viernes, 9 de septiembre de 2011

POLONIA – VARSOVIA

Después de Lituania, tocaba el turno al país de Juan Pablo Segundo. A los católicos, le es muy significativo este dato; para mi, el hecho de estar en un país donde tuvo lugar el más grande genocidio de la historia.

Llegamos a la capital polaca cerca de la medianoche, por lo que nos dirigimos rápidamente a un hostal que habíamos visto en internet, pero que no habíamos reservado. De todas formas, había lugar para los cuatro en un mismo dormitorio. Nos instalamos, y no podíamos creer lo barato que nos había salido para el lujo que tenía. Por suerte en estos últimos destinos el alojamiento es bastante barato, lo que nos permite descansar con mayor comodidad.

Al otro día, temprano, averiguamos qué lugares visitar. Obviamente que el centro histórico y todo lo que se encuentra a su alrededor era lo más atractivo, a pesar de ser todo reconstruido, pues la ciudad de Varsovia, fue totalmente destruida durante la Segunda Guerra Mundial.

Esta ciudad, al igual que Montevideo, hospeda a más de un millón y medio de ciudadanos. Con esto se imaginarán la dimensión de esta urbe.

La cuestión es que para llegar al centro comercial, nos tomamos un tranvía. Con qué rapidez y de manera económica se llega a cualquier parte. Ni que hablar que la ciudad que utilice este medio de transporte público le da un toque muy pintoresco. Pensar que en Montevideo, nos dimos el lujo de desmantelarlo…

Al llegar al centro, nos dirigimos a una calle muy bonita, con flores y faroles en sus anchas veredas. Al final de esta calle, después de media hora caminando, se llega al centro histórico. Allí, su infaltable plaza, y ni que hablar de sus calles adoquinadas.


Caminamos bastante, paramos para almorzar en un restaurante de comida típica, donde nos pedimos una especie de ravioles de verdura, y una tortilla de papa con una crema de hongos silvestres. Para tomar, aire. Todo muy rico, aunque claro está, que este gasto significó saltearnos la cena del día.

Seguimos paseando, y llegamos a una plaza con un monumento al levantamiento de Varsovia. En frente, una iglesia, e impactaba contrastar una foto que se encontraba allí. Se lograba comparar las torres destruidas por el bombardeo nazi durante la guerra, con las torres totalmente reconstruidas en la actualidad.


Como último paseo, nos tomamos un ómnibus hasta un cementerio. Pero no cualquier cementerio. Éste, alberga más de doscientos cincuenta mil judíos fallecidos, no necesariamente por causa de la Guerra.

Paseamos entre las lápidas con un profundo respeto. Gran parte del cementerio luce como abandonado, la vegetación empezó a invadir las rejas y las propias lápidas. En más de una oportunidad nos topamos con tumbas que mostraban símbolos de haber sido escudo de algún soldado, pues algunas se encontraban acribilladas con vaya uno a saber qué tipo de arma.

Dado por culminado el paseo turístico por esta ciudad, nos tomamos un tranvía hacia el hostal, que según Santiago debe estar subsidiado por el gobierno para promover el turismo, pues no puede ser que por el precio pagado, uno tenga incluido el estacionamiento para el auto, el desayuno, y la lavandería.

Por la noche, mientras los chiquilines salieron a conocer los bares de la ciudad, yo me quedé descansando y estudiando un tema de itinerario que luego contaré.

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