 8 de noviembre de 2011

SUIZA - DURA DESPEDIDA

Y llegó el momento de dejar atrás uno de los países con los mejores paisajes de lagos y montañas que jamás hemos visto. Pero no sólo dejábamos atrás a Suiza, también nos despedíamos de mi hermana y de nuestra sobrinita.

Es verdad que para que haya una dura despedida, antes debe haber habido un efervescente reencuentro. Eso es lo que hay que resaltar, además de que este viaje me ha permitido pasar unos días compartiendo, junto a mis padres, los primeros días de mi hermana como mamá; y no sólo eso, sino también volver a verla junto a mi novia en dos ocasiones más. Con esto, pude disfrutar de contemplar los cambios y progresos que fue teniendo mi sobrina con el paso de las semanas.

Pero por más que uno quiera ver siempre lo bueno, no se puede ser hipócrita y no asumir que esta despedida caló hondo en toda mi persona. Es que es duro saber que se tiene una nueva integrante en la familia, y que uno la volveré a tener en sus brazos recién cuando ya haya aprendido a caminar.

Después de haberla hecho dormir en mis brazos, de haberla entretenido, y hasta hecho reír, nos dijimos adiós, y mientras se cerraban las puertas del ascensor, con Cecilia cerrábamos con fuerza nuestros ojos tratando de impedir tantas lágrimas provocadas por la despedida.

Empecé a manejar rumbo a Mónaco, y el agua de la lluvia era lo único que se escuchaba en un auto ahogado en silencio.

Fueron unos días inolvidables. Mi cuñado un fenómeno, mi hermana una dulce, mi sobrina un poema. A ellos, muchas gracias por haberme aportado esa cuota de dulzura que a todo hombre enternece.

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