lunes, 18 de julio de 2011

TURQUÍA - Día 5 y 6 - CAPADOCIA

El quinto día en este país, emprendimos camino hacia Capadocia, zona que posee una característica geológica única en el mundo. Desde hace miles y miles de años, y creanmé que es difícil escribir miles como quien escribe días, pero es verdad, desde hace miles de años, esta zona ha estado habitada.

Lo curioso es lo que ha hecho la erosión por millones de años. La tierra del lugar es lo suficientemente débil como para que el viento le haya dado unas formas muy particulares a las montañas. Y allí justamente, es donde haciendo cuevas, vivían y aún siguen viviendo algunas personas.

Este día en realidad pasamos prácticamente viajando en el ómnibus. Demoramos catorce horas en llegar al hotel de un pueblito de Capadocia. Obviamente hicimos diversas paradas para ir al baño y almorzar. Pero una parada muy interesante que realizamos fue la visita al Lago Salado. Dicho lago, en verano, se seca bastante, quedando al descubierto una capa de sal promedio de treinta centímetros. Un setenta por ciento de la sal consumida en Turquía proviene de este lago. El paisaje es muy pintoresco. De más está decirles que al igual que hice en el Mar Muerto, probé cuán salada es el agua. Obviamente el Mar Muerto se lleva todos los galardones al premio "Salado".


Previo a llegar al hotel hicimos nuestra última parada en lo que sería un adelanto de lo que veríamos al otro día. Ya de tardecita disfrutamos de nuestro primer encuentro con Capadocia.

Por fin, luego de un viaje agotador, llegamos al hotel para cenar y descansar. Al otro día temprano en la mañana, arrancarían los paseos programados.

El sexto día entonces, fuimos a conocer esta peculiaridad geológica que les comentaba al principio. Es increíble lo extraño y cómico de las formas de los montículos ded tierra. Al principio fuimos a ver un lugar el cual nunca estuvo habitado.


Luego fuimos a lo que hoy día se llama Museo a Cielo Abierto que es justamente uno de los lugares que estuvo poblado. Es increíble ver dónde vivían las personas hace miles de años en esta zona. Es verdad, a groso modo, tiene un parentezco con Petra, pero por eso deja de impresionar e impactar.

Como último paseo del día antes de seguir viaje hasta Konya, fuimos a visitar una ciudad subterránea. No exagero al decir que es una ciudad. De hecho, tiene nueve plantas bajo tierra. Pese a sufrir un poco de claustrofobia, accedí a adentrarme en las profundidades de la ciudad. Por momentos debimos pasar gateando por los túneles, hasta eran tan angostos, que el bolso en donde guardo la cámara, la debía poner hacia adelante y no a un costado de mi cuerpo, pues sino no cabía. Fue un paseo muy interesante. Hasta una capilla había allí abajo.

Después de otro viaje largo y agotador, llegamos a Konya, donde pasaríamos la noche, y al otro día temprano partiríamos rumbo a Pamukkale.

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