miércoles, 29 de junio de 2011

EGIPTO – Día 5 – EDFU

En la entrada anterior me olvidé de contarles, que en la tarde empezamos a navegar con destino a Edfu. Pero en el trayecto, por la ciudad de Esna, debimos cruzar una esclusa, parecida al Canal de Paraná. Es un sistema muy interesante de ver. Hay como una especie de represa, y de un lado el nivel del agua está diez metros más alto. Por lo que el crucero debe entrar como a una piscina, la llenan de agua hasta igualar el nivel que hay del otro lado, abren la compuerta, y el crucero sigue sin ningún inconveniente.

Ahora sí, el quinto día en esta tierra de sueños, misterios y leyendas, despertamos en la ciudad de Edfu, donde por la mañana, yendo y viniendo en carreta, visitamos el templo que le dio nombre a la ciudad que lo rodea (Edfu), o también llamado el Templo de Horus, dios muy antiguo representado por un halcón o con un hombre con cabeza de halcón. Este templo es el mejor conservado de todo Egipto.

Muchos dirán que es más de lo mismo, pero pasar por esas puertas, tocar esas paredes, ver los jeroglíficos, hacen que cada lugar, que cada templo sea único.

Cuando estábamos por entrar, no faltaban los vendedores que nos perseguían por todos lados. Uno me pregunta de donde soy, cómo me llamo; y tras mis respuestas me perseguía diciéndome que a la vuelta pase por su puesto de venta. Cuando estaba por entrar al Templo, me pegan el grito: "Juan, para Juan!" Me doy vuelta preocupado pensando que había pasado algo, pero era el vendedor, que me pone un turbante en la cabeza y termina diciéndome: "es un obsequio por las personas que me llevarás a mi puesto número 23". Obviamente todo me lo dijo en un castellano envidiable.

Suceso aparte, que por cierto no termina aquí, entramos al templo. Con un sol que rajaba la tierra, pero siempre con un calor agradable, es decir, un calor muy fuerte, pero seco, lo que permite que al respirar, se llenen de aire los pulmones, aire caliente, pero aire al fin.

Siempre recorriendo el Templo por la escasa sombra, jugando una pulseada constante con los compañeros a ver quién ganaba un metro de refrescante predio. Claro está que muchas veces nos dejamos perder por nuestras compañeras mujeres, quedando nosotros los hombres iluminados por el potente dios Ra.

Terminada la visita, creyendo escapar del acosador vendedor, salgo mirando el piso como si el vendedor no pudiese reconocer el turbante obsequiado, cuando de repente me tocan el hombro y tras largar unas cuantas palabras sin respirar, capto la frase que a todos nos conmueve: "amigo Juan, tu me lo prometiste". Así fue como convencí a cuatro compañeros más para visitar su puesto de venta. Cuando empezamos a preguntar los precios, nos daba cifras astronómicas, imposibles de pagar por contadores sudamericanos, y pidiéndole perdón nos fuimos. Claro está, me quiso cobrar el turbante que me había regalado, con lo que se lo devolví indignado, en una actuación que bien puede valer el Oscar al actor de reparto.

Volvimos al crucero en el carro, y tras una hora de siesta, me despierto con treinta y ocho y medio de fiebre. No me cabe la menor duda que fue la maldición que me mandó el vendedor en sus tantas palabras egipcias que me iba diciendo a medida que el caballo del carro entraba en galope.

La cuestión es que no sólo pasé el resto del día con fiebre, sino que también los vómitos y la diarrea dijeron presente en esa tarde noche de Edfu, no pudiendo realizar los paseos correspondientes al resto del día.

martes, 28 de junio de 2011

EGIPTO – Día 3 y 4 – LUXOR

Llegamos a Luxor a las cinco de la mañana, y de allí en ómnibus nos dirigimos al Valle de los Reyes. En este valle se encuentra una montaña con forma de pirámide natural, por eso se eligió para enterrar a decenas de faraones en su ladera. Hasta la actualidad se han descubierto sesenta y cinco tumbas, sospechándose la existencia de muchas más.

En este valle se encuentra la tumba de Tutankamon. El ingreso a esta tumba, no estaba incluido en la entrada general, con lo que quien quisiera visitar dicha tumba tenía que pagar aparte. El guía no nos recomendaba entrar pues nos decía que era muy pequeña en comparación con las que veríamos. Pero como tampoco nos había recomendado la entrada a la pirámide de Keops, y resulta que estaba muy buena; esta vez hicimos caso omiso a su recomendación, y compramos el boleto.

Es una pena, pero no se podía sacar fotos dentro de las tumbas. Existe una multa de doscientos dólares americanos por incumplir esa regla. Obviamente no faltó el egipcio que se encargaba de controlar, que te dejaba sacar fotos por una propina. Pero desconfiando, no accedí a su propuesta.

Es increíble cómo después de más de cuatro mil años, el color de los jeroglíficos sigue allí a pesar del paso del tiempo. Cuesta creer que no se retocan de vez en cuando, es que son metros y metros de corredores llenos de escrituras coloridas.

Entramos a tres tumbas. La de Ramsés II y IX y a otra que no recuerdo. Todas espectaculares. Y por último llegó el turno para conocer la tumba de Tutankamon. Entramos, no caminamos más de veinte metros, y allí estaba, después de tanto escuchar de este niño faraón, su sarcófago. Pero lo más impactante fue que sobre un rincón, estaba en una vitrina, el propio Tutankamon momificado. Pudiendo apreciar su cabeza y sus pies. Viendo el tamaño pequeño de su cuerpo debido a su muerte prematura.


Obviamente esta foto no la saqué yo, pues como les decía, no está permitido. Pero así es la tumba de este faraón. Pensar que esta tumba, una de las más chicas de todas, tenía un valioso tesoro. Imagínense los tesoros que tendrían las otras que triplicaban su tamaño. Pero nunca lo sabremos, pues fueron todas saqueadas.

Una de las razones por las cuales es tan famosa la tumba de Tutankamon, es porque se encontró un jeroglífico que lo nombraba, y ahí se supo de su existencia. Con lo que empezaron a buscar sin tener éxito alguno. Pero después de seis años de búsqueda, se la encontró escondida bajo otra tumba. De ahí que los saqueadores nunca accedieron a ella.

Después de visitar el Valle de los Reyes, nos fuimos a ver el Templo de Hatshepsut. Dicho nombre pertenecía a una reina-faraón, que reinó entre los años 1.479 a 1.457 antes de cristo. Aún no logro comprender cómo es posible poder tocar esas paredes que fueron erguidas hace más de tres mil años.


Después fuimos al Valle de las Reinas, donde hay también muchas tumbas. Aquí tampoco se podía sacar fotos, pero les pongo una foto que no es de mi autoría para que vean lo extraordinario de las cosas que se veían dentro de las tumbas.


Como último paseo, visitamos los Colosos de Memnon. Dos estatuas gigantescas que nos hacen sentir diminutos, y cuestionarnos cómo lograron hacerlas en aquella época sin tecnología avanzada. Claro está que los egipcios tenían una técnica muy avanzada para su época logrando construir cosas increíbles para los ojos del hombre.


Luego de toda la mañana paseando, llegamos al crucero en el cual iremos visitando distintas ciudades aledañas al Río Nilo. Hicimos el check in, y tras descansar unas horas, salimos en la noche a ver un show de luces y sonido en el Templo de Karnak. Un templo con gigantescas columnas. El show estuvo muy bueno, te iban contando una historia a medida que nos íbamos adentrando en las ruinas del Templo.

Volvimos al crucero, donde dormiríamos anclados en la ciudad de Luxor, para visitar nuevamente el Templo de Karnak y otros lugares que aún no habíamos visitado.

Fue así que al otro día por la mañana fuimos otra vez al Templo de Karnak para verlo con la luz del día y apreciar toda su grandeza.

Después fuimos al Templo de Luxor, también muy impactante. Este templo se une con el de Karnak por la Avenida de Las Esfinges, que es un camino que tiene en ambos lados pequeñas esfinges durante tres kilómetros. Son más de seis mil estatuas. Muchas de las cuales están enterradas aún bajo las edificaciones de la ciudad. De a poco, están derribando las casas, y excavando para que en el futuro, toda la avenida esté descubierta en su plenitud.


Lo interesante del Templo de Luxor son dos cosas. Primero que tiene cosas con estilo griego, como por ejemplo algunas columnas, es que Alejandro Magno llegó a estas tierras en el siglo cuarto antes de Cristo. También se veía un fresco en una pared, representando la última cena, y tras este fresco deteriorado se apreciaba los típicos jeroglíficos egipcios. Es que son muchos años de historia, muchos vinieron a Egipto, como lo hizo también Napoleón Bonaparte en el siglo XVIII después de Cristo. Y este personaje se llevó a Francia uno de los dos obeliscos que se encontraban en la entrada del Templo. Hasta el día de hoy, el obelisco usurpado está en una plaza en París. Cuando vaya a esta ciudad y lo vea, sabré de dónde pertenece realmente.

Volvimos al crucero para almorzar, y para zarpar rumbo a Esna. Durante la tarde, nos bañamos en la piscina, jugamos unos trucos, y disfrutamos del paisaje que nos ofrece el Río Nilo.

Por la noche, hicimos una fiesta de disfraces muy divertida.

domingo, 26 de junio de 2011

EGIPTO - Día 2 - EL CAIRO

Después de tener uno de los mejores desayunos del viaje, nos aprontamos para el gran día. El día en que veríamos después de tanto haber estudiado y filosofado sobre su construcción y demás, las tan ansiadas pirámides de Egipto.

Mientras nos dirigíamos a estas maravillas mundiales, le preguntamos al guía que nos contara de la revolución que hubo a principio de año en este país. Con la frente en alto y el pecho inflado, símbolo de orgullo, nos contaba que los jóvenes egipcios, gracias a las redes sociales de internet, promovieron una gran movilización que fue tomando fuerza, hasta lograr movilizar a todo un país al grito de "Basta de corrupción".

Nos decía que a diferencia de lo que está pasando actualmente en Libia, el ejercito, apoyó al pueblo, respanándolo en cada momento y evitando actos de extremada violencia. Nos comentaba también que él nunca iba a votar pues sabía que los resultados estaban arreglados. Pero que ahora, en seis meses iría con toda la familia a votar por primera vez con democracia confirmada. 

Tener toda esta información de primera mano, es algo muy valioso. Se me erizaba la piel a medida que nos contaba todos los detalles de la revolución.

A medida que íbamos llegando a las pirámides, ya se dejaban ver por detrás de las casas las dunas del desierto. Es muy raro ver el Río Nilo rodeado de vegetación, y de repente el verde se transforma en amarillo.

Llegamos, y como consecuencia de la revolución que les comentaba, los cientos de miles de turistas que visitan estas maravillas, este año eligieron otros destinos, ocasionando que sólo seamos nosotros los turistas allí presentes. Sólo las pirámides y nosotros. ¿Qué más podíamos pedir?

Lejos de ahondar en la historia de las pirámides que ya todos conocemos, me limitaré a expresar las sensaciones experimentadas allí. Como por ejemplo, la felicidad sentida al pararme sobre uno de los tantos enormes bloques de la pirámide de Keops, la más grande de todas.


Los vendedores allí presentes, eran realmente insoportables. Pero entendibles de cierta manera, puesto que este año sus ingresos bajaron enormemente como causa del escaso turismo. Por lo que al vernos, se nos avalanchaban para lograr vendernos cosas. Y cuando veían difícil su objetivo, intentaban con otros recursos como el que les contaré a continuación.

Uno de los ejipcios que se encontraba con su camello, ofreció a una compañera sacarse una foto con él encima del camello. La compañera aceptó, y cuando su novio se preparaba para sacar la foto para imprimir y encuadrar, el ejipcio empezó a galopar desenfrenadamente, y cual una especie de secuestro se la llevó lejos, sintiendo la sensación de estar en el medio del desierto, pero no estaba sola, su novio tras correr como un despaborido en busca de su amada, ya se encontraba a los pies del camello. Pero el egipcio les exigió una determinada cantidad de dinero, sino no la bajaba. Después de pagar el rescate, volvieron a donde estábamos todos y denunciar el hecho con nuestros guías. La policiía nunca volvió a ver al chanta del camello, quien debe de seguir haciendo de las suyas allá en las pirámides.

Otro suceso fue que a otro compañero, le sacaron dinero de la riñonera mientras intentaban venderle un turbante, y así tras estos hechos, hicieron que cada vez que alguien se me acercara, le ladraba como un perro rabioso, y lograba espantarlos. Pero todo esto no opacó mi felicidad de estar allí, inmerso entre más de cinco mil años de historia.

Seguimos a otra pirámide, a la de Kefrén. Aquí ya no habían ni vendedores. Completamente sólos empezamos a sacarnos fotos. Aparecían policías que te aconsejaban sacarte fotos en lugares estratégicos, a cambio de alguna propina, pero no tendrían suerte con los contadores uruguayos. 

Esta es a mi entender la pirámide más linda de todas, tal vez porque aún conserva en la punta el reboque que en un principio revestía a todas en su totalidad, no lo sé, pero aquí me quedé varios minutos contemplándola y admirándola con los ojos empapados de emoción.



Después fuimos a la pirámide más chica de las tres, la llamada Micerino. Aquí decidimos entrar con un amigo para ver cómo eran las pirámides por dentro. Fuimos los únicos del grupo en ingresar en ésta. Debimos entrar agachados, bajando por un túnel de unos cincuenta metros, donde se encontraba una especie de pulmón donde pudimos pararnos rectamente, y luego seguimos agachados hasta donde se enconraba un sarcófago.

Se preguntarán el por qué no entramos a la pirámide más grande. La razón es porque nuestro guía no nos recomendaba gastar dinero en entrar allí. Que no había más que un tunel. Pero sí nos recomendó la más chica, no sólo porque su entrada era más barata, sino porque al menos veríamos un sarcófago. Obviamente que muchos entraron a la pirámide grande, y les encantó.

Luego fuimos a un punto panorámico donde poder contemplar las tres Pirámides de Guiza. Desde allí, la pirámide de Kefrén parece ser la más alta, pero sólo es porque se construyó a un nivel superior que la de Keops.



Por último fuimos a ver a la Esfinge, construída en una sóla piedra, revestida de bloques que la hacían tener mejor definición en sus formas. A la pobre Esfinge se le notan el paso de los siglos. Ya sin nariz, y con muchas de sus paredes totalmente deterioradas, ha sido fiel guardián y testigo de las invasiones sufridas a lo largo de los miles de años de historia.



De aquí nos fuimos a la primera capital de Egipto, Memphis. Fundada alrededor del tres mil cincuenta antes de cristo. Aquí vimos grandes monumentos del faraón Ramsés II. De camino a este lugar nos encontramos con una manifestación que hizo que nos desviáramos un poco del camino original. Pero aquí descubrimos el por qué de la presencia de un hombre de negro en cada ómnibus. Resulta que son policías que tienen una metralleta automática en su espalda. Están sólo para cuidarnos de atentados terroristas. Y se los vió muy nerviosos tras la manifestación que cortaba el camino.

Después de Memphis, fuimos a Sakkara donde se encuentra la primer estructura de piedra más antigua de Egipto y del mundo. Esta estructura es la pirámide escalonada. Allí continuábamos siendo los únicos turistas osados de pisar tierras egipcias. A ésta pirámide la estában restaurando, perdiendo un poco el encanto de ver sus piedras intactas.



Para finalizar el día, fuimos a un lugar donde nos explicaron cómo se hace el papiro, y después fuimos a la estación de tren, desde donde nos tomaríamos precisamente un tren rumbo a la milenaria ciudad de Luxor. Este viaje nos llevaría toda la noche, por lo que dormiríamos en unos pequeños pero confortables camarotes.



Disculpen lo extenso de esta entrada, pero en este segundo día en Egipto conocimos cosas que toda la vida soñamos con poder conocer, y no quería dejar escapar detalle alguno.

LLEGADA A EGIPTO

Después de mucho tiempo, dejamos atrás el continente de Asia. Muchos destinos, muchas anécdotas y vivencias que jamás olvidaré.

Si bien es cierto que volveremos a pisar este continente cuando visitemos Jordania e Israel, ya me puedo ir despidiendo de manera adelantada de este gran continente.

Este viaje de Ciencias Económicas me ha permitido conocer esas tierras que jamás pensaba tener la oportunidad de visitar. Pero la Facultad, junto a mucha gente que me ayudó, hicieron posible que me alimentara y me siga alimentando de tantas culturas y diversas costumbres que hacen que muchos pensamientos y prejuicios cambien por completo.

Ahora en tierras africanas, en realidad en el único país de Africa que visitaremos como es Egipto, escribo mientras el crucero en el que me encuentro, navega por las profundas aguas del Río Nilo.

La llegada a este país de las pirámides, de los faraones, se hizo desear un poco, puesto que de Dubai debimos hacer varias horas de escala en Jordania. Pero llegamos al Cairo a mitad de tarde. Del aeropuerto, en ómnibus, nos dirigimos al hotel que compone una famosa cadena internacional como es el Hilton.

Mucho tráfico ocasionaron más de una hora y media de trayecto, pero después de hacer el check in, aprovechamos para descansar en las confortables camas. Tal es así, que dormimos desde las siete de la tarde hasta el otro día.

Bienvenidos a todos a uno de los destinos más esperados del viaje. Bienvenidos a Egipto.

jueves, 23 de junio de 2011

EMIRATOS – Día 3 y 4 – DUBAI


Este día la pasé muy tranquilo pues debía hacer reposo para evitar grandes esfuerzos que me implicaran dolor. Como consecuencia de esto me perdí el city tour por Dubai, no pudiendo conocer los edificios característicos de la ciudad como el hotel de siete estrellas que se parece a la torre de las comunicaciones de Montevideo. Esto me ofuscó bastante puesto que si quería ir a esa zona de la ciudad debía pagar un disparate de taxi. Considero que estar en Dubai y no conocer ese edificio, es como ir a Paris y no conocer el Arco de Triunfo. No conforme con esto, me perdería también otro paseo.

Mientras yo contrataba internet en el hotel, el resto del grupo abordaba unas 4x4 para ir a “surfear”  las enormes dunas del desierto; y no sólo eso, sino que se quedarían una noche durmiendo en las dunas con las estrellas como techo. Mi consuelo fue saber que de todas formas Dubai ya se encuentra en el medio del desierto, pero ese consuelo no era muy consistente como para subirme el ánimo. Pero siempre tratando de ver las cosas positivas, pensaba que sólo era un paseo de los tantos que he realizado y de los que me quedan por realizar, que por respeto a la mayoría de ustedes los lectores que están trabajando en su ciudad, no podía tener el atrevimiento de quejarme.

Valiendo el ocio, aproveché para actualizar el blog, hablar con la familia y amigos, y empaparme de las noticias de Uruguay y del mundo.

Y así, con mis pupilas fijas en el monitor, me fui a dormir después de haberme tomado más de cinco litros de agua durante todo el día, esperando expulsar la piedra que tanto dolor me ocasionó.

El último día en Emiratos, mandé una encomienda para alivianar a la Abanderada (mi mochila). Mandé los regalos como souvenires, adornos, ropa y ropa mía que ya no usaba. No fue un envío barato, pero necesitaba hacerlo puesto que en los últimos vuelos iba hasta con bolsas de supermercado en la mano porque ya no me entraba más cosas en la mochila grande, ni en la mochila chica, ni en el morral.

Luego de ir al correo, volví al hotel, dormí una siesta, y después fui en solitario a un mercado para conseguir la banderita de Emiratos Árabes para cocérsela a la Abanderada. Al regreso, cocí un par de banderas, quedando mi mochila cada vez más linda.

Con un poco de dolor, con la piedra invadiendo mi cuerpo, me fui a dormir, pues de madrugada ya nos iríamos al aeropuerto para volar con destino a El Cairo, Egipto, previa escala de unas horas en Amman, Jordania desde donde escribo estas líneas.

PASO LA PIEDRA Y NO LA RECIBO


Eran las diez de la noche y me encontraba conduciendo de Abu Dhabi a Dubai luego de un hermoso día en la capital de Emiratos Árabes.

Faltando algo más de sesenta kilómetros, una puntada abdominal, que venía sintiendo de manera muy leve durante el día, ahora se intensificaba muchísimo. Tanto que el dolor era muy intenso del ombligo, hacia el lado derecho dando la vuelta hasta la mitad de la espalda. No encontraba posición que me ayudara a disminuir el malestar.

Fue después de unos minutos, que el dolor se hizo insoportable, pidiéndoles a mis amigas que debía parar y darle el volante a alguna porque no aguantaba más. Paramos en una estación de servicio, caminé un poco, pero el dolor seguía latente.

Sentado en el asiento del acompañante con el respaldo casi horizontal, me retorcía de dolor, no pasaba más de un minuto en una misma posición que ya me movía para buscar disminuir el sufrimiento.

Empecé a concentrarme y a respirar profundo para evitar que mis amigas se pongan nerviosas. Por momentos no hablaba como queriendo entrar en un estado de meditación para lograr reducir el dolor. Cuando empezamos a ver los enormes rascacielos de Dubai, mi ansiedad empezó a recorrer mi cuerpo, y con ella el dolor comenzó nuevamente a golpear con toda su fuerza.

No teníamos GPS, con lo que no sabíamos con exactitud dónde quedaba el hotel. Nos perdimos, pero en un momento, ubiqué un lugar por donde habíamos pasado en el ómnibus cuando nos llevó del aeropuerto hacia el hotel. Memoria visual le dicen, y vaya si la tengo, que llegamos en seguida. Los otros autos demoraron más de dos horas en encontrar el hotel.

Entré corriendo a la habitación, mientras llamaban a la doctora del grupo, y otros llamaban a la asistencia médica del seguro que contratamos.

Tirado en la cama, apretando las sábanas con toda mi fuerza, intentaba aguantar el dolor. Tras unos controles, la doctora me dice que puede ser apendicitis, o un cólico nefrítico. Ante mi sufrimiento, me da de manera inmediata una inyección para disminuir el dolor.

Cinco minutos después, con las manos, los pies y los labios entumecidos, me subo a un taxi rumbo al hospital que indicó la aseguradora. Me acompañaron la doctora, Santiago y Carlos (el profesor acompañante). Al llegar a la emergencia, no me querían atender porque todavía no se había comunicado la aseguradora. Diez minutos después, ya con el medicamento haciendo efecto en mi organismo, más tranquilo, me atendieron, me acostaron en una camilla con sabanas calientes, y me pusieron una vía para pasar suero y otros medicamentos.

Un doctor joven americano me dice que con seguridad me tenga que operar por la mañana de apendicitis, pero que me iban a hacer unos estudios para verificar el diagnóstico.

Previo a realizarme una resonancia magnética, me realizan un examen de orina, y allí cabía la posibilidad de tener una piedra en mi cuerpo.

Tras la resonancia magnética, descubren que una piedra de tres milímetros es la responsable de haberme ocasionado el dolor más fuerte que he sufrido en mi vida.


Luego de estar algo más de dos horas internado, me dan de alta. Cuando voy a pedir las recetas para los medicamentos, no me dejaban ir, porque alguien tenía que pagar mi internación. Unos 1.633 dólares americanos era la cifra adeudada. Llamo al seguro para que resuelvan el asunto, que estaba cansado y me quería ir a descansar al hotel.

Pese a la promesa de resolver el tema a la brevedad, estuve junto a mis acompañantes, casi tres horas esperando en la sala de espera, durmiendo en el piso.


La cuestión fue que el hospital no acepta depósitos, ni tarjetas de crédito, con lo que debía ir alguien personalmente para efectuar el pago en efectivo. Este alguien, era un médico local representante de la aseguradora internacional, que no sé de dónde venía, pero demoró muchísimo tiempo en aparecer.

Amaneciendo en Dubai, llegó esta persona, y después de haberle protestado violentamente a cada telefonista que me atendía de la aseguradora, me hice de los medicamentos, y volvimos, al fin, al hotel.

Ahora me encuentro mejor, pero con cierta molestia. Tomando mucha agua y esperando orinar la piedra para pasarla, y nunca más recibirla.

EMIRATOS - Día 2 - ABU DHABI

El segundo día en el país del oro negro, el grupo se iba en excursión para la capital Abu Dhabi. Pero yo, cuando empecé a recortar el presupuesto, había descartado este paseo. Por lo que esa mañana me levanté faltando media hora para que cerrara el desayuno. No quedaban muchos compañeros en el hotel, pues la mayoría se había ido en la excursión. 

Estaba sólo desayunando, y viene un compañero y me dice que alquilaron unos autos para ir a Abu Dhabi. Tras la invitación, deboré la tostada, y salimos a buscar los autos. Éramos cuatro grupos de cinco personas cada uno. Yo iba con cuatro amigas en un Nissan Tiida, contento de poder conocer la capital, gastando menos de la mitad de lo que salía la excursión con el grupo.

Ciento cincuenta kilómetros por una ruta espectacular en medio del desierto eran los que nos separaba del destino. De más está decir que llenar el tanque no dolió en absoluto, puesto que el litro de nafta cuesta tan sólo siete pesos uruguayos.

Llegamos a la ciudad y fuimos a un shopping a almorzar. Allí conseguimos un mapa, pues no teníamos GPS, y fuimos a visitar una mezquita que nos dejó sin aliento. Es que no me cabe la menor duda que en doscientos años, va a ser como el Taj Mahal. Es que el lujo exajerado y la grandeza del lugar es algo que sólo un país con petróleo puede hacer.

Llegamos, y sin salir del asombro, entramos. Nos llama una persona de seguridad, y nos dice que debemos cambiarnos, pues íbamos muy destapados. Pero ellos nos daban la ropa. Las mujeres de negro, los hombres de blanco. En unos minutos estábamos disfrazados de árabes.


Marmol blanco con decoraciones en piedras preciosas y un diseño tan minucioso que no parábamos de maravillarnos. Duraron un poco más de un año para construída, y lograron semejante belleza.


Luego de aquí, fuimos a pasear por el centro de la ciudad, y terminamos el día en la playa. Nunca me había bañado en un agua tan caliente, salvo en las termas. Ver a las mujeres en la playa tapadas, y todavía de negro, era algo muy extraño. Qué pensarían de nuestras amigas que estaban de bickini. El agua aparte de caliente, estaba transparente y muy salada. Aquí nos qudamos viendo el atardecer. Y cuando empezó a ocultarse el sol, la policía obliga a salir del agua a todos. Pues la puesta de sol es sagrada y está prohibído estar en el agua.


Después de secarnos, emprendimos regreso a Dubai, donde otra historia comenzó...

miércoles, 22 de junio de 2011

LLEGADA A EMIRATOS

Llegamos a Dubai pasada la media tarde, con un calor increíble. Si pensábamos que en India hacía mucho calor, es porque no conocíamos la temperatura de esta ciudad en esta fecha. Casi cincuenta grados celcius. Transpirábamos con el sólo hecho de tener contacto con el aire húmedo.

Dubai está literalmente en el medio del desierto. Sólo se ve arena y grandes rascacielos. Nuestro hotel, un poco alejado del centro, tenía una vista panorámica de los principales edificios de la ciudad, entre los que se encuentra el más alto del mundo (Burj Khalifa) con ochocientos veiniocho metros de altura. Al rededor del hotel, arena y más arena. Es cómico ver el jardin del hotel con flores y plantas plantadas en el medio del desierto regándolas permanentemente para que no pierdan color.


Es tanto el calor, que todos tienen autos con aire acondicionado. No se ve gente caminando, por eso no existen veredas, sólo grandes autopistas.

Pese a caer el sol, el calor no disminuía. Después de instalarnos en el hotel, decidimos ir a un shopping que queda a una cuadra del edificio más alto. Obviamente fuimos en taxi, al llegar y tener ese choque de frío calor, el lente de la camara de fotos se empañaba.

El shopping enorme, te perdías adentro. De noche, se hace un show de luces y agua en un lago artificial con el alto edificio de fondo. Fue muy emotivo el show, realmente me emocioné de ver tanta belleza y de saber en el lugar del mundo en el que me encontraba.

Cené en la plaza de comidas, y volví al hotel. La primera impresión de Dubai había llenado plenamente mis expectativas.

martes, 21 de junio de 2011

INDIA – Día 6 y 7 – DELHI

De Agra nos fuimos en ómnibus hasta Delhi, capital de India. Llegamos después del mediodía, por lo que con unos amigos salimos a almorzar y a recorrer la zona aledaña al hotel. Fuimos a una calle donde venden pañuelos y pashminas, y en determinado momento nos vimos sentados revolviendo telas cual si fuéramos verdaderos conocedores de tales materiales.


Después de realizar regateos y compras para regalos, nos fuimos al hotel a jugar unos trucos y conversar y descansar.

El último día de estadía en estas tierras, realizamos un city tour por la capital, visitando la mezquita más antigua de India, el templo de la flor de loto, una tumba muy parecida al Taj Mahal, y por último, fuimos a donde están los restos de la persona responsable de constituir la independencia de India: Mahatma Ghandi. Vaya que en ese momento me vino a la cabeza años de historia. Cosas que iba recordando a medida que veía fotos y leía recortes de diario en el museo de este señor que es querido y también odiado.

Esto de odiado, realmente no lo sabía. Pero muchos condenan  a Mahatma Ghandi de haber promocionado la separación entre Pakistán e India; sin antes haber agotado todos los recursos para lograr una armonía entre culturas y religiones.


En cada país existe un héroe, y cada héroe siempre tiene sus críticas. Pero lo importante es ver su misión en forma macro y no entrar en demasiado detalle donde uno siempre encuentra fisuras de una ideología que ayudó a todo un pueblo a romper, de manera totalmente pacífica, los lazos con sus colonizadores.

Volvimos al hotel, y al otro día pasaríamos la hoja, y atrás quedaría otro destino para volar hacia uno nuevo, esta vez, Emiratos Árabes.

NOCHE OSCURA

Muchos mails he recibido de preocupación por una entrada anterior que contaba que me volvía a sentir, después de la evacuación por alerta de trsunami de mediados de Marzo, muy lejos de casa.

Para contarles brevemente les citaré algunas palabras con las que me despedí de mi trabajo de Ejecutivo durante los preparativos del viaje: "trabajar como ejecutivo del grupo, me permitió, entre tantas cosas, conocer gente maravillosa con quienes querer compartir el sueño de viajar, pero también me permitió conocer gente con la cual no me gustaría compartir mi sueño...", la cuestión es que aquella noche en Agra me encontré con esta gente prepotente; que exige, pero nunca da nada para el grupo; que no valora el trabajo de los que sí nos importa realmente el grupo de viaje.

Me catalogaron de muchas formas, me juzgaron, como si tuviesen derecho a hacerlo, olvidándose que yo estoy de ejecutivo de viaje porque así lo pidió la mayoría y lo hago gratuitamente, pidiendo sólo respeto como forma de pago.

La cuestión es que se sucedieron determinadas faltas de disciplina por parte de algunos compañeros, y en conjunto con el profesor acompañante, decidimos que no fueron situaciones graves como para aplicar una sanción, pero advertimos que a partir de ese momento, por más leve que fuera una nueva actitud contraria a la imagen del grupo, sería sancionada.

Pero estas personas prepotentes me acusaron de amiguismo, de no haber sancionado al compañero porque es amigo, pero si de una virtud me jacto, es de saber muy bien separar roles. Por más amigo que fuese, en el viaje también soy el ejecutivo, y no decido las cosas por capricho, sino que tengo un reglamento que me respalda, y el profesor que me apoya. Un ejemplo muy claro es que en Uruguay trabajaba con mi tío. Pero cuando entraba a la oficina, dejaba de ser mi tío para ser mi jefe. Y nunca entreveré los roles.

Me sentí defraudado por muchos, por su falta de confianza. Y me sentí dolido por algunos pocos que parecen preferir estar pendientes de cosas que generan conflicto, chusmerío y discusión en vez de disfrutar del Taj Mahal, las pirámides, y del viaje en general.

Pero bueno, todo sirve para crecer y aprender que en la vida nos vamos a cruzar más de una vez con este tipo de personajes. El quiz de la cuestión es saber cómo afrontarlos, y hacerles ver que con su prepotencia y su falta de respeto solos quedarán con su veneno fatal.

INDIA – Día 5 – AGRA

Otro de los días más esperados del viaje fue este quinto día en estas tierras indias. Es que en esta ciudad de Agra, visitaríamos uno de los mausoleos más famosos y una de las siete maravillas del mundo.

El Taj Mahal, considerado el símbolo universal del amor, fue construido en el Siglo XVI por el Emperador Shahjehan para albergar los restos de su amada Mumtaz Mahal madre de sus catorce hijos. Está construido en mármol blanco, tan puro, que si iluminamos un lado de la pared con una linterna, la luz pasa para el otro lado. Decorado también con piedras semipreciosas.

Está todo construido de forma simétrica. Por ejemplo, a la izquierda del Taj Mahal, hay una mezquita que se debió construir porque los obreros destinaban muchas horas en rezar, por lo que el emperador decidió construir una mezquita para que no se perdiera tiempo. Pero obviamente esta mezquita es impresionante, acorde a la hermosura del edificio principal del Taj Mahal. Pero a lo que quería llegar, es que como todo debía ser simétrico, se tuvo que construir del lado derecho un edificio igual a la mezquita. Pero claro, es sólo un edificio, ya que su puerta no está orientada en la dirección correcta que debe tener toda mezquita.

Lo único que no está simétrico, es la tumba del emperador, pues él pidió que cuando muera, se lo entierre junto al amor de su vida. Entonces no está simétrico porque la tumba de la reina está exactamente en el medio de la sala principal, quedando sobre un costado la tumba del emperador.

La emoción al caminar admirando esta maravilla es algo muy difícil de plasmar con simples palabras. Pero creanmé que la felicidad era inmensa y constante con cada paso. Nos quedamos dos horas contemplando semejante belleza y aprendiendo muchísimo sobre la historia de esta construcción.


Una de las cosas más impactantes fue saber, que el emperador, no satisfecho con lo que había construido, quiso hacer del otro lado del río una construcción igual, pero de mármol negro, lo que le costaría muchísimo dinero. Por eso uno de sus hijos, al ver que su padre gastaba mucho, y que él podría no llegar a heredar nada, encarceló a su propio padre en el denominado Fuerte Rojo. Aquí iríamos después del almuerzo.


El Fuerte era realmente impactante. Sus muros, su diseño. Pero lo que más queríamos ver era el lugar donde estuvo preso el propio emperador. La celda, en realidad no era una celda, no tenía rejas. Dice la historia que sólo había guardias que impedían se escape del cautiverio. La celda era una enorme habitación de mármol, con diseños parecidos a los vistos en el Taj Mahal, y desde su terraza se observaba con claridad las cúpulas blancas de la tumba de la reina.

Por eso se dice que el emperador pasó preso sus últimos ocho años de vida contemplando desde lo lejos, la tumba de su amada.

Luego de visitar estos dos lugares emblemáticos, tuvimos el resto de la tarde libre para disfrutar del lujoso hotel.

domingo, 19 de junio de 2011

INDIA – Día 3 y 4 – JAIPUR

A la ida a Delhi no le encuentro demasiado sentido, pues nos quedamos menos de veinticuatro horas, ya que el tercer día en este país, nos levantamos temprano para irnos en ómnibus a Jaipur. Este viaje duró unas seis horas. Lo mejor hubiese sido irnos a Jaipur en avión directo de Varanasi, y no pasar por Delhi. Pero todo tiene una explicación, así que me imagino que si así lo hicimos, por algo fue.

En Jaipur, capital de uno de los veintiocho estados indios, se encuentra un gran observatorio construido en el Siglo XVII y una enorme fortaleza del Imperio Rajpud.

Al llegar al hermoso hotel, agobiados de tanto calor, pasamos un rato en la piscina para luego comenzar con el city tour. El primer lugar a donde fuimos, fue el observatorio, donde es increíble cómo en aquella época lograron hacer grandes instrumentos para ver según las sombras y la luz del sol, no sólo la hora, sino también los signos del zodíaco en el cual nos encontramos. Por ejemplo ahora uno de los instrumentos informaba que estamos en el período de Géminis.

De aquí fuimos a un museo que contiene una gran colección de antigüedades de los antiguos Mahrajás (Reyes), a esta altura ya saben lo que opino de los museos, por lo que me dediqué más a observar la vestimenta de los empleados del museo que las propias antigüedades.


Luego nos fuimos al mercado ubicado en una sucia y bulliciosa calle. Ahí los vendedores te esperan en la vereda, y te invitan a que pases y mires su tienda. Por la calle también se ve a vendedores de frutas y verduras y vacas que ya pasan a ser un ciudadano más.

Volvimos al hotel, cenamos, y nos fuimos a acostar luego de una jornada de bastante calor.

El cuarto día, amanecimos en Jaipur, hicimos el check out del hotel, y emprendimos viaje rumbo a Agra, donde se encuentra una de las siete maravillas del mundo, el Taj Mahal. Pero este viaje nos llevaría aproximadamente cinco horas, con lo que para hacerlo más ameno, iríamos visitando distintos lugares y atracciones turísticas.

Cerca de Jaipur, paramos los ómnibus al costado de la ruta, y en jeeps, subimos hasta la Fortaleza de Amber. Ver cómo sus murallas se incrustan por la cima de las montañas, me recordaba mi pasaje por la Gran Muralla China.


La Fortaleza es enorme; con una arquitectura y un detalle en sus diseños impactantes. Después de una o dos horas, bajamos nuevamente hasta los ómnibus y seguimos viaje.

Poco antes de llegar a Agra, nos detuvimos en Fatehpur Sikri, ciudad construida en el año 1569 y abandonada años después por falta de agua. Es lindo ver como conservan estas construcciones antiquísimas, logrando no perder detalle ni belleza.


Finalmente, en horas de la tardecita, llegamos a Agra. El hotel en donde nos hospedamos, es el hotel más grande de todo el viaje. Un hotel de cinco estrellas demasiado lujoso para mi gusto. Pero cómo se disfruta de esas camas y almohadas tan cómodas!

Esta primer noche, coincidimos con los compañeros del grupo A (recuerden yo estoy en el grupo B) con los cuales nos habíamos separado en Bangkok, Tailandia. Fue lindo reencontrarse con ellos, pero también tuve un sabor amargo, que hizo que esta noche no la disfrutara como esperaba, y pasó a ser una de las peores noches del viaje junto con aquella noche de Hawai donde debimos evacuar el hostal por la alerta de tsunami.

Luego, tal vez, les cuente con detalle por qué en esa noche deseé estar en casa con la gente que amo.

INDIA – Día 2 – VARANASI

Este día fue uno de los más esperados. Es que visitaríamos el Río Ganges. Nos levantamos de madrugada, y a las cinco de la mañana ya estábamos en el río. Es que hay una tradición hindú que dice que llegar antes de que salga el sol te purifica mejor el cuerpo y el alma.

El ómnibus nos dejó a unas cuadras del río, y empezamos a caminar por las calles y callejuelas rodeados de vacas e hindúes que peregrinaban rumbo al Ganges. Por estas calles nos sorprendió la cantidad de gente durmiendo tiradas en el piso acompañadas de vacas o cabras.

Pese a la hora, el calor se hacía sentir. A medida que avanzábamos, la cantidad de personas avanzaba. Y nosotros con nuestras miradas atónitas disfrutábamos de estar en ese lugar tan sagrado y con tanta historia.

Al llegar a la orilla, ya podíamos ver a los devotos llevar las cenizas de sus muertos en una especie de recipiente para ser depositadas en el río. Otros, se bañaban y refrescaban en su contaminada agua. Unos metros más alejados, cremaban cuerpos para luego tirar también sus cenizas en esas aguas. No todos los muertos se creman, los niños por ejemplo, se les ata una piedra, y se los tira al río, razón por la cual muchas veces se ven pequeños cuerpos flotando en la superficie. También, a las vacas que se mueren, las tiran al río. Por eso hay tanta contaminación en sus aguas. De todas formas pensé que iba a estar mucho más contaminado, y que el olor iba a ser insoportable.

Nos subimos en unos botes, y empezamos a navegar por el Río Ganges. A lo largo de la orilla hay lo que se llama Ghats de Cremaciones y los Ghats de Ablución que es justamente donde los peregrinos realizan sus ofrendas. Al desembarcar fui a un Ghats de Ablución muy concurrido para pecharme con los hindúes. De más está decir que, un silencio y un inmenso respeto invadía mi cuerpo. Es que no quería que sintieran que un turista invadía sus rituales. Logré cruzar miradas e inclinar mi cabeza como forma de saludo y respeto, obteniendo lo mismo de esos hombres y mujeres que se aposentaban en la orilla.


También vimos lavanderos lavando sábanas y túnicas en estas sucias aguas. Así como a una occidental meditando y muchos otros locales haciendo yoga.

Fue una gran experiencia la visita al Río Ganges. Ver tantas personas con esas creencias y tradiciones tan distintas a las nuestras, hacen abrir mucho la cabeza, permitiendo no caer en la decadencia de pensar que la modernidad y la globalización sea un objetivo óptimo a alcanzar, sino que los conceptos de familia, tradición y tolerancia deben seguir latentes en toda sociedad.

Terminada esta visita, volvimos al hotel, desayunamos, y nos fuimos al aeropuerto para dirigirnos a Nueva Delhi, capital de India.

Al llegar, pudimos ver la notoria diferencia entre esta ciudad completamente cosmopolita y Varanasi, una ciudad pobre y muy religiosa.

Luego del pertinente control de seguridad, hicimos el check in, y descansamos pues este día habíamos madrugado, y nuestro cuerpo pedía a gritos un descanso.

INDIA – Día 1 – VARANASI


Llegamos al hotel, y nos sorprendió muchísimo el control de seguridad. Es que antes de entrar al predio del lujoso hotel, guardias de seguridad miraban con espejos debajo del ómnibus por algún posible artefacto explosivo. No sólo eso, previo a cruzar la puerta para entrar a la recepción del hotel, detector de metales, y para los bolsos, mochilas y carteras el escáner. Demoramos muchísimo el ingreso al hotel, imagínense todos muertos de calor en una cola de más de doscientas personas revisando los bolsos de cada uno.

Claro está que nada es por casualidad sino por causalidad, es que cuatro años atrás, los paquistaníes realizaron atentados terroristas en diferentes ciudades indias, y uno de ellos fue en un hotel; de ahí tanto control en los hoteles.

Salimos a dar una vuelta por Varanasi en un triciclo. El paisaje ciudadano era increíble. Autos, motos, triciclos, vacas, bocinas, tierra, basura, excremento, se conjugaban para que nuestras cámaras fotográficas no pararan de capturar cada imagen.

Ver a las vacas caminar por las calles y cómo el trafico las respeta es algo único de la religión hindú, es que son vacas sagradas!


Para terminar el día fuimos a un lugar donde nos mostraban cómo se hacen a mano los pañuelos, sábanas y demás cosas de seda. Un trabajo minucioso de varios días de labor que uno después se da el lujo de regatearlo.

La primera impresión de Varanasi fue muy extraña. Un calor realmente agobiante y una ciudad muy sucia, con gente y vacas por todos lados.

jueves, 16 de junio de 2011

HASTA LUEGO NEPAL


Ahora estando en India, con los días más procesados en mi cabeza, puedo ponerme a pensar en lo hermosísimo que fueron mis días en Nepal. Tal vez sea que no esperaba tanto de ese destino, o mejor dicho, nunca me había cuestionado si Nepal sería lindo o no.

Fue así que cuando llegué e íbamos en el ómnibus para el hotel, mis ojos se horrorizaban de lo que veían a través de sus pupilas. Es que tanta miseria hacía sentir un repudio a la primer ciudad que conocí que fue su capital Kathmandú.

Pero una vez que empecé a caminar por sus sucias calles, a mezclarme con la gente, a intercambiar miradas y palabras con ellos, pude descubrir y sorprenderme de su educación, cultura y tradición.

Tal vez fue todo eso lo que hizo que atrás quedara la estética ciudadana, para ponderar más a los propios ciudadanos. Su vestimenta, sus sonrisas y sus ojos tan expresivos, cautivan a quien visite Nepal.

Y cuando dejamos la capital, e incursionamos al interior del país, todas estas sensaciones se potenciaron aún más. Tal vez sea la energía de las montañas tibetanas, o tal vez no haya más excusas que el propio estereotipo del nepalés.

Me fui de Nepal, y me quedo con la sensación de que debo volver a estas tierras. Estuvimos tan cerca del Tibet, y no pudimos conocerlo más que ver sus montañas desde lo lejos. Me gustaría volver, y caminar hasta el campamento base del Monte Everest a más de cinco mil metros sobre el nivel del mar. Dicen que este camino es espléndido. Que vas conociendo la cultura tibetana en el trayecto y que se llega a tener un conocimiento muy profundo de tu propio ser. Meditación y concentración son requisitos fundamentales para llegar al campamento base.

Pero de todas formas me voy satisfecho de haber conocido Kathmandú, el Parque Nacional de Chitwan y Pokhara. Fue una semana muy disfrutable donde me convencí que uno no puede juzgar un país por la estética de sus ciudades, sino que uno recién puede obtener una conclusión de si un país es agradable o no, al permitirse conocer a su gente.

LLEGADA A INDIA


Ya el avión que nos tomamos, era un fiel reflejo del lo que nos esperaba de Varanasi, primer destino indio. Es que parecía no funcionar el aire acondicionado y sufrimos de calor en casi todo el vuelo.

Cuando aterrizamos, el capitán nos dio la bienvenida a India, y nos informó la hora local y la temperatura. Un pequeño silencio se prolongó por unos segundos al escuchar que 48 grados nos darían la bienvenida al salir del avión.

Nunca había estado en un lugar con tanto calor en mi vida. Una cosa de locos. Tuvimos que caminar por la pista hasta llegar a las oficinas de migración para entrar al país. Pero para sufrir un poco el calor, estaba la puerta trancada, y tuvimos que esperar unos minutos q ue nos abrieran. Obviamente al entrar, el aire acondicionado estaba apagado, y el trámite de migración fue una verdadera tortura.

martes, 14 de junio de 2011

NEPAL – Día 5 y 6 – POKHARA


El quinto día en este pintoresco país, emprendimos viaje hacia el norte rumbo a Pokhara, ciudad que se encuentra a unos novecientos metros sobre el nivel del mar con una población de no más de un millón de habitantes. Esta ciudad es muy concurrida por turistas porque existen muchos circuitos para hacer senderismo, o más conocido como treking.

Luego de seis horas viajando por los precarios y vertiginosos caminos, llegamos al hotel, hicimos el check in y salimos a realizar un city tour.

Primero fuimos a una cascada y luego a una cueva. Paseos muy aburridos que nada tenían de exóticos. Luego fuimos a un lago entre las montañas en donde realizamos un paseo en bote. Éste sí fue paseo que llenó nuestra expectativa. Vimos el atardecer desde este lago y pudimos notar cómo se iban tiñendo de naranja los gigantescos picos nevados en el horizonte.


Cerca del lago se encuentra el centro comercial de la ciudad. Obviamente es una pequeña calle con muchos pequeños comercios que venden libros, ropa para la montaña, y cientos de tamaños y colores de pashminas y sedas. Como ya era muy tarde, sólo nos dio tiempo para recorrer unas pocas cuadras, pues debíamos regresar al hotel para cenar.

No se imaginan lo que fue el buffet de este hotel. Degusté después de tres meses de viaje, puré de papas! Y le podíamos poner queso rallado! Pero claro que no comí sólo puré, también había milanesa de pescado! Obviamente había más cosas para comer, pero estas dos cosas fueron las elegidas por la mayoría de los allí presentes, tanto, que los mozos fueron a buscar al chef, y de pie, lo ovacionamos como si de un deportista se tratase.

Al otro día, de mañana, fuimos otra vez al mercado para lograr realizar alguna compra. Entro a un local, en el cual no había nadie, ni el dueño. Me quedo viendo pashminas, y de repente corriendo entra el vendedor, y empieza a explicarme y mostrarme los diferentes tipos y calidad de la mercadería.

De más está decirles que con la pinta de gringo que me caracteriza, los precios que me daba eran realmente astronómicos. Y aquí era donde comenzaba el arte del regateo, que ya después de dos meses en Asia, se ha transformado en una especialidad de mi persona. Con la misma perorata de que no soy ni gringo ni europeo, que soy de Latinoamérica, empecé a tirar abajo los precios desubicados que me había dado.

Cuando llegamos a un acuerdo el hombre me decía que era la primer venta del día y que por favor le diga a mis amigos que vayan a comprarle a él, logrando arrepentirme del riguroso regateo obtenido, pero como dicen ellos “business are business” (negocios son negocios) y le pagué el precio que habíamos acordado.

A título informativo, la pashmina se realiza con la barba de las ovejas de montaña, con lo que para realizar una, se necesitan muchas ovejas, por eso las que son 100 % pashmina, son muy caras, razón por la cual las que compré yo, eran 70 % pashmina y 30 % seda.  De todas formas son un producto de alta calidad, así que, las mujeres que reciban una pashmina de regalo, sepan están obteniendo un producto muy bueno.

Por la tarde, realizaríamos un treking por una de las montañas que rodea esta ciudad, y pasaríamos la noche en la cima de esta para ver el amanecer y poder contemplar más de cerca los picos nevados del Himalaya.

Cargamos una mochila con las cosas básicas para pasar una noche en carpa, nos abastecimos de bastante agua, y con el calzado apropiado, empezamos el treking de diez kilómetros subiendo hasta unos mil quinientos metros sobre el nivel del mar.

Por momentos fue muy dura la subida, por suerte, al no haber mucha altura, el oxígeno no escaseó, y no agravó el cansancio. Fue muy lindo el camino, con una vista panorámica hermosísima. En la montaña habían casas de barro desde donde salían corriendo niños para saludarte. Estos niños nos pedían sólo una cosa, y esa cosa no es lo que se están imaginando. Existen muchas cosas que un niño te puede pedir en las condiciones en las que viven éstos, pero los niños que salían a nuestro encuentro, lo único que pedían eran lapiceras para la escuela.


Generación tras generación se va informando de un grupo de viaje a otro, que quien vaya a las montañas de Nepal, debe llevar más de una lapicera para regalar a estos niños con afán de estudiar y aprender. Tal es así, que Martín (mi amigo y compañero de monografía), se trajo una caja desde Uruguay. Lo increíble fue que cargó con la caja desde que salió de viaje, y olvidó cargarla en la mochila. Yo compré en un almacén cinco lapiceras y no se imaginan la cara de felicidad de los cinco niños a los que se las regalé.

Al cabo de dos horas, íbamos subiendo una pendiente muy empinada, y cuando ya estaba por desplomarme del cansancio, logré divisar las carpas, lo que me dio fuerzas para seguir unos minutos más hasta la cima de la montaña.


Al llegar, después de refrescarme, lo siguiente que pretendía era ver los picos del Himalaya, pero lamentablemente estaba nublado, y no logramos verlos. Cenamos, jugamos unos trucos, y con una vista hermossa del lago, nos fuimos a dormir.
Todo estaba genial, pese a no poder ver las enormes montañas, pero en determinado momento, comenzó una noche espantosa. Es que comenzó a llover, mejor dicho a diluviar. Tanto que la carpa empezó a gotear justo arriba mío. Me tuve que correr hacia el lado de mi compañero con quien casi terminamos durmiendo cucharita. A esto si le agregamos la presencia de insectos como cucarachas y grillos, era la peor noche del viaje (después de la noche del tsunami en Hawaii, claro está). 
No paraba de pensar en que no lograríamos ver las montañas por la mañana, pero increíblemente al despertar minutos antes de que salga el sol, las montañas se veían un poco dettrás de las nubes. Pero a medida que empezó a salir el sol, esas nubes se fueron evaporando, y se logró ver todos los picos en su esplendor. Tanto, que los guías no podían creer que en esta época del año, se vieran tan claramente.


Nos quedamos horas viendo semejante belleza. Nuestras párpados hacían fuerza para no pestañar y lograr captar la mayor cantidad de tiempo posible dicho paisaje. Desayunamos, y empezamos el descenso a pleno rayos del sol. Pero hoy el sol no molestaba, es que se hizo amigo en el momento que logró correr a las nubes que ocultaban al Himalaya.


Una vez en los ómnibus, emprendimos viaje hacia Kathmandú. Luego de seis horas, llegamos al hotel, descansamos, y nos dormimos felices de haber vivido unos días espectaculares. Al otro día al mediodía, dejaríamos Nepal, para hacer que India pase de ser un sueño a una realidad.