jueves, 31 de marzo de 2011

BALI - Día 1

Llegamos al hotel que se encuentra en lo que sería un balneario llamado Sanur. Pasamos de estar en una habitación de veinte personas a una de dos. Un placer! En el hotel nos dieron la bienvenida dos hombres, en realidad dos adolescentes muy pero muy simpáticos, siempre con la sonrisa dibujada en su rostro.

El hotel cuenta de dos pisos, el nuestro está ubicado en el segundo, en donde se encuentra la piscina, que no es muy grande, pero está espectacular, profunda y con dos fuentes. Cada vez que estamos en el hotel, venimos a la piscina, incluso de noche, pues sigue haciendo calor a pesar de no estar el sol en el cielo.



La playa se encuentra a cincuenta metros, pero esta playa realmente no es nada linda. Arena sucia, y agua revuelta.  Por lo que decidimos con el Chelo recorrer las calles de este balneario. La gente te ve y te saluda en inglés. Un inglés muy básico, no muy diferente al que hablamos nosotros (jeje). Por momentos se hace insoportable caminar por la calle pues te ven que sos turista, y los taksis (no es una falta de ortografía, aquí los taxis se escriben así) te tocan bocina para ver si querés que te lleven a algún lado, por lo tanto pasas escuchando bocinazos; y si no son los taksis, son las mujeres que te llaman para hacerte masajes. Atención! No sean mal pensados, realmente son sólo masajes.

En la entrada de cada comercio, una ofrenda a no sé que Dios, pero consta de un ramito de flores con un incienso y comida; o sino, una pequeña estatua de un monstruo (en realidad no son monstruos, pero me es difícil decifrar que son) también con flores y sombrilla para que no le de el sol. Es muy pintoresco de ver.



Algo anecdótico: tenemos bastante ropa para lavar, y esperamos hasta Bali porque pensamos que iba a ser barato, pero la cuestión es que nos conviene comprarnos remeras nuevas, que lavarlas. Increíble! De todas formas lavaremos la ropa, pues uno se aferra a la ropa vieja.

El hecho de que la gente sea tan servicial, me hace sentir particularmente muy incómodo. Pues te hacen sentir como millonario, sé que ellos viven del turismo y por eso te brindan todo lo mejor. Pero prefiero un trato más normal, de igual a igual, no quiero más reverencias! Cómo explicarles que soy un estudiante y un simple laburador como ellos y que estoy aquí no por lo que tengo, sino por la oportunidad que me dio la Universidad y las personas que me compraron rifas.

Llego al hotel, y tras una reverencia de uno de los recepsionistas, le estiro la mano para saludarlo, y me mira y duda si darmelá. Pero al mantener la mano estirada, me la da, y en su ingles precario me pregunta como estoy. Yo no paro de decir gracias, es que ésta es la única manera que encuentro para hacerlos entender que no sólo ellos son los que tienen que agradecer.

Por último, para culminar el primer día en Bali de buena manera,  cuando llegaron los chiquilines al hotel, me trajeron la camperita polar del Grupo de Viaje!!! Qué alegría! El mensaje que les mandé cuando el avión estaba carreteando les llegó, lo reclamaron, y me lo trajeron.

miércoles, 30 de marzo de 2011

LLEGADA A BALI-INDONESIA


En el aeropuerto de Singapur encontramos el puesto de la Aerolínea Lion Air para lograr comprar el único vuelo que nos faltaba (Yakarta/Medan) pues desde Internet, la tarjeta no nos permitía culminar la transacción pues la página no era confiable. Pero ahora vimos la aerolínea, de verdad existe! Así que compramos ese pasaje que nos estaban faltando.

La aerolínea en la que estamos viajando ahora es Air Asia; un avión chico pues es un vuelo corto, pero es un avión muy cómodo. De hecho es mucho mejor que los aviones de American Airlines en los cuales viajamos en Estados Unidos.

Al subir al avión, me empezó a dar frío por el aire acondicionado. Por lo tanto se me ocurre abrigarme, pero no tenía mi camperita polar del Grupo de Viaje. La dejé olvidada en el hostal. Llamé desesperadamente a Matías y a Nacho, que ellos salen un par de horas más tarde, pero no me contestaron, les mandé un mensaje de texto, así que espero lo lean y puedan recuperarlo. Es mi único abrigo! Y es del Grupo de Viaje! Tengo una impotencia bárbara. Cuido todo con especial cuidado, y se me escapa el polar! Obviamente no es tan importante como el pasaporte o las tarjetas, pero es una de las cosas que más he usado, y me enoja muchísimo no haberme dado cuenta que cuando levanté las sábanas de la cama, arrastré con ellas el polar y lo entregué en la recepción del hostal.

Que bronca! Un mes me duró el abrigo. Sé que ahora no lo utilizaría demasiado, tal vez hasta de cinco meses, cuando pise suelo noruego, pero en los vuelos siempre se siente frío y en las noches por estos lugares me imagino que también. Tendré que destinar dinero no presupuestado para un abrigo, pero en Bali no debe de salir muy caro, así que allí lo compraré.

Al llegar a Bali, el calor nos abrazó y no nos soltaba! Un calor impresionante! Buscamos por un taxi, regateamos, y nos trajo al hotel por la mitad de precio que nos había ofrecido en un principio, de todas formas estoy seguro que lo podíamos haber sacado más barato, pero el regateo, personalmente no es algo que me agrade demasiado, pero aquí todo el mundo te dice un precio para que uno se lo baje.

martes, 29 de marzo de 2011

SINGAPUR

Llegamos al hostal, hicimos el check in en el cuarto de veinte camas, en realidad diez cuchetas, y salimos a recorrer el barrio del hostal. Éste queda lejos del centro, por lo que sólo salimos por aca cerca a ver que tal los precios de la comida, y lo más importante, qué había para comer. De más está decir que cuando vi esas cabezas de pescado y la manipulación de esas cocinas, me dije: "ayuno nuevamente".


El hostal es muy lindo, a pesar de ser muchos en el cuarto está muy ordenado, cosa que de todas formas no nos interesa demasiado, pues sólo nos quedamos dos noches. Lo más importante: tiene wi fi gratis. De a poco nos hemos dado cuenta de que somos unos cazas wi fi, andamos siempre por ahí averiguando de dónde podemos sacar esa conección que nos permita conectarnos con nuestros seres queridos y para actualizar lo más rápido posible el blog.

En el día nos fuimos al centro en omnibus, para ver ese centro financiero tan importante a nivel mundial. Aquí el transporte público tiene aire acondicionado! Para ver esos edificios modernos debíamos hacer una especie de acrobacia, es que son tan altos, que debíamos rescostarnos contra algo para poder poner la cabeza casi que de manera horizontal. Sé que suena exagerado, y lo es, pero sólo de esta manera tal vez pueda expresar lo altos que son de verdad.


El calor era realmente agobiante, pero eso no impedía seguir caminando y recorriendo esta ciudad. Entramos a un shopping en busca de aire acondicionado y de comida. No había un local de comida rápida, sólo comida típica de la ciudad, que como la gran mayoría son chinos, la comida típica no deja de ser china, y todo lo que esta cultura culinaria implica. Fue así que pedí unos tallarines con pollo frito que fue lo más normal y barato que vi entre pato agridulce, huevos negros, ensopados, frituras y más frituras.

Fue realmente un gusto ver como me cocinaron los tallarines. Es que el chef me los hizo en el momento. Tenía la masa, pero no tenía los tallarines cortados. Pero lo maravilloso es que nunca corto la masa, sino que hacía tales malabares con la masa, que hacia que se estiraran y se vayan de a poco formando los tallarines finitos. Muy lindo de ver realmente. A semejante espectáculo, no podía estropearlo comiendo dicho plato con un tenedor; por eso agarré unos palitos chinos, y  empecé a devorar ese plato exquisito con una habilidad en el manejo de esos utencillos que asombraba.


Durante el almuerzo, Nacho decide llamar al seguro médico de viaje, pues desde que aterrizamos en Singapur, estaba con un dolor en uno de sus oídos que lo incomodaba bastante. Entonces, pese a no ser una urgencia pues se sentía bien, pero molesto, decidió hacer uso del seguro médico que tenemos todos los integrantes del Grupo de Viaje. Llamamos y pedimos para que nos digan a qué hospital dirigirnos. Luego de más de una hora sin novedades, llamamos nuevamente, y tras fuertes charlas, logramos que nos dijeran a qué hospital acudir.

Matías y el Chelo fueron a Chinatown, mientras yo acompañaba a Nacho al hospital. Yo salí de acompañante del enfermo pues perdí un piedra papel o tijera con los chiquilines. De todas formas yo era partícipe de que vayamos todos juntos, pero Nacho prefirió que no, que solo fuera uno. Asíque nos fuimos en subte hasta el hospital. La cantidad de gente que va bajo tierra creo yo que es mucho más que la que vemos caminando por la calle. Es increíble lo sincronizado de todo el metro que permite que miles de personas se trasladen de un lado a otro sin ningún problema.

Para la tranquilidad de la familia de Nacho, él está bárbaro! Pero creí oportuno contar esta anécdota, pues fue la primera vez en lo que va del viaje que hacemos uso del seguro médico. Llegamos al hospital, y ya lo estaban esperando. Casi que de inmediato lo atendieron. Le dijeron que tomara unos medicamentos, de hecho son cuatro, y también le dieron una inyectable en la cola. Se imaginarán lo divertido que fue y sigue siendo para todos, menos para Nacho que le dejó de doler el oído y ahora le duele la nalga izquierda.


Luego del hospital, nos encontramos en Chinatown, realmente un barrio muy pintoresco.
Ahora estoy en el hostal, mañana ya partimos hacia Bali, Indonesia, en donde nos quedaremos una semana de las dos que estaremos en dicho país.

LLEGADA A SINGAPORE

Terminó Oceanía. Arranca una nueva parte de este viaje; es que empieza Asia dentro de nuestra hoja de ruta. Estaremos en este continente por casi cuatro meses a lo largo de su costa sur. Luego Egipto y después Europa.

El primer destino dentro de este continente es Singapur. Un país muy singular, es una isla situada al sur de Malasia, fue colonizada por los ingleses, por lo que se mantiene la costumbre de manejar del lado contrario al que estamos acostumbrados nosotros allá en Uruguay. Es cuarto centro financiero más importante del mundo, y juega un papel muy importante en el comercio internacional y la economía mundial. Además, es el segundo país con más densidad de población en el mundo.

Si bien su lengua oficial es el inglés, como su población consta en casi un ochenta por ciento de chinos inmigrantes, se habla prácticamente en chino. Lo que dificultará mucho la comunicación. También hay muchos que provienen de India, lo que hace que Singapur tenga una diversidad muy amplia de religiones, étnias y culturas.

Es uno de los países con menos delincuencia del mundo, puesto que la pena por cualquier dekito es alta. Por ejemplo, está prohibido el chicle, y quien mastique uno, o intente entrar al país con uno, la multa es de mil dólares. Esto se dio porque los habitantes tenían la costumbre de dejar pegados los chicles en la vía pública, con lo que el gobierno prohibió dicho producto, al igual que el cigarrillo que no se puede fumar en vía pñublica.

Al llegar al aeropuerto y al salir de él, nos abrazó un calor impresionante, una humedad que hacía que al respirar pareciera que el aire no llegaba a los pulmones. Nos subimos a un taxi y al preguntarle cuánto nos costaría hasta el hostal, nos dijo una cifra astronómica, pero como nosotros ya sabíamos cuánto nos tendría que salir, regateamos y logramos el precio deseado.


Viendo precios por ahí, no nos pareció tan barato como nos habían dicho, pero de todas formas no era lo caro de Oceanía.

domingo, 27 de marzo de 2011

SYDNEY – Día 2

Mientras Nacho y Matías dormían, y el Chelo leía un libro, decidí ir pese a la lluvia, a recorrer la ciudad a pie.

Ya era el mediodía y el ayuno ya estaba al límite. Fue por eso que decidí comprarme el café con leche y las galletitas que les conté en una de las publicaciones anteriores.

Primero me dirigí para ver el Opera House, el trayecto fue muy bueno, puesto que pasé por una catedral, que justo al ser domingo, estaba dando misa. No podía dejar de pensar de que si mi abuelo veía eso, se alegraría muchísimo, es que estaba a tope; lleno de gente. Me quedé un rato mirando y escuchando. Fue muy lindo haber presenciado una misa después de años de no ir a una. No digo que haya sido lindo por mi creencia, porque de hecho se podría decir que soy como una especie de ateo, pero ver a toda esa gente cerrando los ojos, arrodillados y orando con tanta convicción, hacía apreciarlos con un enorme respeto.


Ya veía también la City Tower, es la torre más alta de Sydney, desde la cual se ve toda la ciudad. Pero como cobran para subir, y el carné de prensa no tuvo éxito, seguí camino rumbo al Opera House.

Cuando estaba por llegar, la llovizna se transformó en lluvia, pero esto no impidió brotar la emoción de todo mi cuerpo, cuando logré tocar con mis propias manos, esos techos blancos tan característicos. Cuando hay mucho sol, se hace casi imposible ver fijamente estos techos, pues tienen unos azulejos blancos que reflejan de gran manera la luz del sol.


Me quedé más de una hora recorriendo todo el lugar. Dejó de llover y empecé a disfrutar aún más mi presencia en el Opera House. Me saqué un par de fotos, en realidad muchísimas fotos, y empecé a caminar por el parque. De a ratos lloviznaba, y me refugiaba bajo la copa de algún árbol. El parque es enorme y hermosísimo. Aves extravagantes, flores, árboles ancestrales, estatuas, fuentes, y mucha limpieza, hacen de este lugar, un punto turístico que atrae a personas de todas las edades.

Habían bebederos desperdigados por todo el parque, y era ahí cuando aprovechaba a comer una de esas galletitas incomibles, y las bajaba tomando el agua de allí.

Me detuve en un banco que daba a la bahía con una vista al Opera House y al puente para poder descansar de semejante caminata. Al rato decidí ir al centro de la ciudad, donde se encuentran los edificios altos. Es un centro muy pintoresco, pues los edificios antiguos se conjugan con los diseños modernos y hacen que todo luzca muy atractivo a los ojos.


Seguí caminando hasta el acuario, y el carné de prensa lograba tan solo un 25% de descuento, pero no era suficiente, por lo que no me daba para pagarlo, pues recuerden que había sacado muy poco dinero. De todas formas el acuario se encuentra en un muelle muy pintoresco, por lo que caminar por allí sustituyó el paseo dentro del acuario.

Ahora quedaba volver al hostal. Obviamente caminando. No hay mejor manera de conocer una ciudad que caminar por sus calles, jugar a perderse entre la gente. Después de unas cuantas horas, llegué al hostal y ahora me encuentro escribiendo estas líneas para seguir compartiendo con todos ustedes, casi en tiempo real, todas mis vivencias en la ciudad de Sydney.

NOCHE EN SYDNEY

El hostal queda en uno de los barrios con más movimiento nocturno de la ciudad: Kings Cross. Mucha gente caminando por la calle principal de este barrio. Todos vestidos con un glamour que hacían sentirnos sapos de otro pozo, pues nosotros seguíamos con los mismos championes y vaqueros de siempre, pero claro, eso sólo lo sabíamos nosotros, por lo que salimos a la calle con la frente en alto dispuestos a divertirnos. Nuestra diversión consistía en ver a la gente pasar, como los veteranos que paran sus autos en la ruta para ver pasar tan sólo más autos y así divertirse todo el día.

En el hostal también había un descontrol importante. En el primer piso, todo el mundo tomando alcohol, con música al mango, hablando todos los idiomas habidos y por haber. Después de un rato, me fui al cuarto piso donde queda nuestro dormitorio (en el cual dormimos doce personas), me puse los tapones de oídos que me robé del avión, y dormí plácidamente sin que el ruido del hostal y de la calle alterara mi sueño.

SYDNEY – Día 1


Llegamos a Sydney a las cuatro de la tarde, sacamos 90 dólares australianos (algo así como 100 dólares americanos) para cuarenta y ocho horas de estadía en esta ciudad. Es un presupuesto muy pero muy corto para una de las ciudades más caras del mundo. Por ejemplo un agua de medio litro cuesta tres dólares australianos, un sándwich caliente siete dólares. Es una locura. Por lo tanto hice doce horas de ayuno, alimentándome recién a las once de la mañana del día siguiente con el café con leche más caro de mi vida, y unas galletitas dulces que de tan baratas, eran incomibles.


Pero hablemos primero del primer día en esta ciudad. Cuando llegamos al hostal, nos encontramos con Nacho y con Matías que habían llegado primeros, pues teníamos distintos vuelos. Ellos ya habían hecho un mini tour por la ciudad, y yo con mi ansiedad ya quería salir a caminar por las calles de Sydney y llegar al Opera House, icono de esta ciudad australiana.

Fue así que convencí al Chelo para salir a caminar. Obviamente ya estaba oscureciendo y logramos ver el Opera House de noche. Parecía mentira estar viendo semejante construcción en vivo y en directo. Si bien no se apreciaba tanto como se puede hacer de día, disfrutamos mucho la caminata por esos muelles al estilo Puerto Madero. Ahí sí los precios eran astronómicos. Una porción de pastas costaba unos cincuenta dólares. Precios acordes a los enormes yates aparcados en el muelle.

Nos volvimos al hostal y nos aprontamos para salir a tomar algo, pues era sábado! Obviamente cuando digo “tomar algo” me refiero a tomar aire, pues yo me había decidido a hacer ayuno hasta al otro día en la mañana, y hacer rendir el poco dinero con el que contaba.

LLEGANDO A SYDNEY

El vuelo de Nueva Zelanda a Sydney por la compañía Quantas, fue realmente espectacular; parecía que estábamos en primera clase. Un servicio excelente, tanto por la comida, como por las pequeñas televisiones que teníamos cada uno delante suyo, donde se podía elegir, tocando la pantalla, distintas películas, música, ver a cuánto estábamos del destino, información sobre distintas ciudades del mundo, entre otras tantas cosas que hicieron que las tres horas de vuelo hayan pasado, valga la redundancia, volando.

viernes, 25 de marzo de 2011

NELSON Y ABEL TASMAN

Después de cinco horas manejando, llegamos a Nelson. Desde allí, hice mis anteriores publicaciones, pues había una biblioteca enorme donde teníamos wi fi gratis. Casi la abrazamos a la bibliotecaria cuando nos dijo que era gratis. No lo podíamos creer. Pasamos como tres horas actualizándonos del mundo.


La ciudad muy linda, pero no había gente caminando por la calle, era muy extraño, pues habían muchísimas tiendas, lo que da a entender que la demanda es alta, pero pese a ello éramos sólo nosotros cuatro caminando por esas calles. Y fue por esas calles viendo vidrieras cuando con Nacho quedamos atónitos, no podíamos creer lo que estábamos viendo. Vimos después de veinte días fuera de nuestro querido Uruguay un frasco de Dulce de Leche! Sí, en un Cyber vendían yerba, bombillas, mates, dulce de membrillo, y dulce de leche! Era increíble, se nos hizo agua la boca, hasta que de inmediato compramos el Dulce de Leche “made in Argentina” y ni bien salimos a la vereda, ahí mismo lo abrimos y lo degustamos. Es que tal vez hasta la llegada a Europa, dentro de cuatro meses, no tengamos el placer de sentir en nuestro paladar, ese sabor “autóctono”.


Por la noche salimos a ver si veíamos más gente, y la vimos. Pasamos una noche muy divertida. El Chelo jugó un mini campeonato de póquer en un pub, y ganó. Por lo que esa noche le salió gratis, y como buen amigo que es, pagó una ronda.

A la mañana siguiente, mientras todos dormían, manejé hasta Abel Tasman, un parque nacional donde se puede disfrutar de hermosísimas playas, al igual que de su flora y su fauna. Yo quería alquilar un kayak, pero salía muy caro. Pero de todas formas, nos tomamos una lancha que te lleva de Marahau, lugar donde empieza el parque, hasta Anchorage, una bahía con una playa espléndida. Cuando llegamos al lugar, estábamos solos en la playa. Era increíble la sensación de estar solos entre tanta belleza. Como ya estámos entrando al otoño, me metí sólo hasta la cintura, pues no quiero enfermarme. Luego caminamos hasta otra playa más chica llamada Te Pukatea. Aquí almorzamos pan con jamón y una banana de postre. Estas playas son hermosísimas, se caracterizan por sus arenas doradas, y vaya si lo eran.


La vuelta hasta Marahau, en donde habíamos dejado la casa rodante, constaba de un treking de quince kilómetros entre las montañas obteniendo desde esos caminos unas vistas a las playas inolvidables. Empezamos a caminar temprano para que no se nos haga de noche en la mitad del trayecto. Fue un treking muy duro de unas tres horas.

Por momentos, cuando el camino se hacía muy empinado, me venían flashes del pasado y veía los talones de mi madre caminando delante de mí al igual que hace dos años cuando caminamos por el norte de la Cordillera de los Andes en aquella travesía de cuatro días y tres noches en el llamado Camino del Inca. Sólo restaba ir masticando hojas de coca y más de tres mil metros de altura para que esta caminata se pareciera a aquella. Obviamente que al llegar a la casa rodante, faltó ese abrazo interminable e inolvidable que nos dimos con mi madre aquella mañana de Abril del 2009 en la cima de Machu Pichu.


Al salir del parque, ya teníamos que empezar a retornar a Christchurch pues estábamos a unas ocho horas, y no íbamos a hacer este trayecto de una vez. Por eso, esta vez con Matías al volante y Nacho de copiloto, mientras el Chelo y yo dormíamos, empezamos rumbo al sur. Después de cuatro horas manejando, tras haber hecho un treking agotador, Matías estacionó frente a la playa para descansar con el ruido del mar.

A la mañana siguiente cuando estábamos arrancando el último trayecto, vimos el amanecer. Recordando que aquí vemos el sol dieciséis horas antes de lo que se ve desde Uruguay. Parecía mentira estar manejando y no tener montañas abruptas, curvas con precipicios y sin barandas, curvas que dabas a tan sólo quince km por hora. Ahora podía acelerar por más de un kilómetro!

Mientras que en Uruguay cruzan por la ruta mulitas, zorros, en este trayecto se nos cruzaban lobos marinos! Una cosa de locos! Es que la ruta era tan cerca de las rocas de la playa, que los lobos marinos andaban por ahí. 

Devolvimos la casa rodante lo más prolija que pudimos. Por momentos tuvimos que caminar hasta por encima de las mochilas, almohadones, medias, toallas, todo un caos. Ni les cuento la sinfonía que nos brindaron los platos, ollas y vasos, cuando no fregábamos y viajábamos por horas con tantas curvas. Hicimos en ocho días  2.614 kilómetros. Un promedio de 327 km por día, lo que implica en estas rutas, un poco más de cuatro horas por día.

Una particularidad de Nueva Zelanda, es que no existen peajes. Pero las rutas están en muy buen estado, sólo que son muy estrechas, pero muy bien señalizadas, lo que impidió cualquier tipo de inconveniente.

Ahora me encuentro en Christchurch donde nos dicen que en el día de ayer se sintieron dos temblores importantes. Se podrán imaginar que ya no veo la hora de tomarme el vuelo a Sydney. Pero tendré que esperar, junto al Chelo, hasta mañana a las tres de la tarde. Matías y Nacho tienen el vuelo a las ocho de la mañana, por lo que ellos pasan la noche en el aeropuerto.

Nueva Zelanda... un país con una calidad de vida envidiable, un lugar para volver a visitar (siempre y cuando en migraciones no nos revisen de arriba abajo como lo hicieron esta vez).

PUNAKAIKI

Luego de la visita a los glaciares, nuestro destino era llegar a Nelson, una ciudad portuaria al norte de la Isla Sur. Por lo tanto luego de ver los hermosos glaciares, empezamos camino al norte, para ir adelantando kilómetros. Manejé un par de horas hasta que mis ojos me pedían a gritos un descanso, y fue allí cuando decidimos junto con el Chelo (en ese momento el copiloto) quedarnos a dormir en la próxima ciudad. Buscamos un lugar donde estacionar la casa rodante, y allí dormimos, en un pequeño pueblo llamado Hokitika.

A la mañana siguiente, muy temprano, más precisamente a las siete de la mañana empecé nuevamente rumbo al norte. Aún estábamos lejos de Nelson, entonces, entre los cuatro decidimos pasar el día en un camping para bañarnos, cargar las baterías de cámaras y netbooks, y descansar un poco, sin manejar por todo un día.

Fue así que llegamos a Punakaiki, un racimo de casas y un camping, nada más. Pero el camping estaba muy bien ubicado, tal es así que nuestra casa rodante estaba a tan solo diez metros de la playa. En este lugar hay un río por donde se hace un treking. Luego de instalarnos, fuimos a caminar por la orilla de ese río. Fue una caminata muy linda, en determinadas partes del río se formaban pequeñas lagunitas, donde aprovechamos para tomar un ratito de sol, e incluso el anormal de Nacho, se pegó un baño. Digo anormal, pues cuando salió, según sus propias palabras, no sentía los pies de lo helada que estaba el agua.


Días atrás, habíamos comprado carne, de vaca, cordero y chancho más un par de papas. Obviamente la carne estaba de oferta, única condición para darnos semejante gusto. Y a nosotros se nos había puesto en la cabeza que la teníamos que comer a las brazas. El problema fue que en este camping no había parrilla. Y tras la negativa de hacer fuego en las instalaciones del camping, buscamos un recodo en la playa, y allí a la luz de las estrellas y de una espléndida luna llena, cenamos carne asada! ¿Pero cómo hicimos la parrilla? Pues muy fácil, cuatro piedras, y la parrilla que traen todas las cocinas arriba de las hornallas. Así fue también como cada vez que calentábamos agua para el mate, la casa rodante quedaba impregnada con ese olor exquisito del asado. Es que los cuatro nos habíamos negado a limpiar esa parrilla. De más está decirles, que al asado lo acompañamos con unos vinos riquísimos, los cuales nos permitieron dormir como unos angelitos para partir al otro día rumbo a Nelson. 


El asador fue Matías. Una lastima la camiseta, sino la foto quedaba mucho mejor.

martes, 22 de marzo de 2011

GOODBYE JAPAN

Queridos seguidores de mi humilde blog, en esta publicación les comunico que descarté de mi itinerario a Japón. Es una pena, realmente me duele muchísimo no poder ir. Considero que ésta era la única posibilidad de visitar este destino; que si no era con el grupo de viaje, la posibilidad de visitarlo en el futuro es casi nula.

Pero tengo que ponderar obviamente la salud, que la ansiedad y el hambre de conocer el mundo, no me afecte la salud, y con más razón cuando se trata de problemas radiactivos.

Asíque para aquellos que estában preocupados, les digo que se queden tranquilos que no iré a Japón. No conoceré Tokyo, Kyoto, Hiroshima, ni Nagasaki. Estuve cerca, pero la naturaleza provocó que estas estaciones nucleares creadas por el hombre, impidan mi paso por esas tierras.

El dilema que se me plantea ahora es qué hacer en esos cinco días que iba a estar en Japón. Tengo en realidad tres posibilidades en la cabeza. Uno es quedarme más días en Filipinas, pero ya tengo comprado los pasajes para irme de ese país, por lo que ésta posibilidad me haría perder dinero, pues como los compré por low cost, no me permiten cambiarlos. La segunda posibilidad, es ir a Beijing, el problema aquí es que en este destino estaré con el grupo, lo que haría que repitiera puntos turísticos; pero es la más probable. Y la última posibilidad es irme a Laos, pero aquí tendría que ir sólo, con lo que esto implica; pero sería un nuevo destino a conocer.

Ni bien resuelva esta encrucijada, les comunicaré. Obviamente se aceptan consejos que me ayuden a resolver este problema, que realmente me preocupa. Es que salí de Uruguay con todo resuelto, y ahora sobre la marcha debo cambiarlo.

Pero ahora seguiré disfrutando de Nueva Zelanda, éste país hermosísimo que realmente valió, y vale la pena conocer.

lunes, 21 de marzo de 2011

EXTRAÑAR

Extrañar es un verbo, ¿pero cómo se dice el sentimiento? ¿Cuál es el sustantivo? Tal vez nostalgia, melancolía, añoranza, recuerdo, no lo sé. Lo cierto es que cuesta estar lejos de casa, lejos de tu gente. Recién van veinte días de viaje y ya empiezo a sentir ese vacío. Ojo que esto no significa que no esté disfrutando, sino todo lo contrario. Es tanta la felicidad que llevo conmigo, que me encantaría poder estar compartiendo con mi gente este viaje. Por eso también la razón de ser de este blog, para compartir aunque sea a través de esta lectura toda esta felicidad que emerge hasta de mis poros.

Veinte días de doscientos cincuenta y uno que estaré fuera. No llega a ser ni un ocho por ciento. Pero por suerte estoy viajando con unas personas excepcionales, tanto Nacho como el Chelo y Mati, son amigos que hacen que este sentimiento del que les estoy escribiendo, disminuya con su compañía. El ver como ellos también disfrutan a la par junto conmigo de este sueño, es algo maravilloso de ver y de sentir.

FRANZ JOSEF

Los chiquilines salieron por la noche aprovechando que estábamos nuevamente en Queenstown, pero yo estaba muy cansado y decidí quedarme para descansar, pues al otro día debíamos hacer cinco horas de viaje hasta Franz Josef, un pequeño pueblito de la costa centro oeste de la isla sur, en donde se encuentran dos glaciares hermosos, el Fox, y el Franz Josef propiamente dicho.

Me desperté a las 7:00 am, y con todos durmiendo arranqué manejando hasta este nuevo destino. Prendí el GPS que ofició, gran parte del viaje, como mi copiloto, y arranqué con todas las ganas. En un momento, no sé si fui yo, o el GPS, pero alguno de los dos se equivocó y tomé un camino erróneo. Obviamente me di cuenta enseguida. El tema está en que en estas rutas montañosas sólo pasan dos y sólo dos autos, uno de ida, y otro de vuelta.


Por eso quise dar marcha atrás cuarenta metros para tomar la intersección correcta, pero un error de cálculo hizo que me saliera de la ruta. Clavé los frenos y aceleré para salir. Pero la casa rodante es tan pesada que se empantanó.

Están leyendo bien, me quedé empantanado a las 7:30 am en el medio de la montaña con una rueda empantanada, y otra en el aire. Sí. Mi rueda del lado del conductor, estaba en el aire. Ahí fue donde desperté a todos gritándoles parensé de este lado que nos damos vuelta!!! Los chiquilines se despertaron como locos sin entender nada.

Esta vez tuvimos mucha suerte, puesto que no pasaron cinco minutos que pasó una 4x4, nos ató, y logramos salir.

Susto aparte, luego de cinco horas manejando, llegamos al primer glaciar, el Fox. Nunca había estado frente a un glaciar. Realmente impactante. Armamos la mesa, y el Chelo cocinó unos fideos con tuco de pollo espectacular. Y así comimos, rodeado de montañas, con el glaciar de fondo. Qué más podíamos pedir? Luego de almorzar, caminamos lo más cerca que pudimos, hasta quedar a unos ochenta metros del glaciar. Llegar hasta ahí, y no poder tocar ese hielo nos daba una impotencia bárbara. Es que sólo podés caminar por encima de él, si vas con un guía, que obviamente tenés que dejar un ojo, o pagar más de cien dólares americanos para acceder a ello.


Luego de ver este glaciar, que en menos de sesenta años se redujo a la mitad por razones naturales, pero mayoritariamente por razones del calentamiento global; nos dirigimos al otro de mayor magnitud.

El Franz Josef es mucho más grande que el Fox. Aquí hay un río bastante grande que sale por debajo del glaciar. Es por eso que ves pedazos de hielo por el río. No me aguanté y crucé el vallado, y fui hasta la orilla de este río, a pocos metros del glaciar. Ya que no pensaba pagar una fortuna para cam inar por encima de él, aunque sea iba a tocar un pedazo de hielo. Y no sólo lo toqué, sino que agarré uno bastante grande y lo trajimos a la casa rodante. Ahora tenemos en el freezer un pedazo de glaciar para ponerle al whisky. 


MILFORD SOUND

Tras una noche muy divertida en Queenstown, salimos temprano rumbo a uno de los paisajes más hermosos de Nueva Zelanda y más particulares del mundo. Es que los fiordos sólo se ven aquí y en Noruega.

Fiordos se le llama a la conjunción de grandes y empinadas montañas con lagos de hasta trescientos metros de profundidad que las rodean. Pero estas montañas llegan al agua como una pared, es decir que no hay valles; sólo montañas y agua.

Luego de cuatro horas manejando, llegamos al tan ansiado lugar. Allí nos tomamos un ferry que nos pasea por entre los fiordos. Que mezcla de sensaciones por Dios! Era increíble estar en medio de esas enormes montañas, hacían sentirnos realmente insignificantes.

Desde todas las montañas caen en forma de pequeñas cascadas y en algunas partes grandes cascadas, el deshielo de los picos más altos. Llegamos desde lo más profundo de los fiordos, hasta el Mar de Tasmania. Luego retornamos, y logramos ver grandes cantidades de delfines jugando al lado del ferry, como queriendo ser ellos los protagonistas de semejante paisaje.


Pensar que en el trabajo tuve durante mucho tiempo como fondo de pantalla estos fiordos, y ahora yo estaba ahí, formando parte de esta maravilla de la naturaleza. Se sentía una emoción muy fuerte, tanto que escribo estas líneas con lágrimas en los ojos al haber cumplido uno de los grandes objetivos de este país: el conocer los fiordos.

Ahora nos encontramos nuevamente en Queenstown, en donde pasaremos la noche para seguir por la mañana rumbo a Franz Josef. Tras casi cinco horas llegaremos a este nuevo destino en donde disfrutaremos de unos hermosos glaciares.

En todo momento pienso en todos los que me ayudaron a que este sueño se vaya cumpliendo destino tras destino. El sentirse agradecido, y el valorar el esfuerzo de todos para que yo pueda estar disfrutando en esta parte remota del mundo, es algo que no puedo dejar de repetir y repetir gracias y mil gracias!

sábado, 19 de marzo de 2011

MOUNT COOK y QUEENSTOWN

Tras desayunar en el hostal, nos fuimos a buscar la casa rodante para empezar nuestra travesía por la isla sur de Nueva Zelanda. La casa rodante es muy cómoda, entramos los cuatro medio justos, pero está buena. Obviamente que ahora está limpia y ordenada, veamos cuánto tiempo se mantiene.


Nuestro primer destino: Mount Cook, que es la montaña más alta de este país. Camino a este destino pasamos por unos lagos enormes y con un color de agua muy extraño. Era un verde claro que contrastaba con el marrón de las montañas. A lo lejos Mount Cook con su pico nevado.


 A medida que nos íbamos acercando, el cielo se iba nublando. Nuestros oídos empezaban a sentir el efecto de la altura a causa del ascenso constante hasta llegar a la parte más alta de Nueva Zelanda. Cuando llegamos al pie de la montaña, ya estaba lloviendo, y en vez de ver esto…


 … vimos solo una pared gris de niebla que nos impedía ver lo maravilloso de esa montaña. Es como que la naturaleza se está empeñando en hacernos las cosas difíciles.

Ya estaba anocheciendo y decidimos ir a Queenstown por más que llegaramos de noche. Le pasé el volante a Matías pues yo ya estaba muy cansado como para seguir manejando. De todas formas le hice de copiloto y los paisajes que vimos en la ruta eran increíbles. Es que la lluvia cesó imediatamente dejamos atrás Mount Cook y la luna llena iluminaba todas las montañas con un plateado particular.

Acá no hacen un tunel ni de casualidad, por eso íbamos por todos los valles. Cruzamos el valle del vino que son todos viñedos en medio de las montañas. Realmente hubiésemos disfrutado más de esta ruta de día, pero quisimos ganar horas y llegar a Queenstown en la noche.

Éste segundo destino también es muy lindo. Es un estilo Bariloche. Un pueblito pintoresco con un gran lago y montañas enormes que lo rodea. Obviamente Queenstown es como un balneario, de ahí la explicación de sus elevados precios. No hay wi fi gratis por ningún lado, por todo tenés que pagar, salvo estacionamiento en el centro de la ciudad.


Por eso nosotros estacionamos la casa rodante en la rambla cerca del centro y allí decidimos pasar la noche a pesar de que no era una zona apta para acampar. Ahora para la segunda noche, sí nos vinimos a un camping que en realidad es un estacionamiento para casas rodantes donde podemos ducharnos, lavar la ropa, enchufar la casa rodante para tener electricidad y cargar las cámaras y las netbooks. De más está decir que la casa rodante tiene baño, pero cuanto menos lo usemos, menos tendremos para limpiar, por eso utilizaremos los baños de este camping.

Por la tarde subimos una montaña en aerosillas, y bajamos en unos autitos tipo cars. Esto consiste en unas callecitas empinadas y con muchas curvas lo que hace que el descenso sea muy pero muy divertido a la misma vez que peligroso. Nos tiramos dos veces que fue el ticket que compramos. Nos divertímos muchísimo.


Mañana por la mañana nos iremos a Milford Sound que son unos fiordos enormes parecidos a los que hay en Noruega. En este lugar se filmó el Señor de los Anillos, por lo que si alguno vio esta película, podrá saber lo hermoso de ese lugar. 

NOCHE EN CHRISTCHURCH

En el hostal teníamos una parrillita, por lo que se nos ocurrió, como dije en la otra publicación, utilizarla para cocinar algo allí. Colgamos la bandera de Uruguay, pusimos unas cumbias viejas esas de los Fatales, Monterrojo, entre otros tantos temones; y tras unos vinitos, empezamos a levantar el hostal. Es que todos estaban muy tranquilos hasta que nosotros los fuimos a buscar a todos para que salieran al patio para disfrutar con nosotros de la noche de Christchurch. Es así que conocimos a unos alemanes, ingleses y también neocelandeses. Hasta el recepcionista se agregó. Como habíamos comprado bastante carne, empezamos a compartir, y todos quedaron fascinados con los uruguayos.


Pasamos una noche fantástica, nos alimentamos bien, hierro, proteínas, y todas las propiedades que brinda la carne, es que vaya a saber cuando volvemos a comer estos manjares.

Al otro día al mediodía fuimos a buscar la casa rodante.

jueves, 17 de marzo de 2011

CHRISTCHURCH

El primer día en Nueva Zelanda fue muy tranquilo, es que aquí en Christchurch, está todo cerrado como consecuencia del terrible terremoto que sufrió semanas atrás. Todos los supermercados, restaurantes y tiendas, están cerrados, lo que hace que la estadía en esta ciudad no sea del todo satisfactoria. Incluso no se encuentran casas de cambio, por lo que tuve que sacar dólares neocelandeses de un cajero para poder hacer los primeros gastos.

Hay un perímetro de quince a veinte cuadras a la redonda del centro de la ciudad con vallados custodiados por militares para que las personas no pasen, pues en esa zona fue donde más se sufrió esta catástrofe y hay peligro de derrumbe de muchísimos edificios. Caminar por las calles totalmente desiertas era una sensación rarísima; y más aún al ver casas desplomadas, o casas y calles con importantes rajaduras.

Con la poca gente que nos cruzábamos, todas te saludaban, te identificaban con la bandera de Uruguay, o te preguntaban de dónde es esa bandera y enseguida te decían “Oh Uruguay”. Aquí sí saben de nuestra existencia! También hablamos mucho con los militares para interiorizarnos más sobre lo acontecido. Esta gente está tan sensibilizada, que te transmiten un respeto y una paz inmensa.

Mañana habrá en el parque de la ciudad un memorial por las 257 personas que murieron en el terremoto, esperan a más de 150.000 personas, lo que indica lo comprometida, y solidaria de esta ciudad que aún se encuentra en duelo.

Ahora haremos unas chuletas de cerdo y de cordero en una parrilla a gas aquí en el hostal, y mañana por la mañana iremos a buscar la casa rodante para empezar a recorrer la isla sur de Nueva Zelanda.

miércoles, 16 de marzo de 2011

LLEGADA A CHRISTCHURCH – NUEVA ZELANDA

Luego de casi once horas de vuelo desde Honolulu a Sydney, debimos hacer escala de cuatro horas para partir rumbo a Christchurch; pero a esta escala se le agregó una hora más debido a un atraso del vuelo. Por lo que llegamos al destino esperado a las dos menos cuarto de la mañana del día 17 de Marzo. Llegamos muy cansados, tras muchísimas horas de viaje. Lo único que queríamos era ponernos en posición horizontal en una cómoda cama.


Pero este anhelo se postergó por varias horas, puesto que en migraciones nos detuvieron a los nueve que venimos juntos y nos tuvieron más de dos horas revisando todas nuestras mochilas, haciéndonos miles de preguntas. Es que no podían entender como personas tan jóvenes teníamos semejante itinerario, cómo podíamos mantenernos en un viaje de ocho meses alrededor del mundo. Y menos entendían aún cuando les comentamos que vendimos rifas para pagarnos la gran parte del viaje. No podían entender como en un país de Sur América, nueve universitarios llegaban a tierras neocelandesas por intermedio de unas rifas.


Nos desarmaron íntegramente todas las mochilas, nos preguntaban por qué teníamos tantos medicamentos, y ni les cuento para explicarles a los de migraciones lo que era la yerba y el mate. Es importante mencionar que nos trataron con una amabilidad increíble, en ningún momento nos sentimos agraviados ni mucho menos menospreciados, simplemente nos explicaban que para ellos era muy difícil de entender. También nos comentaron que hacía un par de días habían detenido a un par de uruguayos que intentaron entrar droga, por eso también fue que nos hicieron un test para ver si habíamos manipulado algún estupefaciente.


Tras toda esta bienvenida, llegamos al hostal a las cinco de la mañana donde recién después de tantas horas de viaje hasta Christchurch, pudimos reencontrarnos con un colchón muy confortable y unas sábanas limpias y suaves. Obviamente dormimos poco porque nos levantamos temprano para desayunar, ya que el desayuno está incluído en el hospedaje.

RUMBO AL TUNEL DEL TIEMPO

Atrás quedó otro destino. Nada más ni nada menos que Oahu – Hawaii. Un destino que jamás olvidaré. No sólo por lo maravilloso de sus playas y sus paisajes volcánicos, sino porque fue en el primer destino en donde me sentí realmente lejos de la gente que amo, del país que amo. Es que el tema del maldito tsunami no fue nada fácil de digerir. Hasta ahora cada vez que escucho una sirena me imagino la alarma de evacuación y me veo junto a mis compañeros caminando de madrugada por las calles de Waikiki Beach intentando de forma desesperada alejarnos lo más posible de la costa.

Hawaii, unas islas perdidas en el medio del Océano Pacífico con tantas playas como estrellas tiene el cielo. Era increíble bañarse en esas aguas con esos telones de fondo, con tanta naturaleza alrededor.

Atrás quedó un país, Estados Unidos de Norteamérica. Volveré a pisar sus tierras dentro de casi ocho meses cuando haga escala obligada para regresar al querido Uruguay.

Ahora me encuentro rumbo a Sydney en un avión de la compañía Jet Star muy cómodo. Estos asientos sí se reclinan! Es un vuelo de diez horas y media y ya me dormí seis. La comida exquisita y el servicio muy bueno.

En Sydney haremos escala de cuatro horas para tomarnos otro vuelo rumbo a Christchurch, una de las principales ciudades de Nueva Zelanda ubicada en la isla sur de dicho país. Hace un par de semanas, esta ciudad sufrió un terrible terremoto, por lo que veremos una ciudad que se viene levantando después de dicha catástrofe. Allí nos quedaremos dos días, y después en casa rodante, nos dedicaremos a recorrer toda la isla sur para disfrutar de sus ciudades, de sus paisajes y de su gente.

El por qué decidí titular esta publicación como “Rumbo al Túnel del Tiempo” es porque de un minuto a otro, de un segundo a otro, cuando crucemos el último meridiano, pasaremos de tener ocho horas menos con respecto a Uruguay, a tener dieciséis horas más. Es decir que me meto en una especie del túnel del tiempo que hace que mi vida se salteé un día. Tal es así, que partimos de Hawai el 15 a las 8:15 am y llegaremos a Christchurch el 17 a las 00:45 am. Es como que el 16 no exista en mi calendario. Es una cosa de locos, pero así es el mundo amigos. Así está el mundo.

Lo bueno de todo esto es que como quien no quiere la cosa, nos ahorramos un día de viático ya que dormimos en el avión y también almorzamos y desayunamos a bordo.

martes, 15 de marzo de 2011

ÚLTIMO DÍA EN HAWAII

Nos levantamos de mañana para retornar a la parte sur de la isla, a Waikiki Beach. Hicimos el check in en un nuevo hostal, y nos fuimos a devolver el Jeep.

De allí nos dirigimos a Pearl Harbor el lugar donde en 1941 el ejército nipón bombardeó esta bahía undiendo muchos barcos uno de los cuales aún persiste bajo el agua, el Arizona. Por encima de sus restos se levantó un Memorial brindandoles honores a los que allí dejaron su vida. Es increíble estar en un lugar donde hace tantos años fue aniquilado por las bombas y torpedos; un lugar donde miles de soldados murieron.


Pese a toda la historia del lugar, no deja de ser un simple paseo, nada extraordinario para ver, sino para sentir, para cerrar los ojos e imaginarse el horror de aquella mañana de Diciembre de 1941. De todas formas debe de quedar diminuto si lo comparamos con lo atroz que fue la bomba arrojada en Hiroshima y Nagasaki, donde la mayoría de las víctimas fueron civiles y no soldados.

Ahora ya estoy en el hostal. Muy cansado de tanto sol. Sólo quiero cerrar los ojos, y al abrirlos estar ya en Nueva Zelanda. Pero no es tan fácil. Mañana a las cinco y media de la mañana nos pasa a buscar un taxi para llevarnos al aeropuerto. Es muy raro, pero saldremos mañana martes 15 a las 8:00 am y llegaremos a Nueva Zelanda el Jueves 17 a las 00:00 am. Más adelante comentaré algo sobre este tema que lo denomino "túnel del tiempo".

lunes, 14 de marzo de 2011

HAWAII - Días 2,3 y 4

En este momento estoy en la parte norte de la isla de Oahu. Me vi en la obligación de suspender la siesta pues es tanta la excitación causada por el desborde de felicidad, que no puedo dormir.

El día después de la evacuación, fue demasiado tranquilo, me pasé toda la mañana en el hostal comunicándome por la computadora con toda la familia y amigos para transmitirles que pese al susto, ahora ya estábamos todos bien.

En la tarde nos fuimos con Nacho hasta Diamond Head que es un volcán inactivo. Lo escalamos hasta la cima desde donde hay una vista espectacular. En la época de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos usaba este volcán como un mirador para divisar barcos enemigos.


Por la noche, los chiquilines salieron a disfrutar de la noche de Waikiki Beach, pero yo me quedé en el hostal con uno de los compañeros de cuarto. Un loco de Nuevo México con una pinta de narco que se partía. Era medio bipolar. Hablábamos bárbaro, y de un momento a otro te buscaba la boca como para pelear, era ahí donde hacía que no entendía inglés y enseguida cambiaba de tema.

Por la mañana hicimos el check out y Nacho y Matías se fueron a alquilar un auto para ir a recorrer la parte norte de la isla. Volvieron con un auto espectacular. Un Jeep descapotable, automático, y muy cómodo.


Empezamos con dirección norte por la costa con unas vistas increíbles. Unos paisajes difíciles de olvidar; intentaba atesorar cada imagen como si cada pestañeo sea una foto, es que lugar donde mirabas, foto que sacabas. Empezamos a ver unas playas paradisíacas, hasta que decidimos bajar en una, Macapuu Beach. El volcán detrás de la playa hacia de guardián, como intentando impedir el paso al hombre. En esta playa había unas olas de más de metro y medio que reventaban cerca de la orilla, lo que hacía que barrenarlas fuese muy divertido, pero peligroso a la vez. Sin duda hasta ahora ha sido la mejor playa en donde he estado.


Siguiendo rumbo al norte, nos detuvimos en la playa que ganó en el 2004 el premio a la mejor playa de Estados Unidos, Lanikai Beach que en hawaiano significa playa del cielo. Es una playa abierta, sin olas, donde hay corales que hace que se formen unas especies de piscinas. De más está decirles que el turquesa de estas aguas parece mentira.


Ya empezaba a ocultarse el sol, y nosotros aún no teníamos donde pasar la noche. Yo tiré la idea de dormir en el auto, pero no fue aprobada por mayoría simple. Por eso seguimos buscando dónde poder dormir. En un momento pasamos por un hostal, y bajamos a preguntar. La cuestión es que si bien nos sale siete dólares más de lo que estábamos pagando en Waikiki Beach, en este hostal estamos nosotros solos sin narcos como compañeros de cuarto. Pero lo más importante no es eso, sino que el cuarto da al mar. Tenemos una especie de playa privada a tan sólo diez metros. Estando acostados en la cama, ya se ve la playa con sus enormes olas.



Ya sé que quedarse tan cerca del mar después de una alerta de tsunami no es muy lógico que se diga, pero realmente es hermoso este lugar. En este momento por la baranda del balcón estoy viendo pasar una pareja de lagartijas muy coloridas que junto con el ruido del mar, y la tranquilidad de este lugar, hacen que estas líneas sean escritas con una mayor convicción.

Hoy nos levantamos y fuimos a lavarnos la cara al mar. Luego de disfrutar de esta playita, nos fuimos a hacer snorkey a una playa muy cerca de aquí. El ver los peses de colores cerca de los corales, y nosotros nadando en su habitab natural, era una sensación extraordinaria.

Después de la siestita nos fuimos a Sunset Beach, donde hacen surf la gente que sabe, por eso este canario que la única costa más cercana era el Balneario Don Ricardo allá en el Arroyo Porongos, ni se metió en el agua por las dudas. por las dudas de que haga papelones.


Bueno mañana temprano volvemos a Waikiki Beach a devolver el auto y esperemos llegar a ver Pearl Harbor.

sábado, 12 de marzo de 2011

NOTA EN DIARIO EL PAÍS

Esta nota es la que me hicieron por teléfono a la mañana siguiente de lo vivido en la evacuación del tsunami aquí en Hawaii. Para leerla clickeá la foto para que se agrande.


Alumnos de CC.EE. estaban en Hawai

Un grupo de nueve estudiantes uruguayos de la Facultad de Ciencias Económicas estaba ayer en Hawai, cuando se anunció que el tsunami impactaría en sus costas. Finalmente el oleaje llegó pero lo hizo con una magnitud que no provocó ningún daño de entidad.
Kauai fue la primera isla alcanzada por el tsunami, que también llegó al centro turístico de Waikiki, entre otros lugares del archipiélago. El nivel del mar aumentó tres metros cerca de la bahía de Kealakekua, en el lado occidental de la Isla Mayor y llegó a la recepción de un hotel. También se reportaron inundaciones en Maui.
"Finalmente no fue tan grande lo que sucedió. Estamos en la isla Oahua a una cuadra y media de la playa. A eso de las 10 de la noche tuvimos que evacuar el hostal y nos fuimos lo más lejos posible de la costa", contó Juan José Panucci, uno de los integrantes del grupo en una conversación telefónica con El País. "A las tres de la mañana, supuestamente, iba a llegar el tsunami. Y después que terminó, a eso de las cinco y media de la mañana volvimos al hostal; estaba todo ok, no había pasado nada", añadió.
Los lugareños estaban "muy tranquilos", incluso en el momento de la evacuación. No era el caso de Panucci, quien admitió que estaba asustado. "Por suerte no había ni agua en las calles. La gente de acá nos dijo que solo fue una ola de dos metros", resumió.

viernes, 11 de marzo de 2011

TSUNAMI

Antes que nada decirles que estamos todos bien. Acá estamos viviendo el día viernes 11 de Marzo, y todos estamos bien pese a lo feo que pasamos anoche. Durante el día pasamos bárbaro, Waikiki es espectacular, las playas un paraíso, el agua parecía una piscina.


El tema TSUNAMI comenzó como a las nueve de la noche. Estábamos en el cuarto del hostal que queda en un cuarto piso, hablando con unos brasileros de la vida de la langosta, y de repente viene la novia de uno de ellos diciendo que la había llamado su jefe diciéndole que había ocurrido un gran terremoto en Japón, y que había una alerta de Tsunami para todo el Pacífico. Ahí mismo me quedé petrificado a la silla sin saber qué hacer.

Con el Chelo bajamos a la recepción del hostal donde hay wi fi para leer noticias en internet, y efectivamente confirmaban del terrible terremoto y de la alerta de tsunami. En ese preciso momento empezó a sonar la alarma de evacuación en toda la isla. Hasta ahora no me puedo sacar de los oídos ese sonido torturador. Les juro que cierro los ojos y lo sigo escuchando. En seguida el recepcionista del hostal pegó un grito en el patio llamando a todos para que bajen. Es así que hizo una especie de mini conferencia para explicar la situación y los pasos a seguir.

Nos comentó que la alarma que estábamos escuchando era la sirena de evacuación por posible tsunami. Nos dijo que bajemos las cosas para estar prontos para irnos al centro de evacuación. Que ni bien sepa donde sería, nos avisaría de inmediato para irnos.

El hostal se encuentra a una cuadra de la playa, tiene cuatro pisos, y debíamos evacuar pues se esperaba para las tres de la mañana un tsunami de seis pisos de altura. A 20 metros de nuestro hostal estaban hospedados cinco compañeros más del Grupo de Viaje, y enseguida nos juntamos para estar los nueve juntos. A ellos en su hostal les dijeron que las cosas las dejaran en el cuarto y que sólo llevemos con nosotros documentos, dinero, víveres y teléfonos. Por lo tanto decidimos dejar nuestras cosas en el cuarto de ellos, pues el nuestro ya había cerrado sus puertas diciéndonos que si mañana seguía el edificio en pie, nos veríamos en la mañana.

Nos dijeron que caminaramos hasta la esquina y que de allí doblemos a la izquierda para alejarnos lo más que podamos del mar hasta encontrar el centro de evacuación. La cuestión es que nunca encontramos dicho centro, y nosotros seguíamos caminando por la isla para lograr llegar a un punto alto y lejos de la costa. Le pedimos a un hombre que cargaba nafta en una estación si nos podía alejar aún más de la costa en la caja de su camioneta y lo hizo.

Yo estaba con un cagazo tremendo (no digo susto, porque era más que eso) mis compañeros también, pero supieron tranquilizarme. Nos dijeron que la Universidad podría estar abierta para refugiarnos por lo tanto decidimos buscarla para descansar tranquilos. La cuestión es que la Universidad estaba cerrada. No sé por qué en el diario el Observador dijeron que nueve estudiantes pasaron la noche en la Universidad cuando no fue así.

Nos empezamos a preocupar porque estaba amaneciendo en Uruguay, y se irían enterando de la noticia nuestros padres y se pondrían muy nerviosos. Algunos quisieron llamarlos, pero yo no quise pues no quería preocuparlos, pero obviamente que a medida que pasaban los minutos empezaron a sonar los celulares en busca de buenas noticias, y por más que nosotros no sabíamos si estábamos 100% a salvo, decidimos mentirle a nuestras propias familias para tranquilizarlas. Recuerdo decirle a mis padres que se queden tranquilos que estábamos calentitos en el centro de evacuados, cuando en realidad estábamos en el medio de la nada, sin idea de dónde carajo ir y empezando a sentir el frío de la noche hawaiiana.

La cosa es que llegamos a un puente de una autopista y decidimos descansar allí pues estabamos muy extenuados. Increíblemente allí había wi fi y nos pudimos conectar para ver en qué iba la cosa, y cada vez eran peores noticias. Llegaron a evacuar hasta ciudades de Ecuador y Perú. A todo esto eran como la una y media de la mañana y todavía faltaba para que llegue el tsunami a la isla. Empezó a lloviznar, entonces no podíamos quedarnos en el puente, y resolvimos seguir caminando. A todo esto la alarma de evacuación seguía taladrando nuestros oídos cada una hora durante dos minutos cada vez que sonaba.

Llegamos hasta una especie de veterinaria en donde había un techito, y ahí mismo armamos campamento. Nos tiramos al piso y tratando de encontrar la posición más cómoda, intentamos dormir. Algunos lo logramos, otros no y se mantenían alertas, pero siempre nos despertábamos cuando la maldita alarma sonaba para recordarnos que seguíamos en peligro.


Se aproximaba las tres de la mañana, y mis pulsaciones aumentaban con el paso de los minutos. Sin saber qué tan grande podría ser el tsunami, si perderíamos nuestras mochilas en el hostal, si nos iríamos de Hawaii en seguida, o qué.


La cuestión es que a partir de las tres la sirena dejó de sonar, y más tranquilos, pudimos dormitar un poco más. Pero el frío nos empezó a calar los huesos y resolvimos averiguar si teníamos chances de volver al hostal, si es que seguía en pie. Dentro de la veterinaria había un hombre y le preguntamos qué decían en la radio, y ahí nos enteramos que no había sido tan grave en esta isla. Por eso le pedimos que nos llamara dos taxis para irnos al hostal. el nuestro estaba cerrado, por lo que iríamos al hostal de los otros compañeros en donde habíamos dejado nuestras cosas.

Yo no quería volver, pues allí me sentía seguro pese al frío y al estar durmiendo en la calle. Pero por mayoría se decidió volver. Los taxis no podían pasar para llevarnos cerca del hostal porque estaba cerrada la calle. Caminamos y llegamos al dormitorio donde pudimos dormir los nueve en cinco camas. Recién a las seis de la mañana logramos acostarnos en colchones y poder descansar.

En la mañana me despertó por el celular un reportero del diario El País para hacerme una nota. Me dijo que mañana Sábado la publica en el diario.

La cuestión es que sigo shockeado, las cosas que se me pasaron por la cabeza anoche no las quiero ni recordar, pero estamos todos bien, Matías Arizaga, Marcelo Vives, Ignacio Astor, Andrés Pelufo, Federico Brum, Andrés Alsina, su novia y yo.

Ahora sólo queda seguir disfrutando de esta isla que promete ser hermosísima.