sábado, 2 de abril de 2011

NOCHE EN KUTA

Las calles de Kuta, o mejor dicho las callejuelas son un caos. Autos, motos y personas que van y vienen, por unos lugares tan estrechos que hacen que haya embotellamientos a cada rato. Empezamos a caminar por una calle principal por donde hay tiendas una al lado de la otra. Los comerciantes te llaman, te agarran y te llevan para venderte lo que sea. Si estás sin lentes de sol, ya te ofrecen unos, si estas sin remera agarrate porque te van a ofrecer desde camisetas de fútbol, hasta simples remeras y musculosas.

El regateo es la etapa uno del proceso de negociación. Por ejemplo yo me compré una banderita de Indonesia para bordar en la mochila, y me la querían vender a 100.000 rupias, algo así como 10 dólares americanos. Una bestialidad. Fue ahí mismo que le oferté 5.000 rupias y el tipo se reía y se quejaba, ya de una me bajó a 50.000 rupias, ahí fui yo el que se rió y diciéndole “no thanks” me iba del local. Me salió a buscar y me preguntó de donde era. Yo le dije que no era ni gringo ni europeo, que soy de América del Sur, y fue así que cerramos el trato en 20.000 rupias, unos cuarenta pesos uruguayos.

Lamentablemente yo con la pinta de gringo, siempre me quieren cobrar cifras astronómicas, pero diciéndoles que soy de Uruguay (y lo conocen gracias a Luis Suárez), zafo y logro conseguir buenos precios. De todas maneras no me he comprado casi nada, pues ya tengo en la mochila 15 kg, que es el máximo permitido en los vuelos que tenemos por Indonesia, Malasia y Filipinas.

Todo esto pasaba y recién empezaba la noche. Empezaron a cerrar algunos comercios, pero la cantidad de gente en la calle aumentaba. En la vereda lleno de personas una al lado de la otra ofreciéndote anfetaminas, viagra, marihuana, hongos mágicos, y hasta “young laydies” (mujeres jóvenes). Todo esto frente a la policia que camina por ahí. Una locura total. Lo peor de todo es que si ofrecen todo eso, es porque hay gente que se lo encaja. Nosotros la única droga que hemos consumido es el alcohol y vaya si lo hicimos.

Es que te regalaban tarjetas VIP’s para entrar a una discoteca de cinco pisos donde el vaso de cerveza durante dos horas costaba 1.000 rupias, es decir dos pesos uruguayos, sí sí, leyeron bien dos pesos uruguayos el vaso de cerveza. Entramos al lugar, y los únicos angurrientos que ya estábamos para tomar barato éramos nosotros. En otro piso había para picar bocaditos salados, algo así como panchos envueltos en masa, o también masa rellena de verduras. Todo esto gratis.

No paraba de pensar en la monografía que realicé con mi amigo para recibirnos, y pensaba cómo ganan los dueños del lugar, empecé a formularme los costos fijos, los variables, pero todo me sonaba muy raro. Matías preguntó, y resulta que allí trabajan cuatrocientos empleados. El tema es que transcurrían los minutos y las pistas se empezaron a llenar, y la oferta de la cerveza culminaba. Y era ahí, pese a no cobrar entrada, que la venta de bebida después de media noche salía considerablemente más cara.

Seguimos recorriendo diferentes discotecas, y en todas ellas la gente muy loca. Tal vez esta gente es la que le compra los estupefacientes a los tipos de la calle y quedan así de sacados, pero ver toda esa locura era muy, pero muy divertido. Realmente la pasamos muy bien, nos divertimos muchísimo entre tanta gente.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario