viernes, 15 de julio de 2011

TURQUÍA – Día 3 – ESTAMBUL


En este tercer día, realizamos el segundo city tour programado para seguir conociendo Estambul.

Fuimos a otra mezquita, pero esta vez, a una de las más importantes de la ciudad, la Mezquita Azul. Su nombre se debe a los miles de azulejos que revisten las paredes y las bóvedas internas. Cada vez que se entra a una mezquita, los devotos, se lavan los brazos, las manos, los pies y la cara; pero los turistas como nosotros basta con entrar descalzos. Problema que se ve reflejado, o mejor dicho problema que se huele, por el espantoso olor a pata impregnado en la hermosa alfombra. Claro está que es todo culpa de los turistas, puesto que los musulmanes prácticamente se bañan antes de ingresar para rezar.

Saqué un par de fotos, y salí como un despavorido para no contraer ningún tipo de hongos, y para evitar hacer arcadas. Pero pese a todo lo anterior, la mezquita es muy bonita.

De aquí nos fuimos a uno de los destinos más visitados de la ciudad, Santa Sofía. Su peculiaridad es que del Siglo IV al XV, fue una catedral patriarcal de Constantinopla, con la salvedad que en el Siglo XIII fue reconvertida en catedral católica por los Cruzados. Lo interesante, fue que tras la invasión otomana, se le hicieron reformas, transformándola en mezquita hasta el año 1931, a partir del cual es un museo.

En su momento, fue la iglesia más grande del mundo, ahora está en el cuarto lugar. Tiene unos frescos y unos mosaicos espectaculares, los cuales fueron tapados con cal por los otomanos, pues en una mezquita no puede haber referencias humanas en su estructura.

Cruzando la calle, se encuentra la entrada a la Cisterna de Yerebatan. Esto es como una cisterna gigante bajo tierra, toda forrada de piedra, con trescientas treinta y seis columnas de mármol que evitan se venga el techo abajo. Hay dos columnas que tienen su base la cara de Medusa, la diosa que según la mitología, si la mirabas a los ojos te petrificaba. Esta cisterna servía para acumular miles de litros de agua con que se abastecían en la antigüedad.

Hoy día obviamente no está llena, simplemente tiene no más de un metro de agua, en donde habitan algunos peces. Hay luces que iluminan las columnas, y una música de fondo que hace muy amena la visita a este lugar.

De aquí nos fuimos al Palacio Topkapi, donde vivieron los sultanes. Hoy día es un museo donde se exponen muchísimas cosas tales como un gran diamante de ochenta y seis quilates. Este palacio da hacia el Cuerno de Oro, y hacia el Mar de Mármara, con lo cual tiene una vista formidable desde sus terrazas.

Como último paseo del city tour, fuimos al Gran Bazar. Su nombre lo dice todo. Es realmente enorme, lo cual es muy difícil evitar perderse entre sus cincuenta y ocho calles con más de cuatro mil tiendas.

Una vez terminado el city tour, regresamos al hotel, y tras un baño, salimos nuevamente a caminar por la peatonal que nunca duerme, y como no puede ser de otra manera aquí en Turquía, cené un kebab.

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