domingo, 19 de junio de 2011

INDIA – Día 2 – VARANASI

Este día fue uno de los más esperados. Es que visitaríamos el Río Ganges. Nos levantamos de madrugada, y a las cinco de la mañana ya estábamos en el río. Es que hay una tradición hindú que dice que llegar antes de que salga el sol te purifica mejor el cuerpo y el alma.

El ómnibus nos dejó a unas cuadras del río, y empezamos a caminar por las calles y callejuelas rodeados de vacas e hindúes que peregrinaban rumbo al Ganges. Por estas calles nos sorprendió la cantidad de gente durmiendo tiradas en el piso acompañadas de vacas o cabras.

Pese a la hora, el calor se hacía sentir. A medida que avanzábamos, la cantidad de personas avanzaba. Y nosotros con nuestras miradas atónitas disfrutábamos de estar en ese lugar tan sagrado y con tanta historia.

Al llegar a la orilla, ya podíamos ver a los devotos llevar las cenizas de sus muertos en una especie de recipiente para ser depositadas en el río. Otros, se bañaban y refrescaban en su contaminada agua. Unos metros más alejados, cremaban cuerpos para luego tirar también sus cenizas en esas aguas. No todos los muertos se creman, los niños por ejemplo, se les ata una piedra, y se los tira al río, razón por la cual muchas veces se ven pequeños cuerpos flotando en la superficie. También, a las vacas que se mueren, las tiran al río. Por eso hay tanta contaminación en sus aguas. De todas formas pensé que iba a estar mucho más contaminado, y que el olor iba a ser insoportable.

Nos subimos en unos botes, y empezamos a navegar por el Río Ganges. A lo largo de la orilla hay lo que se llama Ghats de Cremaciones y los Ghats de Ablución que es justamente donde los peregrinos realizan sus ofrendas. Al desembarcar fui a un Ghats de Ablución muy concurrido para pecharme con los hindúes. De más está decir que, un silencio y un inmenso respeto invadía mi cuerpo. Es que no quería que sintieran que un turista invadía sus rituales. Logré cruzar miradas e inclinar mi cabeza como forma de saludo y respeto, obteniendo lo mismo de esos hombres y mujeres que se aposentaban en la orilla.


También vimos lavanderos lavando sábanas y túnicas en estas sucias aguas. Así como a una occidental meditando y muchos otros locales haciendo yoga.

Fue una gran experiencia la visita al Río Ganges. Ver tantas personas con esas creencias y tradiciones tan distintas a las nuestras, hacen abrir mucho la cabeza, permitiendo no caer en la decadencia de pensar que la modernidad y la globalización sea un objetivo óptimo a alcanzar, sino que los conceptos de familia, tradición y tolerancia deben seguir latentes en toda sociedad.

Terminada esta visita, volvimos al hotel, desayunamos, y nos fuimos al aeropuerto para dirigirnos a Nueva Delhi, capital de India.

Al llegar, pudimos ver la notoria diferencia entre esta ciudad completamente cosmopolita y Varanasi, una ciudad pobre y muy religiosa.

Luego del pertinente control de seguridad, hicimos el check in, y descansamos pues este día habíamos madrugado, y nuestro cuerpo pedía a gritos un descanso.

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