domingo, 10 de julio de 2011

ISRAEL - Día 2 - JERUSALEM

Este día fue muy especial, pues haríamos el recorrido que realizó Jesús hasta su lecho de muerte. Con un inmenso respeto hacia mis compañeros creyentes, tomé el paseo ponderando la historia y los acontecimientos allí perpetrados.

Realmente admiro a las personas que tienen tanta fe, y creen tanto en una religión. Lo comenté al ver en Varanasi a cientos de hindúes haciendo sus ofrendas, y lo reafirmo ahora al ver a los judíos ultra ortodoxos, a los católicos, y a los musulmanes. Verlos rezar con tanta convicción genera la necesidad de preguntarse hasta dónde uno no está equivocado al no creer en milagros, ni en Vírgenes Marías, ni en piedras veneradas, ni en vacas sagradas.

Empezamos el día dirigiéndonos al Monte de los Olivos, donde arrestaron a Jesús. Desde allí se aprecia una hermosa vista de la ciudad vieja, con su muralla y la famosa cúpula dorada.


Después de esta vista panorámica de la ciudad, que luce un llamativo color blanco por una ordenanza municipal de cubrir todas las fachadas con piedra caliza, nos fuimos a recorrer la propia ciudad vieja.

Empezamos por el Muro de los Lamentos, que no es más que lo que quedó en pie del muro occidental de la muralla una vez que los cruzados atacaron esta zona. La razón por la cual los judíos rezan pegados al muro es porque es el lugar más cercano a la cúpula dorada, donde se levantó el primer templo judío. Pero se preguntarán por qué no van allí a rezar y listo. El problema es que en realidad, la cúpula dorada es un gran cofre que oficia de protección a la "Santa Roca" que después de La Meca y Medina, es la piedra más sagrada para el islam. Es que se dice que Mahoma subió al cielo desde este lugar. Por esta razón, los judíos no tienen acceso a la cúpula dorada, rezando desde el otro lado del muro.

Sé que es muy complicado de entender, pero así es Israel. Muchas culturas, muchas tradiciones, muchas religiones que se mezclan y convergen en un mismo lugar. Esto es lo apasionante de este país, quien aún lucha por una identidad absoluta y totalmente definida.


Seguimos el paseo por la Vía Dolorosa o también conocida como la Viacrucis. Recorrimos el mismo camino que realizó Jesús desde que fue interrogado y posteriormente condenado por Poncio Pilatos, hasta su crucificación y posterior resurrección. Todo el recorrido se divide en quince estaciones, nueve a lo largo del camino, y las restantes se encuentran dentro de la Iglesia del Santo Sepulcro.


La estación uno era justamente donde fue condenado. La dos es donde Poncio Pilatos muestra a Jesús al pueblo. La tercera, rememora la primer caída causada por el agotamiento de las torturas y de la pesada cruz. La cuarta, conmemora el encuentro entre Jesús con su madre a pesar de que dicho acontecimiento, no aparece en los textos canónicos. La quinta, es donde Simón carga por Jesús la cruz. La sexta estación es donde Verónica le seca el sudor y la sangre de la cara con un pañuelo de seda. La séptima representa la segunda caída. La octava donde se supone que Jesús encontró a las "piadosas mujeres". La novena es donde se cayó por tercera vez. 

Debo mencionar, cómo la Vía Dolorosa se ha visto espantosamente perjudicada, o mejor dicho estropeada por permitir que en ella, existan todo tipo de comercios. No sólo de venta de souvenires, sino también desde tiendas de ropa, hasta jugueterías y carnicerías.
Las siguientes estaciones se encuentran representadas, como mencionaba anteriormente, dentro de la Iglesia del Santo Sepulcro, donde ocurre la muerte de Jesús. Allí se encuentra la piedra donde fue tendido su cuerpo ya sin vida.


Siguiendo el paseo del día, dejamos territorio israelí, para dirigirnos a Belén, ciudad situada en territorio palestino. Antes de pasar el enorme muro que separa un estado del otro, los guías, no podían pasar pues eran judíos, por lo que del otro lado, nos esperaban otros nuevos guías. Se preguntarán por los choferes de los ómnibus que seguían siendo los mismos. Pues nacieron en la parte oriental de Jerusalem, antiguamente Palestina, con lo que tienen el paso permitido.

En Belén fuimos a la iglesia que se irguió encima del lugar donde supuestamente nació Jesús. Digo "supuestamente", porque también se discute que nació en Nazareth. Allí, a pesar de mi falta de fe, pero con el respeto que se merecen quienes sí la tienen, bendije dos rosarios que compré para regalar a dos personas muy creyentes.


Estando de este otro lado del muro, aprovechamos para preguntarle al guía palestino qué pensaba del conflicto con Israel, y nos comentaba que es algo que jamás terminará, puesto que ninguna de las dos partes, quiere ceder aunque sea un milímetro de territorio.

Terminamos la visita, nos despedimos de Palestina, y volvimos al hotel en Jerusalem. Después de una larga jornada, cargada de espiritualidad para algunos, y de sólo historia para otros, nos fuimos a descansar, con la mente aún sorprendida por los lugares conocidos durante el día.

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