sábado, 30 de abril de 2011

LLEGADA A BEIJING

La llegada a Biejing fue una travesía de principio a fin. No sólo por el hecho de estar en viaje al rededor de cuarenta y ocho horas entre vuelos y esperas en aeropuertos, sino que también por cómo logramos junto a Matías y Martín llegar hasta el hostal.

El tamaño del aeropuerto de esta ciudad, es directamente proporcional a la cantidad de personas que viven aquí, pero no así con las personas que usan esta terminal de transporte, pues aquí se suele trasladarse mucho en tren por razones económicas. 

La explicación por la cual el aeropuerto es realmente enorme, tanto que tuvimos que tomarnos un tren para ir a buscar nuestro equipaje dentro de la misma terminal, es porque se refaccionó para las Olimpíadas de Beijing 2008.

Llegamos, y tras sacar dinero del cajero, fuimos en busca de un taxi. Matías se había encargado del tema del hostal, y él tenía en su computadora un mapa con la dirección para llegar a descansar lo antes posible.

Grande fue la sorpresa, cuando descubrimos que aquí NO hablan inglés y ni siquiera hacen el esfuerzo por entenderte. Muchos negaban con la cabeza diciendo no sé que cosa en chino y se iban y nos dejaban en el medio de la calle con las mochilas tiradas en la calle. Venía otro taxi y lo mismo, resongaban y decían que no, que no. Es que claro, la dirección la teníamos anotada en inglés, no en su idioma.

En un momento un taxista que lo único que sabía decir en inglés era "hello" y "OK", se hizo entender y tras ver el mapa, nos subió las mochilas al auto y nosotros también subimos.

Aquí no termina la historia, recién comienza!

A altas velocidades (a 140 km en la hora) arrancamos por la autopista mientras el conductor fumaba, y hablaba por celular. Yo iba adelante y me aseguré con el cinturón por cualquier eventualidad.

De repente, vemos como se pasa al carril contrario, baja la ventanilla, saca la mano, y de otro auto que venía en dirección contraria, recibe un papelito, todo esto sin detenerse. Con los chiquilines nos miramos y no entendíamos nada, mucho menos cuando tras dicha maniobra, el taxista se reía con vehemencia, tanto, que no sabíamos si reirnos, o llorar de preocupación. Obviamente esa maniobra significó ahorrarse el peaje que cruzamos unos kilómetros después.

Pero no se levanten de sus butacas señores! la función aún continuaba...

Nos hizo señas de que quería ver otra vez el mapa, y ahí nos dimos cuenta que no tenía la más remota idea de a dónde debía llevarnos. LLamó a una operadora, y me la pasó para que hablara con ella y le deletreara primero el nombre del hostal, y tras no encontrarlo en alguna base de datos, preguntó por la dirección, y obviamente no me entendió muy bien, o no me hice entender muy bien, y tampoco encontró la dirección. Era muy tragicómico verme en un taxi en una de las ciudades más pobladas del mundo, de noche, hablando por el celular del taxista con una operadora que nos haga de GPS a través de ese celular, que como si fuera poco, se estaba quedando sin batería, y eso al taxista le causaba muchísima gracia, y seguía riéndose como un desquiciado.

A punto estábamos de entrar en pánico, cuando por obra de magia entre un parrafo en la computadora de Mati, encontramos unas letras chinas que sin saber qué significaban, pero con la ilusión de que fuese nuestra salvación, se la mostramos, y tras unos diez o quince Ok's que dijo sin respirar, llegamos al tan ansiado hostal para descansar de tanta tensión vivida.

¿ILEGAL?

Antes que nada ageadecer a dos compañeros de viaje que me pasaron un truco para evadir las autoridades chinas y poder comunicarnos al blog y al facebook.

Aquí en China es ilegal conectarse, de hecho, no se puede por más que uno lo intente. La razón es por ejemplo, lo que pasó hace ya unos meses en Egipto, es decir que las multitudes via redes sociales de intermet, confabularon contra el gobierno, y lograron reunir miles y miles de personas en las calles para manifestarse contra el mismo.
La cuestión es, si una autoridad china lee este blog, vendrá a buscarme al hotel? O peor aún, arrastraré conmigo a los compañeros que me pasaron el truco para poder tener acceso? No lo sé, pero la cuestión es que intentaré ir actualizando el blog de a poco, puesto que si bien tengo acceso, el mismo es muy, pero muy lento.

Espero puedan seguir leyendo estas líneas, que lejos están de reunir multitudes, sino que lo único que quieren transmitir es felicidad y agradecimiento.

jueves, 28 de abril de 2011

FIN DE ETAPA I

Como les comentaba en una de mis primeras publicaciones, el viaje lo divido en cuatro grandes etapas. La primera ya culminó, que eran los dos meses previos a entrar al Grupo de Viaje. La Etapa II es la que realizo con el Grupo que va desde China hasta Turquía aproximadamente tres meses. Luego tenemos la Etapa III que es la vuelta a Europa en camioneta con tres amigos durante dos meses. Y por último la Etapa IV, que consiste en un mes en el cual estaré con mi novia Cecilia en Francia, Suiza e Italia.

La Etapa I fue fantástica, conocimos lugares inolvidables pasando por todos los climas y paisajes: nieve en las montañas de Yosemite, glaciares, lagos y fiordos en Nueva Zelanda, volcanes en Bali y en Hawaii, hasta tsunami en ésta última, selva y rápidos en Sumatra, y playas y bellas ciudades en el resto de los lugares.

Haciendo una especie de ayuda memoria, los destinos que quedaron atrás en esta etapa que acaba de culminar fueron: de Estados Unidos: Miami, San Francisco y Honolulu; de Nueva Zelanda: la Isla Sur; de Australia: Sydney; el país/ciudad Singapur; Bali, Yakarta y Sumatra de Indonesia; Kuala Lumpur, capital de Malasia; y por último, la isla Palawan de Filipinas en donde encontramos a El Nido.

Todos destinos increíbles y alucinantes, de los cuales si recomiendo Nueva Zelanda y Filipinas, sé que no defraudaría jamás.

Ahora aprovechando los cincuenta minutos de escala en Hong Kong, les doy y me doy la bienvenida a la Etapa II para disfrutarla juntos. Bienvenidos a bordo!

miércoles, 27 de abril de 2011

FILIPINAS – Día 13 – Manila


Este último día en este país tan maravilloso como es Filipinas lo empecé muy temprano en Puerto Princesa. Ya había dejado todo pronto la noche anterior, por lo que después de hacerme el último sobrecito de leche en polvo que tengo desde que cenamos una noche en un Mc Donald’s de Singapur hace ya un mes, salí a la calle en busca de un moto taxi.

Estaba nervioso pues era muy temprano y temía no encontrar locomoción que me lleve hasta el aeropuerto. Pero al doblar la esquina, veo venir un moto taxi, pero venía con una señora, lo quedo mirando maldiciendo para adentro, cuando de repente para y me pregunta si necesito viaje. Yo le dije que sí, la señora se corrió, e íbamos los dos pegados nalga contra nalga en ese moto taxi destartalado. Al llegar a un mercado la señora se bajó, y ya con más espacio, nos dirigimos al aeropuerto mientras conversábamos con el taxista de lo increíble que es Palawan.

Mi vuelo salía a las 9:10 de la mañana, y como en la reserva decía que el check in era dos horas antes, llegué al aeropuerto exactamente a las 7:10, ni un minuto más, ni un minuto menos. Sorpresa fue la mía cuando al llegar a la puerta de Departure, ésta estaba cerrada con una cadena con candado, en el vidrio un cartel que anunciaba su apertura a partir de la hora 7:30, por lo que tuve que esperar primero en la fila hasta poder entrar.

Una vez finalizado todo el trámite del check in, mientras esperaba en la sala de espera previo a abordar el avión, me sentía muy observado, es que era el único occidental allí dentro. Era tal la incomodidad, que decidí ir a un rincón para no llamar tanto la atención entre medio de tanto filipino. Al rato llegó una pareja de tez clara como la mía, y las miradas se diversificaron en tres personas en vez de en una sola.

Es increíble cómo llamamos la atención, no sé si será por lo rubio, o porque no están acostumbrados a ver muchos turistas por esta zona, pero por ejemplo ayer cuando salí a comprarme el almuerzo a un almacén, habían muchos niños y todos se reían y me saludaban, al salir del almacén me encuentro como con veinte niños amontonados que me esperaron para darme la mano y decirme“hello, hello”. Pero ojo que sólo se reían y saludaban, en ningún momento pedían dinero o caramelos, sólo era su curiosidad por saber quién era, qué hacía allí.

Llegué a Manila, a la terminal 3 de vuelos domésticos, y de allí tuve que venirme hasta la terminal 1 desde donde saldrá mi vuelo hacia Singapur, para luego dirigirme a Beijing previa escala de cincuenta minutos en Hong Kong.

Ahora me encuentro sentado en el suelo, recostado contra mi mochila escribiendo estas líneas. Recién dentro de seis horas me encontraré con Matías y Martín para hacer juntos los trámites pertinentes para abordar el avión de Tiger Air.

No tuve wi fi en el aeropuerto y tuve que matar el tiempo de alguna manera. Y lo hice cociendo banderitas de los destinos que he conocido y conoceré en la mochila. De ahora en más la mochila tiene nombre y apellido, la llamo "La Abanderada".



Me quedaron bárbaras realmente, no así mis dedos que los tengo con ampollas. Es que se imaginarán que ésta debe de haber sido la segunda o tercera vez que cozo, la anterior fue cuando le cocí el botón de la bermuda al Chelo.

En la primer foto se aprecian las banderas de Malasia y de Australia, en la segunda foto la de Filipinas, Uruguay y China. Me quedan por cocer otras banderas, pero no sé cuándo lo haré puesto que en promedio demoré una hora para cada banderita, y no creo que de aquí en mas cuente con tanto tiempo para dicha tarea.

Les mando un fuerte abrazo a todos, ahora termino esta entrada en el aeropuerto de Singapur, siendo las tres y media de la mañana. Dormiré acostado en un sillón del Mc Donald's para partir rumbo a China a primeras horas de la mañana.

martes, 26 de abril de 2011

FILIPINAS – Día 11 y 12 – Puerto Princesa

Con tanta emoción por la despedida de hoy, no les comenté lo del día de ayer.

Salimos de mañana muy temprano en una camioneta junto con Nacho y el Chelo rumbo a Puerto Princesa.  Después de casi seis horas de viaje, llegamos a la terminal de ómnibus desde donde nos tomamos un moto taxi hasta un hostal que nos habían recomendado, el Banwa Pension, que queda a quince minutos del aeropuerto.

Por la tarde salimos a caminar por esta ciudad pequeña, que de especial no tiene mucho, más que ver vaqueros a cincuenta pesos, o remeras a diez pesos uruguayos. Comí por ahí unas calamares muy buenos, y volvimos al hostal.

De noche fue un gusto escuchar a Nacho tocar la guitarra del hostal mientras el Chelo cantaba esas canciones que les gusta a ellos de Los Piojos, La Renga, entre otros rockeros argentinos.

El último día en Puerto Princesa no hice mucha cosa, pues quedé solo, y no estaba de ánimo como para hacer grandes aventuras en esta ciudad. Por lo que me dediqué a descansar, escribir, y meditar.

Mañana temprano, me voy al aeropuerto para ir a Manila donde pasaré todo el día en el aeropuerto de dicha ciudad, esperando a Matías y a Martín para tomarnos juntos el vuelo a Singapur.

ADIÓS, HASTA BANGKOK

¿El sentirse sólo es un estado de ánimo, o es una decisión? En esta encrucijada me encuentro ahora, pues por un lado está latente este sentimiento de soledad, pero por otro las ganas y la necesidad de sentirse bien, a pesar de saber que estoy solo en Filipinas. Tan solo, que en un rato quedaremos en el hostal sólo el recepcionista y yo.

Esta mañana, me puse el despertador muy temprano, para despertar al Chelo y a Nacho, pues su vuelo era en la mañana, y no quería que lo pierdan. Ellos se van a Manila, y esta noche, ya pisarán tierras milenarias como son las de China.

Los desperté, aprontaron sus cosas, las mochilas, el mate, y tras un fuerte abrazo, y aguantándome las lágrimas en los lagrimales, nos dijimos "adiós, hasta Bangkok". Es que no será recién hasta dentro de un mes, cuando nos reencontremos en Tailandia.


Con Matías y Martín nos encontraremos en dos días en Manila para irnos juntos a Beijing.

Es duro separarse de personas con las que compartiste los dos primeros meses de este sueño tan esperado. Aprendimos a convivir juntos, y a disfrutar juntos. Nunca olvidaré su mirada perdida en el horizonte, como queriendo buscar una explicación a tanta belleza. 

Conocimos juntos unos destinos increíbles, compartiendo alegrías y tristezas cuando alguno extrañaba a los suyos. Fueron muchas las sensaciones compartidas, que hicieron que la despedida sea muy dura.

Fue emocionante ver también cómo maduramos en casi dos meses, sobretodo Nacho. Les puedo asegurar que el Nacho que despedí hace unas horas, no es el mismo que aquel que salió el dos de Marzo desde el Aeropuerto de Carrasco.

Realmente me siento orgulloso de haber compartido con ellos esta primer etapa de un viaje que nos marcará para siempre. Recuerdo que cuando nos íbamos conociendo durante la preparación  de esta travesía, veía que para ellos el viaje también era su sueño, y que el compartirlo con ellos, potenciaría el disfrute y las ganas de conocer otros mundos. Y vaya si se hizo!

Ahora los extrañaré, pero nos mantendremos en contacto con mails, y siguiendo nuestros respectivos blogs.


De pie señores, me despido de dos personas excepcionales como los son el Chelo y Nacho... Adiós, hasta Bangkok.

domingo, 24 de abril de 2011

CRECER EN EL NIDO


Una mención importante se merece el tema de los niños de este remoto pueblo al norte de Palawan. Es que llama poderosamente la atención la cantidad de infantes que se ven en El Nido. Tal vez se explica por la falta de electricidad que hace que todos salgan a divertirse al aire libre.

Sentado en la terraza del hotel, ya sea de mañana, como en la tardecita, se ven centenares de niños en la playa jugando y divirtiéndose como locos. Lo único que se escucha es el ruido del agua y de sus carcajadas.



Todos salen a la playa a encontrarse con sus amiguitos y a jugar en la arena o en el agua. Pescan, nadan, reman en botecitos, juegan al fútbol, improvisan una cancha de bochas en la arena poniéndola lisita y con bolas de arena juegan a las bochas, también carreras de tapitas de plástico en la misma cancha que confeccionan para las bochas, o tan solo juegan a la mancha o pasan por tu lado y te saludan y se ríen con una ingenuidad increíble. El intercambiar sonrisas con estos niños, hace que el alma se anime a seguir conociendo otras realidades, y ayuda a darnos cuenta que pese a las pocas cosas materiales que tienen, la felicidad es posible!




Es emocionante verlos nadar, los más chicos con botellas de plástico dentro de sus remeras improvisando una especie de salvavidas para lograr mantenerse a flote.

En cada destino que he estado, intento sacar fotos de los niños, es que ellos son el futuro de esos lugares; además, en la cara de un niño, se descubren todos los estados de ánimo. Uno puede con sólo mirarle los ojos saber si están tristes, solitarios, felices, o cansados. Y aquí en El Nido logré captar imágenes en las cuales en todas ellas se aprecia la felicidad como sentimiento preponderante. 
 

Estoy seguro que no conocen el Play Station, ni el Nintendo wi, pero sí conocen como es el divertirse codo a codo con sus hermanitos o amigos en la arena, respirando este aire purificador.

Nunca escuchamos un llanto, o uno malhumorado porque perdió la carrera de tapitas, sino que al perder, buscan otra tapa como queriendo encontrar la más aerodinámica para lograr la victoria.


A las diez menos cuarto de la noche, suena una alarma que indica que tienen quince minutos más de divertimento en la vía pública. Es que a las diez en punto suena por última vez, y ya no se ven más niños en la playa.

Es oportuno contar la primera experiencia al escuchar dicha alarma.

Estábamos por ahí con Nacho y Martín cenando unas hamburguesas en un carrito cuando escuchamos esta alarma. Enseguida se me paralizó el corazón, y me transporté a Hawaii a aquella noche digna de olvidar, en la cual debimos evacuar por la alerta de tsunami.

Sin pensarlo, a pesar de las risas de los chiquilines al ver mi cara, me fui corriendo al hotel en busca de alguna noticia que diga que se esperaba un tsunami en costas Filipinas, pero por suerte de nada de esto se trataba, sólo era para que los niños se vayan a sus respectivas casas a descansar.

FILIPINAS – Día 10 – El Nido


Este sexto y último día en El Nido (décimo en Filipinas) fuimos los cinco, más un argentino que conocimos en el pub, a una playa cerca de El Nido llamada Las Cabañas. Una playa abierta con palmeras y agua cristalina, algo natural en esta zona, pero que siempre gusta y se disfruta.


La idea era estar los cinco juntos, pues mañana Lunes ya nos separamos hasta volver a encontrarnos dentro de un mes, cuando Nacho, Matías y el Chelo se unan al Grupo de Viaje en Bangkok.

Es medio complicado de entender, pero con Matías y Martín nos vamos a Beijing, compartimos sólo un día, y yo después me uno al Grupo de Viaje que es justamente en ese destino donde comienza el Grupo. Matías, Martín, Nacho y el Chelo, hacen China por su cuenta, no lo hacen con el Grupo de Viaje. Martín se une en Hong Kong, y el resto en Bangkok.

No me puedo olvidar de comentarles algo insólito que nos pasó antes de ir a Las Cabañas. La cuestión es que Matías se levanta, y al igual que todas las mañanas, se va a desvelar tirándose al agua. Cuando sale ya sin las lagañas en sus ojos, se queda atónito con lo que ve y nos llama a todos.

Es que dos casas más a la izquierda del hotel se encuentra un escudo de nuestro querido Uruguay con la leyenda: “Consulado de Uruguay”. Obviamente no podíamos creer que recién ahora lo veíamos, y mucho menos podíamos creer que exista en este remoto lugar un consulado. Averiguamos, y resulta que ese escudo fue robado del consulado de Manila, y se lo regalaron al dueño de dicha casa. Al menos eso nos contaban. 


sábado, 23 de abril de 2011

MÁS FILIPINAS POR JAPÓN

Para los que han preguntado, y para los que se han olvidado, les comento que en lugar de ir a Japón debido al desastre nuclear que sucedió luego del terremoto y tsunami en el norte de dicho país, decidimos hacer más días aquí en Filipinas.

Como les comentaba en su oportunidad, manejamos varias opciones para sustituír a tan hermoso destino como lo es Japón. Desde Laos, más días en China, hasta distintas islas de Malasia. Pero finalmente  nos decidimos por Filipinas en donde no sólo ahorramos en el viático, sino que se disfruta en demasía de sus playas paradisíacas.

El 27 de Abril de mañana, parto sólo de Puerto Princesa a Manila. En el aeropuerto de esta ciudad, me encontraré horas más tarde con Matías y Martín, con quienes volaré por la noche hasta Singapur. Llegamos a las dos de la mañana del 28 de Abril, tras dormir en el aeropuerto, nos tomaremos a las diez de la mañana un avión con destino Beijing previa escala de pocos minutos en Hong Kong.

El problema que me surge aquí, es que éste último vuelo yo lo tengo en realidad para el 29 de Abril, pero intentaré viajar el 28 si hay lugar en el vuelo, sino tendré que pasar un día en solitario en Singapur.

Veremos qué es lo que pasa... mientras tanto, sigo disfrutando de Filipinas!

FILIPINAS – Día 9 – El Nido

Anoche fuimos a cenar con los chiquilines al pub que queda al lado de nuestro hotel. Con las mesas en la arena, iluminado con las antorchas, comí un calamar entero a la milanesa, hasta la cabeza y todo me comí, exquisito realmente.

El noveno día en Filipinas, el penúltimo en El Nido, Martín, Matías y el Chelo se fueron a pescar embarcados, pero a mi como no me gusta pescar, no los seguí en su travesía, y decidimos con Nacho recorrer otras islas, otras playas.

Yo quería hacer el tour B, pues ya habíamos hecho el A y el C. Pero como Nacho no había hecho el tour A, hicimos un mix del A y el B. Si el día anterior, al ser cuatro, el bote era chico, imaginensé ahora, que sólo éramos dos, lo que era la canoa en la que nos embarcamos. No habíamos hecho cincuenta metros, y se apagó el motor, con Nacho nos mirábamos y nos reíamos.

Repetí las tres primeras playas que visitamos, la Small Lagoon, la Big Lagoon y Zimisu Beach. De más está decir, que por más que las haya repetido, las disfruté como si fueran la primera vez que las veía.

La siguiente playa fue la Snake Island, mismo nombre que una de las playas que habíamos ido en Honda Bay. El nombre es por su forma, pues vivoreando por el medio del agua, sobresale sólo arena. Pero parece que en esta época del año, la vívora se baña, pues no sobresalía arena, pero sí se veía el banco de arena. Bañarse allí, era como tocar el cielo con las manos. Nos quedamos largo rato nadando y caminando por el cuerpo de la serpiente, disfrutando de ese paisaje increíble.



Después de esta playa espectacular, nos dirigimos a una de las mejores playas de El Nido, Inabuyutan Beach. En realidad aquí no es que haya una playa mejor que otra, simplemente son tan distintas, que hacen que cada una tenga algo en particular que atrae.

Esta playa, se ubica en una montaña alta y rocosa, y en un costado, palmeras y arenas blancas. Llegando a la playa, ya se divisaban los cocos caídos descansando sobre la arena; y el agua verde, intentando arrebatarlos, para llevarlos con su corriente, hacia otra isla.

Aquí nos quedamos bastante tiempo, disfrutando de este aire tan puro, debajo de la sombra de una palmera con una vista maravillosa al resto de las islas.


Volvimos al hotel, cansados y quemados, pues no teníamos toldo en el botecito para que nos protegiera del sol, pero esta vez me puse bronceador, y no me quemé tanto.

Al sentarme en la terraza del hotel a escribir en el blog, cada vez que levanto la vista y miro el mar, es una postal que no me canso de ver. Esta vez, el cielo naranja me hipnotizó, y termino escribiendo estas líneas inmerso en este paisaje espectacular.



viernes, 22 de abril de 2011

FILIPINAS – Día 7 y 8 – El Nido

El séptimo día en Filipinas, nos dedicamos a pasear por el pueblito de El Nido, es que con el kayak y con el Tour A, yendo a las playas de las islas cercanas, no habíamos dedicado mucho tiempo para transitar las pocas calles de este pueblo.

Nos quedamos tranquilos en el hotel con la vista al mar, caminamos por ahí, y al llegar la noche fuimos al restaurant que pone mesas en la arena iluminadas por antorchas. Nos sentamos en una mesa con un argentino y dos filipinos, conversamos de todo un poco, a medida que alguien pasaba, los filipinos los invitaban a sentarse, y así la ronda se fue agrandando hasta lograr un mix de nacionalidades importante.


En el octavo día, Viernes Santo, decidiomos hacer otro tour, el C, el cual nos habían recomendado en la concurrida mesa de la noche anterior.

Me levanto temprano, y voy a la panadería para comprarme unas galletitas caseras exquisitas que hacen allí. Al lado de la panadería se encuentra una especie de capilla, de no mas de dos metros cuadrados. En la puerta un hombre arrodillado con la espalda ensangrentada. En su mano, una especie de plumero, pero en vez de ser con plumas, era con palos de madera, con el cual se autofragelaba en una especie de sacrificio por el Viernes Santo. Atrás de él otro hombre con la cara tapada y un cinturón en la mano con el cual le pegaba en la espalda y el la planta de los pies.

No daba crédito lo que estaba presenciando, por lo que corrí al hotel en busca de mi cámara para poder mostrarles a ustedes aquella locura. Cuando llego el hombre ya se había metido en la playa a enjuagarse, y al salir las heridas seguían sangrando de gran manera.

Minutos antes de tener todo pronto para salir en el tour C, siento el mismo ruido de las maderas golpeándose. Salgo del hotel, y otro hombre haciendo el mismo sacrificio con la cara tapada con una remera sujetada por una corona de espinas. Con estas imágenes aún en mi cabeza partimos en el tour a otras nuevas playas.


Como al tour solo fuimos cuatro, pues Yuval y Matías prefirieron quedarse, el bote era de dimensiones pequeñas, lo que hizo que en altamar, las olas lograran asustarme en más de una oportunidad, claro está, que no se necesita mucho para asustarme.

A la primer playa que nos llevaron fue a Hidden Beach, la razón de su nombre es porque se encuentra escondida detrás de unas rocas enormes. De más está decirles que el color del agua era hermosísima.


Tras un baño en esta playa, seguimos rumbo a Secret Beach, a la cual no siempre se puede acceder, ya que el único acceso es nadar por una grieta en una enorme roca, dicha grieta, sale a la superficie solo medio metro por lo que debes sumergirte y esquivar las filosas paredes rocosas. Justo cuando estaba pasando, vino una ola y me empujó hacia la roca, pero no fue mas que un razpón al apoyar la mano.



Después de visitar esta playa secreta, fuimos a otra llamada Matinloc Shrine, para la cual tuvimos que hacer varios minutos en el pequeño bote con olas que veíamos pasar por debajo de la embarcación. esta playa era muy linda, chica, pero abierta.


A raíz de esos minutos tomando sol, es que estoy que me arde todo el cuerpo. Pero pucha, cómo se disfruta igual!

Ya había pasado el mediodía, por lo que estábamos con hambre. Pero no fue hasta en la próxima playa, la Talisay Beach, que degustamos bajo la sombra de un árbol, unos pollos y pescados con arroz.


Por último, nos quedaba una de las mejores playas de El Nido, la llamada Helicopter Island por su forma parecida a un helicoptero. Una playa muy abierta con bastante arena y una vista al resto de las islas formidable.


Volvimos al hotel tras otro día de playas paradisíacas que nunca dejan de asombrarte.

jueves, 21 de abril de 2011

¿DÓNDE ESTÁ NEMO?


Tal vez si el creador de la película “¿Dónde está Nemo?” hubiese venido a El Nido -  Filipinas, no hubiese titulado de esa manera su gran éxito taquillero, por el cual, gracias a él, se hizo famoso el pez payaso.

Cuando estábamos preparando el viaje, leí por ahí que Nemo está por estas playas, por lo que no me quería ir de aquí sin encontrarlo. Cada vez que me sumergía haciendo esnorquel, lo buscaba y lo buscaba, pero nunca lo encontraba.

Ayer, cuando estábamos en Secret Lagoon realizando esnorquel en la playa, Martín me pega un grito desgarrador: “Juanchi, encontré a Nemo, encontré a Nemo!!!”, no me daban los brazos para nadar hasta donde estaba Martín.

Meto la cabeza bajo el agua, y allí estaba Nemo, acompañado por otro igual a él, entre una planta marina. Al vernos, se escondían en la planta, y se asomaban dudando de nuestra presencia en su habitat natural. Lo cómico era ver como en contrapartida con los demás peces que al vernos, salen despavoridos nadando sin ningún destino, Nemo, se escondía en esa planta sintiéndose seguro allí.

Me quedé con ellos por más de diez minutos jugando a las escondidas; salían, nadaban, y se escondían, así cientos de veces. Fue muy divertido ver a estos dos pececitos del tamaño de un pulgar nadando a centímetros de nuestros ojos.

Decido dejarlos tranquilos, y cuando estaba por subir al bote, Marcelo que se había quedado viéndolos, nos dice: “agarré a uno, agarré a uno”, con Matías y Martín,  no le creíamos, pero realmente lo había hecho, y tenía entre sus dedos a Nemo. Llenamos unos lentes con agua, y lo depositamos allí para verlo nuevamente. A Matías se le ocurrió sacarnos fotos con él para tener el recuerdo de nuestro primer encuentro con Nemo.


Por último, cuando fuimos a otro lugar a hacer esnorquel, aquel que les comentaba que parecía una pecera gigante, logramos ver, en la misma especie de planta marítima, familias de peces payaso. El más grande que vimos era del tamaño de una mano, y al acercarnos, salía como queriéndonos espantar y alejar de los más pequeños, que asustados, aguardaban escondidos en la planta.

Con esto ya les puedo decir, que me voy a ir de Filipinas feliz de haber encontrado, después de tanto tiempo de ver la película, al perdido Nemo!

FILIPINAS – Día 6 – El Nido


Acá en El Nido, las mejores playas, están escondidas en las islas cercanas. Por eso, se cuentan con cuatro tours para hacer los cuales duran todo el día, el tour A, B, C y D respectivamente. Cada uno te lleva a distintas playas, y como son de nueve de la mañana a cinco de la tarde, incluyen el almuerzo.

Este sexto día en Filipinas, segundo en El Nido, decidimos realizar el tour A. Salimos embarcados en los típicos botes filipinos rumbo a conocer playas que de sólo verlas, te imaginas estar formando parte de una postal, o de esos fondos de pantalla que tanto solemos usar en nuestros monitores, como queriendo algún día estar allí.

Mientras íbamos hacia Small Lagoon, veíamos el largo trecho que habíamos remado el día anterior en los kayaks. El nombre de esta playa es porque sobre un costado de la misma, se forma una laguna pequeña de agua totalmente verde, y al sumergirte, es totalmente transparente.


Después de nadar por allí, nos dirigimos a Big Lagoon, ésta, no es una playa, sino que entras como por un pasillo entre altos acantilados, y al fondo una laguna enorme de un color azúl tan intenso como hermoso.


De allí nos fuimos a Secrtet Laggon, donde almorzamos. Ésta playa con palmeras de coco y arenas blancas hizo que saquemos tantas fotos como nunca; es que parecía que cada lugar que llegábamos era más lindo que el anterior, aquí la belleza nunca acaba.


En esta playa almorzamos costillas de cerdo, con arroz (acompañamiento que nunca falta en el este asiático), y también degustamos unos exquisitos calamares.


Después de almorzar, nos fuimos a conocer la razón del nombre de esta playa. Es que hay una laguna escondida, por eso el nombre de “Secreta”. Nos metimos al agua, y por un agujero de no más de un metro de diámetro, nos metimos, y allí estaba una piscina rodeada de acantilados puntiagudos.

Después de un buen rato, nos llevaron a Zimisu Beach, que en realidad nunca pisamos la arena, porque la idea en realidad es tirar las sobras del almuerzo a unos cuarenta metros de la orilla, para que miles de peces vengan a alimentarse mientras nosotros los observamos haciendo esnorquel a centímetros de ellos.

Nos sumergíamos y te sentías como un pez más. Rodeados de peces de colores y de un agua tan transparente como el aire, pero a su vez tan azul como el cielo. Era como estar en una pecera gigante.


La diferencia de este esnorquel con el realizado en Honda Bay, es que en Honda Bay, había corales enormes por entre los cuales nadábamos, pero en este de El Nido, era como estar en una piscina, no teníamos que estar esquivando los filosos y peligrosos corales.

Por último, nos dirigimos a una playa denominada Comando Beach, en donde había un barcito en donde vendían los cocos que sacaban de las palmeras allí erguidas. Ya cansado y quemado, pues no me había puesto bronceador, volvimos a nuestro hotel con esas playas grabadas en nuestras retinas para siempre.

miércoles, 20 de abril de 2011

FILIPINAS – Día 5 – El Nido


Nos levantamos, y mientras los chiquilines se bañaban en la playa para desvelarse, yo prendí la computadora para poder hablar con la flía. Pero resulta, que no había wi fi. Pregunté la razón por la cual en la noche teníamos conexión y ahora no, y me dijo que de seis de la mañana a dos de la tarde no hay electricidad en todo El Nido. Sólo lo hay, por intermedio de generadores, para las heladeras. Ahí entendí el por qué el ventilador se había apagado y nos moríamos de calor en el cuarto.

Con Martín, Nacho y Yuval (el israelita) decidimos alquilar dos kayaks dobles para salir a recorrer las islas, mientras Matías y el Chelo no quisieron hacer mucho esfuerzo físico, y prefirieron quedarse.

Empezamos a remar con destino final una playa que nos habían recomendado que quedaba del otro lado de la isla de enfrente. Aproximadamente demoraríamos una hora y media en llegar, pero para disimular semejante travesía, íbamos parando en playas que íbamos divisando a medida que remábamos. Era espectacular como el color del agua debajo del kayak, iba cambiando de colores según la profundidad y según si el fondo era de arena o de coral.

Así fue como llegamos a la primera playa, hermosísima. Una playa abierta, con las mismas características que todas las playas aquí en Filipinas, arenas blancas, y el agua caliente y transparente. Descansamos un poco, y seguimos remando.


La próxima playa que paramos fue una playa pequeña, con rocas enormes en sus puntas y una vista del horizonte espectacular, es que se divisaban las otras islas allá a lo lejos.


Almorzamos refuerzos de atún y bananas que habíamos comprado antes de salir, y con las fuerzas casi recuperadas fuimos por la playa que nos habían recomendado.

Al llegar allí la playa era muy pequeña, nos íbamos acercando, y por un costado se veía el agua de un color verde claro muy intenso, al dar vuelta una roca, nos encontramos con una piscina natural que nos dejó de boca abierta. Nos bañamos en ese lugar rodeados por los acantilados, era muy profundo, pero lográbamos ver el fondo de tan clara que estaba el agua. Al gritar, el eco repetía una y otra vez nuestra felicidad.


Ya eran las cuatro de la tarde, y debíamos entregar los cayaks a las cinco. Por lo que empezamos, ahora sí, nuestro regreso sin parar. Remábamos y remábamos y con el viento a favor, avanzábamos a gran velocidad. Yo iba con Martín quien cansado ya dejaba de remar y yo atrás dale que te dale con el remo.

Llegamos quince minutos más tarde de lo estipulado muy extenuados, pero con la sensación de haber vivido un día que jamás olvidaremos en estas remotas playas de Filipinas.

martes, 19 de abril de 2011

FILIPINAS – Día 4 – Saban

El cuarto día en este destino, lo dedicamos a visitar una de las mayores atracciones turísticas de Puerto Princesa. Hicimos el check out del hostal de Honda Bay, nos alquilamos una camioneta para seis personas, y fuimos a Saban, en donde se encuentra el río subterráneo más largo del mundo.

El conductor, nunca respetaba su carril. En cada curva se cruzaba, y tocaba bocina por si venía alguien. Más de una vez tuvo que hacer alguna maniobra brusca para evitar una moto, un auto, un ómnibus público de esos donde la gente va colgada hasta del techo, o algún animal. En realidad los otros tenían que esquivar al animal del conductor! Pero la cuestión es que después de dos horas de subir y bajar montañas, llegamos a Saban.

Allí tuvimos que esperar bastante para tomarnos un bote que nos lleve hasta la entrada del río subterráneo, y de allí nos subiríamos en una canoa para entrar al río. Por lo tanto, mientras esperábamos, aprovechamos a almorzar algo en la playa.

Nos tocó el turno, y partimos al lugar que tantas veces vimos en fotos al preparar el viaje. El color del agua nos seguía sorprendiendo como la primera vez. El bote nos dejó en la orilla de una playa y de allí caminamos por la jungla unos minutos hasta llegar a donde el río comienza a transitar por debajo de la montaña.


Cuando nos subimos a la canoa, la misma quedaba casi que al nivel del agua, lo que hacía que si nos inclinábamos un poco, entrara agua. Ya con los chalecos puestos, y los cascos en la cabeza, empezamos a adentrarnos en la oscuridad de la enorme cueva.


El Chelo iba adelante, y era el encargado de iluminar con una linterna donde el conductor-guía, que iba atrás remando, le decía. Pero como le avisaba en inglés dónde iluminar, el Chelo iluminaba donde le parecía pintoresco. Después le agarró la mano y no era necesario gritarle “a la derecha, dijo a la derecha!”

La travesía por este río subterráneo duró cuarenta y cinco minutos. Durante los cuales escuchábamos permanentemente el chillido de los miles de murciélagos que viven allí. Si apagábamos la linterna, había una oscuridad total.

La cueva llega a tener por momentos varios metros de altura, lográndose divisar formaciones rocosas parecidas a objetos o cosas. Por ejemplo forma de personas, de la Virgen María, de diversos vegetales, de una calavera entre tantos.


Al salir de la cueva, ya no quedaba nadie esperando para entrar. Ya eran las cinco de la tarde, y el sol empezaba a ocultarse por detrás de las montañas. Subimos al bote nuevamente, y llegamos a donde estaba estacionada la camioneta.

Ahora nuestro destino era el tan ansiado paradisíaco lugar de Filipinas: El Nido. Para llegar aquí fueron necesarias seis horas conduciendo. La última hora y media, por un camino de pedregullo con muchas piedras y pozos, lo que hizo que se transformara, por momentos, en una pequeña tortura.

Durante el camino veíamos casas de paja en el medio de la nada, con bueyes viejos, cansados de tanto trabajo. Todo esto hacía que el paisaje teñido de naranja capturara nuestras caras pegadas al vidrio mientras el sol se terminaba de despedir por entre las montañas.


Llegamos a las once de la noche, y ahora nos encontramos hospedados en un hotel que da a la playa. Estoy escribiendo éstas líneas, y a menos de quince metros ya tengo el agua de la playa, al fondo montañas. De noche obviamente no apreciábamos tanta belleza como ahora.

lunes, 18 de abril de 2011

FILIPINAS – Día 3 – Honda Bay

Cómo poder describir lo asombroso de este día!

Desvelado, no sé si por el medicamento de la malaria, o por la excitación de estar en este lugar, me desperté a las cinco y media de la mañana, y un haz de luz de color naranja entraba por la ventana; corrí la cortina, y allí estaba, tímido, pero decidido a salir, el sol de Filipinas.

Me levanté sin dudarlo y saqué un par de fotos-postales desde la terraza del hostal. Así se nos presentaba la bienvenida a uno de los mejores días del viaje.



Aún asombrado de este amanecer, me fui a recostar un poco hasta que se levanten los chiquilines.

Una vez todos despiertos, desayunamos, y nos fuimos al puertito ubicado al final de la calle de Honda Bay. Allí alquilamos entre los seis (nosotros cinco más el nuevo amigo hebreo) un bote conducido por dos hombres que nos llevarían a las islas que quisiéramos. Antes de partir, hicimos un surtido para alimentarnos todo el día y alquilamos también máscaras de agua para hacer esnorquel.


Filipinas se caracteriza por tener sus aguas tres colores, transparente en la orilla, verde después, y azúl intenso mar adentro. Vaya si lo confirmamos! Navegando entre las islas se apreciaban esos tres colores claramente.

Al llegar a la primer isla, no podíamos creer la temperatura del agua,era realmente tibia, caliente diría yo. Arenas blancas, palmeras, cocos, un paraíso! Y nosotros estábamos ahí! En esta isla nos quedamos bastante tiempo pues nos encantó.

Pudimos hacer esnórquel, pues cuando entrabas al agua ya veías peces de colores. Diez metros más adentro, había como algas por donde nos metíamos y perseguíamos a esos peces de colores fluorecentes. Por el fondo estrellas de mar, tan grandes como las manos de un basquetbolista, eran naranjas con puntos negros, o rosadas con puntos verdes, increíbles!


No parábamos de asombrarnos de la belleza del lugar, miraba a los chiquilines, y me acordaba aquellas tardes cuando nos reuníamos para organizar el viaje, y el Chelo y Nacho tiraron la idea de venir a Filipinas. Ahora entiendo por qué tanta insistencia! Realmente gracias a ellos estoy en este destino, que con los pocos días que vamos, ya valió la pena visitarlo.


Después de almorzar en esta isla, cuyo nombre no recuerdo pues me lo dijeron en filipino y no lo retuve, les dijimos a los capitanes que nos llevaran a otra isla. Cuando estábamos llegando, se nos ocurrió pedirles permiso para tirarnos en alta mar, para bañarnos en el agua de color azúl intenso. Nos dijeron que no había problema, por lo que tiraron el ancla, y allí saltamos como locos por la borda hacia las profundidades.

Los capitanes nos dijeron que por donde se veía el color verde del agua, a unos cincuenta metros de donde estábamos, habían unos corales, por lo que nos tiraron los lentes de agua, los chalecos salvavidas, y nos fuimos nadando por el mar, hasta esos corales. Qué colores! nuevamente peces increíbles, estrellas de mar distintas a las que habíamos visto y tocado en la otra playa. Claro está, que el fondo estaba como a unos cinco metros, por lo que no llegábamos, pese a sacarnos el salvavidas, es que la presión en los oídos cuando te hundías era muy fuerte e impedía llegar a los corales.


Tras un buen rato en alta mar, nos subimos nuevamente al bote y nos llevaron a la orilla de otra isla, ésta sí me acuerdo del nombre pues me lo dijeron en inglés. Snake Island, donde jugamos un picadito de fútbol tres contra tres.

Al rato decidimos ir a otra isla, pero los capitanes nos aconsejaron ir a una barrera de corales realmente increíble. Estos corales estaban en el medio de la nada, arriba de ellos tan solo unas maderas atadas unas con otras que formaban una especie de pasarela. Allí nos bajamos, y nos tiramos al agua.

Nunca en mi vida vi tanta gama de colores, mis ojos se mareaban de tanto mirar para aquí y para allá. Cuando perseguía un pez de color violeta con amarillo fluorecente y fuxia, se me cruzaba uno naranja y blanco con una aleta larga, y cuando perseguía a éste, aparecía otro mejor. Así siempre! Los corales casi que salían a la superficie. Algunos llegaban a tener dos metros de altura. Incrustados en ellos, diversos tipos de esponjas. Amarillas, rojas, azules. Cuando las tocabas cerraban su orificio demostrando que estában vivas. Llegamos a ver una almeja de no menos de cincuenta centímetros. Una cosa de locos!

Pasamos más de una hora entre los corales. Cuando el sol se empezaba a ocultar por detrás de las montañas del horizonte, subimos al bote, y volvimos a Honda Bay hipnotizados de tanta belleza.


domingo, 17 de abril de 2011

FILIPINAS – Día 2 – Honda Bay


Nos levantamos, y nos dirigimos al aeropuerto para volar hacia Puerto Princesa, capital de la isla filipina llamada Palawan. Esta vez el aeropuerto queda en el medio de la ciudad, cerca de nuestro hostal, por lo que en unos minutos ya estábamos con nuestros pasajes en mano para dirigirnos a uno de los mejores veinte destinos del mundo según la Nacional Geographic.

Durante el vuelo, el Chelo se hizo amigo de un israelita que viajaba sólo, y que tenía pensado más o menos hacer lo mismo que nosotros, por lo que lo invitamos a que se uniera al grupo si así lo deseaba. Él nos dijo que hace mucho tiempo viene viajando sólo, y que le gustaría unirse con nosotros. Nos comentaba que viajar solo no está tan bueno, pues tienes mucho tiempo para pensar, y a veces te vuelves loco. Obviamente nos comunicamos en inglés, lo que hace que cada vez que hablemos entre los cinco, ahora seis, lo hagamos en ese idioma.

Al llegar al aeropuerto, que en realidad parece un aeródromo, pero muy prolijo, hablamos con los conductores de taxis para que nos lleven a Honda Bay, cerquita de Puerto Princesa, a algún hostal bueno, bonito y barato. Pero los taxis, no son autos, son unas motos comunes y corrientes que les engancharon un carrito al costado donde pueden viajar dos personas. Así fue como llegamos los seis a este remoto lugar del mundo.

El hostal al cual nos trajeron, es nuevo, lo que hace que esté muy lindo. Son cuartos de a dos, y tiene un salón comedor que da hacia el mar, con una terracita que cumple también la función de muelle.

Aquí en Honda Bay, no hay playa, es un puertito. Está lleno de botes que son los que te llevan a las islas mar adentro para disfrutar de sus paradisíacas playas.
Este primer día en esta isla nos quedamos en el hostal, en este salón comedor disfrutando de la vista al mar con sus botes descansando sobre sus aguas. Caminamos por la única calle que tiene este lugar con sus puestitos en sus costados. Los chiquilines se quedaron como locos al descubrir que venden cerveza de litro a veinte pesos uruguayos. Dijera Martín: “es gratis, es gratis”.

Como estamos sólo nosotros hospedados en el hostal, pusimos música, y los chiquilines tomaron cerveza, mucha cerveza, luego un poco de whisky; y después tras algunos zig zags en el camino, nos fuimos a dormir nuestra primera noche en esta isla.