viernes, 9 de septiembre de 2011

POLONIA – CRACOVIA

Este día, se puede decir que fue digno para el olvido. Al menos hasta haber llegado a la ciudad de Cracovia.

Es que salimos una hora más tarde de lo estipulado, y como si fuese poco, un viaje de unas cuatro horas se conviertió en uno de seis horas y media por causa de interminables arreglos en la autopista. En vez de ir a más de cien kilómetros por hora, apenas llegaba a los sesenta. 

Esto hizo que mi mal humor se incrementara exponencialmente. Sólo tendríamos unas pocas horas para recorrer Cracovia.

Llegamos, fuimos a un hostel, no nos gustó. fuimos a otro, nos instalamos, dejamos el auto en un estacionamiento de un shopping, y recién ahí, nos dirigimos al centro de la ciudad.

Sé muy bien que este mal humor me lo desahogué con los chiquilines que nada tenían que ver con el problema de las rutas, aunque de la hora de atraso, no puedo decir lo mismo, pero de última estamos hablando de una hora en un viaje que ya lleva seis meses. Por lo que la próxima vez tendría que ser más tolerante.

En fin, al centro histórico de Cracovia, también se le llama centro milagroso, pues fue lo único que sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial.

Una zona muy pintoresca, de lo cual tengo algo anecdótico para contar. 

En una de las plazas, había como una especie de feria, en la cual vendían comidas y bebidas típicas de determinados países. Así fue como encontramos vinos de Uruguay, Argentina y Chile. No podíamos creerlo, pero veíamos vino uruguayo en una remota plaza de una ciudad de Polonia. Obviamente su precio lo hacía inaccecible.

Lo mejor fue cuando vimos a una mujer vendiendo como una especie de tortas fritas. Ahí sí, no nos aguantamos, y con Pablo, compramos una cada uno. Yo le pedí azucar, y la mujer con cara de asco me dice que sólo tiene sal o queso, a lo que preferí comerla sin nada, mientras Pablo prefirió innovar con queso.


Era muy parecido a la torta frita que estamos acostumbrados, pero no era igual, aunque de todas formas nos dio para sentirnos más cerca de Uruguay.

Por último, en este escueto paseo por la ciudad, intentamos ir a un castillo cercano, pero sólo vimos su muralla desde afuera, pues ya era muy tarde, y después de todo un día en la ruta queríamos descansar, pues al otro día nos esperaría un punto alto dentro de todo el viaje, visitaríamos el Campo de Exterminio Auschwitz.

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