Dejamos atrás la capital española, y nos dirigimos hacia Ávila, una pequeña ciudad ubicada al norte de Madrid.
Al llegar, nos sorprendió lo pintoresco que es la ciudad. Está toda rodeada por una gran muralla construida por los romanos y que se mantiene en excelentes condiciones. Sus empedradas calles, y su gran catedral, nos hipnotizaron, e hicieron que nos quedáramos largo rato recorriendo sus rincones.
Si uno mira hacia el horizonte, choca la mirada contra los Pirineos, los cuales en invierno llegan a tener sus picos nevados, haciendo de Ávila un lugar hermoso en todas las estaciones del año.
Es altamente recomendable su visita, más aún por su cercanía con Madrid, que permitiría viajar por el día a la ciudad.
Después de Ávila, nos fuimos hacia Segovia. También a una hora de Madrid y de Ávila. Las tres ciudades conforman un triángulo, y cada vértice dista del siguiente a una hora de distancia.
En Segovia se encuentra uno de los acueductos construido por los romanos más grandes de lo que fue su imperio. No sólo impresiona su altura, sino también su longitud. Éste acueducto acapara toda la atención de quien visita la ciudad, pasando casi desapercibido el resto de las atracciones turísticas como lo son un castillo, y una gran catedral; además del resto de la ciudad que concentra, en su casco histórico, lo más pintoresco del lugar.
La verdad es que estas dos pequeñas ciudades nos sorprendieron y nos fascinaron muchísimo. Tal vez porque ya hacía varios días que veníamos sumergidos en grandes ciudades con su asfixiante ruido y asfalto.
Un detalle para comentarles es el fuerte viento que nos acompañó en esa zona. Pero se ve que el viento es permanente, puesto que tanto en la autopista, como en los caminos secundarios, hay carteles advirtiendo de los fuertes vientos laterales. En más de una ocasión tuve que agarrar con firmeza el volante debido a la fuerza del mismo.
Finalizando este día donde conocimos dos ciudades fenomenales, seguimos camino hacia Pamplona. De pasada, nos topamos con Burgos. Ya era de noche y no nos detuvimos para recorrer sus calles a pie, pero lo poco que vimos desde el auto, nos gustó, y nos quedamos con muchas ganas de poder conocer esa ciudad durante el día. Pero nuestro objetivo era Pamplona, y debíamos acercarnos lo más posible a dicha ciudad.
Para quien esté planeando un viaje a España, recomendaría Burgos, no sólo por lo poco que vimos, sino porque después recibí muchas recomendaciones de gente amiga que la había visitado.
Para dormir, ya en tierras vascas, nos instalamos en un punto P a tan sólo media hora de Pamplona.
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