martes, 15 de noviembre de 2011

ESPAÑA – MADRID

Y llegó la capital española, la ciudad más poblada del país, y la tercera de la Unión Europea luego de Berlín y Londres. Ciudad fundada por los musulmanes en el Siglo IX, y que luego fue tomada por los cristianos.

Madrid, la ciudad de Miguel de Cervantes, de Lope de Vega,  de Franco, de Sabina, de Serrat, y de tantas otras celebridades que han dejado su huella bien marcada en la humanidad.

Ahora, éramos Cecilia y yo, quienes jóvenes y atrevidos, invadíamos sus calles, sus tabernas y mercados para mezclarnos con los madrileños, y ver qué tanto de sus costumbres tenemos en nuestra idiosincrasia como uruguayos.

Es verdad que encontramos más cosas de italianos que de españoles dentro de nuestras costumbres, pero no podemos negar tampoco que nuestra gastronomía se parece mucho también a la de los ibéricos, y que su vestimenta más sencilla y confortable es la preferida de los uruguayos a la hora de vestirse.

En fin, llegamos al hostal, a metros de la Plaza de Tirso de Molina, nos instalamos por primera vez con Cecilia en un cuarto compartido (éramos ocho), y tras dejar nuestras pertenencias bajo llave, nos fuimos en metro hasta Plaza España, y desde allí, caminaríamos por la Gran Vía hasta la famosa Puerta de Alcalá.

Esta calle está llena de comercios con vidrieras enormes que captan la atención de quien pasa por allí. Mucha gente en sus veredas, bares y cafés con los jamones ibéricos colgados de las ventanas, y teatros formaban parte del paisaje en el cual nos veíamos inmersos.

Después de pasar por la fuente de Cibeles, por la Casa de América y por la entrada al enorme Parque del Retiro, nos topamos con la Puerta de Alcalá mientras le cantaba a Cecilia: “ahí está, ahí está, la Puerta de Alcalá”.

Luego, cansados de toda la tarde de caminata, volvimos al hostal donde cocinamos unos exquisitos tallarines con berro, queso y aceite de oliva; y después de unas copas, que en realidad fueron vasos, de vino, nos fuimos a acostar.

Al otro día fuimos a hacer el tour gratuito a pie. Es increíble, pero esta empresa tiene estos tours en más de diez ciudades de Europa, y sólo me falta realizarlos en dos. Pucha que he visitado lugares, todo gracias a muchísimas personas que me lo han hecho posible.

Este tour estuvo espectacular, paseamos por lugares  y rincones de la ciudad que escapan al turista común. Por ejemplo fuimos a un restaurante que cumplió trescientos años, teniendo aún el horno de piedra de esa época. Pero no sólo disfrutamos de los lugares que visitamos como la calle donde se encuentra la casa donde vivió sus últimos años el escritor Cervantes, sino que también disfrutamos de las anécdotas y de los cuentos que van perdurando en el tiempo, generación tras generación.

Por ejemplo aprendimos las dos historias de donde viene la tradición de las “tapas”. Una dice que un rey estaba muy enfermo y su médico le recomendó tomar asiduamente una copa de vino, y para no emborracharse, ingerir pequeñas porciones de comida. Por eso el nombre de “tapa”, para evitar la borrachera. Tal es así, que al recuperarse, este rey decretó que en cada bar donde se sirviera alcohol, se debía dar algo para comer.

La otra historia, también tiene como protagonista a un rey. Resulta que estaba tomando una copa de vino en la terraza de una taberna, cuando de repente vino una tormenta de arena, y el mozo, para que no se le llene de arena la copa, agarró lo primero que tenía a mano, y con una lonja de jamón crudo le “tapó” la copa. Pasada la tormenta el rey no sólo se tomó el vino, sino que también se comió el jamón y pidió que le sirvieran de nuevo con la “tapa” de jamón.

También aprendimos de la basta historia de la ciudad. Vimos una parte de la muralla construida por los musulmanes cuando la fundaron. También hablamos de los romanos que anduvieron por estas tierras, y de los reyes de España que han quedado en la historia por alguna anécdota en particular.

También hablamos de historia más reciente, de la dictadura de Franco y de la intención de un nuevo golpe de estado en 1981 por parte del teniente coronel Antonio Tejero.

Este tema se merece un párrafo aparte, pues este teniente irrumpió en el congreso de diputados con otros integrantes de la guardia civil, y con pistola en mano, dió la orden de que todos se tirasen al suelo. El vicepresidente del gobierno, no le hizo caso, y tras un breve forcejeo, Antonio Tejero realizó un disparo al aire seguido por una ráfaga de disparos efectuados por la guardia civil que apoyaba al fracasado dictador.

Pero lo importante de esto es que se estaba viendo por televisión abierta. Todo el mundo en sus casas podían ver lo que allí acontecía. Algunos miraban aterrados de que pudiera venir otra dictadura al país; otros veían con entusiasmo, y otros indiferentes. Luego se cortó la transmisión.

Con esa incertidumbre, aquella noche los españoles se sentían vaya uno a saber cómo. Pero fue allí, cuando el Rey Carlos I, vestido con el uniforme de Capitán General de los Ejércitos, aparece en televisión para transmitirles tranquilidad a la población, de que él apoyaba la democracia, y que no iba a permitir un golpe de estado. En ese preciso momento, finalizó este episodio que hizo que Carlos I sea una de las personas más importantes de la historia reciente de España.

Luego del tour, regresamos al hostal, no sin antes pasar por el Mercado de San Miguel. Quien conozca el Mercado del Puerto allá en Montevideo, les puedo decir que es igual, con la salvedad de que en vez de vender asado, venden jamones crudos.

Cuando llegamos al hostal, busqué en internet la dirección de la casa de un cantante que adoré durante mi adolescencia, y que ahorra de adulto, lo sigo escuchando con la misma pasión. Me refiero a Joaquín Sabina.

Resulta que vive en Relatores 22 esquina Tirso de Molina. Cuando leí la dirección me quedé perplejo, inmóvil, lento de reacciones. Es que el hostal queda en Relatores 17, en la misma calle, exactamente en frente de donde Joaquín Sabina ha escrito esas letras que tanto hemos cantado en todos estos años.


Tal vez Relatores sea la calle melancolía a la que hace referencia en aquella canción tan fascinante.

Casi sin voz, le comenté a Cecilia sobre esto, y sin dudarlo salimos para ver la puerta del edificio de donde vive.

Sabía que se encontraba en México realizando unos conciertos. Pero de todas formas quería ver, y fotografiarme en ese lugar. Vaya uno a saber por cual ventana mirará el cielo buscando inspiración. De todas formas, incrédulo, observaba cada ventana como queriendo encontrar al cantante o a alguna de sus musas inspiradoras asomados en alguna de ellas.

Por último, para despedirnos de la capital española, por la noche fuimos a una taberna para ver el tradicional baile de flamenco.

Realmente nos fascinó el ímpetu con que bailaron tres mujeres y un hombre esta danza andaluza, mientras dos guitarreaban, y otros dos cantaban. Cada uno bailó por separado, con una fuerza admirable. Taconeando, y chascando los dedos, iban desgastando las mojadas tablas del pequeño escenario con sus gotas de transpiración.

Fue un espectáculo muy recomendable, vimos algo típico además de plazas de toros y de jamones crudos. Pasamos una noche muy divertida al ritmo del flamenco.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario