jueves, 24 de noviembre de 2011

ESTADOS UNIDOS – NUEVA YORK – Parte I

Arribé a Nueva York, y por suerte no tuve ningún problema en migraciones. Es que claro, a esta altura del viaje tengo el pasaporte lleno de sellos de diversos destinos, por lo que sólo se limitaron a estampar su sello y nada más.

Al salir, me encontré con mi primo Martín que allí estaba esperándome. Qué alegría! Lo volvía a ver otra vez en el mismo año! Ni bien arranqué el viaje lo fui a ver a Miami, y ahora él, me vino a ver a mi a Nueva York, donde también tiene un amigo, Marcelo, que nos esperaba en el auto.

Marcelo, es un uruguayo neoyorkino, y junto a su mujer, nos hospedaron en su casa que se encuentra en Nueva Jersey, a tan sólo treinta o cuarenta minutos en tren de la gran manzana.

Nos subimos al auto, y empezamos a acercarnos a Manhattan. Ver esos edificios altísimos con sus luces prendidas, hacían sentirnos diminutos en la inmensidad del hormigón y el asfalto.

Cruzamos el puente de Brooklyn, y nos dirigimos a Time Square. Lugar típico de Nueva York, donde las pantallas gigantes de alta definición colgadas de los rascacielos, invaden tus sentidos, haciendo de la noche el día por la intensa luz de los comerciales que se esfuerzan por sobresalir uno del otro.


No sólo estaba en la capital del capitalismo, sino que ahora me encontraba en su corazón, en la Séptima Avenida esquina Brodway.

Los tan famosos taxis amarillos pasaban de un lado a otro, formando parte del paisaje neoyorquino.

Después de un vuelo de ocho horas, y de disfrutar de ese lugar de la ciudad, nos fuimos al apartamento de Marcelo para descansar.

Al otro día salimos a caminar por Manhatan. Fuimos a la zona cero, donde se encontraban hace ya diez años las torres gemelas. Allí cerca está Wall Street. Manifestantes se aglomeraban en una plaza para protestar contra el sistema y los recortes presupuestales. Acampan ahí, insistiendo e implorando que sus gritos sean escuchados por los altos mandos del gobierno.

Alli, comimos pizza que repartían a los que manifestaban. Y como nosotros estábamos mezclados, y apoyando sus peticiones, nos sumamos a los comensales.

Llegamos hasta el inmenso toro, ícono de Wall Street. Su significado: optimismo, agresividad y prosperidad financiera. Aunque ahora pareciera que estos significados se hayan desvanecido, el toro sigue aún de pie, y es uno de los puntos turísticos de la ciudad.


Realizamos también uno de los paseos indispensables a la hora de visitar Nueva York. Cruzamos el Puente de Brooklyn a pie. Tras pasar por el muelle 17, iniciamos nuestra larga caminata por encima del puente.

Desde allí, mientras los autos pasaban por debajo, nosotros, veíamos a lo lejos la estatua de la libertad, erguida como siempre con su brazo en alto.

Caminamos un poco por Brooklyn, y después nos tomamos un subte hasta el Central Park. Cuando salimos a la superficie, el sol ya se había ocultado pese a ser casi las cinco de la tarde. Vimos el memorial “Imagine” en honor a John Lennon. Y empezamos a recorrer el parque viendo unos personajes increíbles. Locos hay en todos lados, y el Central Park no puede ser la excepción.


Vimos un pequeño túnel donde se filmó una parte de la película “Mi pobre angelito” y comenzamos a dejar este enorme parque rodeado de inmensos edificios.

Después de pasar por Colombus Circle  nos dirigimos hacia Washington Square Park y su zona aledaña con sus bares y pubs. Me olvidaba de contarles, que en Nueva York hay una población importante de ratas, viéndolas de noche por estos parques y plazas.

Nos metimos en un pub para tomar algo y jugar al pool. Despuñes de unas horas, volvimos a Nueva Jersey, al apartamento de Marcelo.

Al otro día, aún cansados de la larga caminata del día anterior, nos limitamos a pasear un rato por el barrio llamado Newark, y conocer sus calles para nada turísticas, pero que también forman parte de la vida cotidiana del ciudadano.

De tarde, cargamos mi equipaje en el auto, y llevamos a Martín al aeropuerto pues debía volver a Miami. Yo en cambio, me hospedaría en el centro de la gran manzana.

Antes de llegar al aeropuerto, fuimos a cenar a un restaurante uruguayo en Queens. Comí después de nueve meses asado de tira y molleja. Me sentía como en el paraíso. Sé que mi familia que me esperará en Uruguay con dicho plato típico uruguayo, no les gustará demasiado que no me haya aguantado unos días más, pero el asado es irresistible.

En fin, llegamos al aeropuerto donde debí despedirme de mi primo. Son duras las despedidas. Y más aún cuando no se sabe con certeza la próxima vez que nos estrechemos en un abrazo. Fue bueno poder compartir mis primeros días en Nueva York con él.

También debo agradecerles a Marcelo y a su mujer por haberme hospedado a mi también en su casa, y por haberme llevado hasta el hostal después de haber llevado a Martín al aeropuerto. Sinceramente la pasé muy bien. Me divertí muchísimo en esos dos días que andábamos los tres deambulando por las calles de esta enorme ciudad.

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