lunes, 1 de agosto de 2011

GRECIA - Día 10 - ATENAS

Después de todo lo vivido en la llegada de esta ciudad, nos levantamos temprano, y en metro fuimos hasta el Partenon, al cual entramos gratuitamente gracias a nuestro carnet de periodista.

Caminar por la acropolis es increíble. Recuerdo cuando en el liceo estudiábamos sobre toda la civilización griega, y ahora me encontraba caminando por entre sus ruinas. Con un calor agobiante, pero no tanto como aquel de cuarenta y ocho grados de India,  posábamos frente al Partenon, para captar la mejor foto.


Allí me encontré con los amigos con quienes compartí mi estadía en Mykonos. Está bueno porque la separación es como se hace gradualmente como para no generar ningún trauma. Se los echará de menos. Pero ahora arranca otra etapa con otros amigos.


Luego volvimos al hostal caminando, recorriendo algunas calles céntricas de la ciudad. Tenía el vuelo hacia Londres de tardecita, por lo que caminamos muy lento, almorzamos por ahí, y seguimos camino al hostal.

Cuando llegué, se me da, por esas cosas de la vida, verificar que en la web, el vuelo conicida con el que tenía impreso. Grata sorpresa, cuando la agencia de viajes, sin previo aviso, me había cambiado el vuelo, y peor aún, me lo había adelantado dos horas. Razón por la cual, tapandome la boca con la mano para que no se me saliera el corazón, apagué la computadora, agarré a La Abanderada, y salí corriendo como un despaborido hacia el metro para llegar al aeropuerto.

Pero me terminé de poner del todo pálido del susto cuando al hacer el check in, la mujer me dice que veía en pantalla la reserva, pero la agencia no había emitido el ticket, con lo que no podía viajar. Con las piernas flojas, recorrí decenas de oficinas en busca de la esperanza de no perder ni un día de mi próximo destino. Los minutos pasaban, y la solución no aparecía. Llamé a la agencia en uruguay, y con la batería tintineando, hablé con la contestadora automática que me informaba que aún faltaba una hora para que atiendan al público.

Sin saber qué hacer, cuando ya estaba bajando los brazos, cuando ya mi cuello se encontraba todo contracturado, me solucionan la situación, no sé cómo, pero por fin me dieron el pasaje que me permitiera salir de Atenas, ciudad a la que llegué con problemas, y me fuí tambien con problemas.

Pero no todo terminaba aquí, tenía pensado dormir todo el viaje por lo poco que había descansado en estos días, pero en las dos filas de asientos delante de mi, se encontraban niños que no dejaban de gritar, llorar y molestar. Cual si fuese el peor día de tu vida, no dejaba de repetirme que estaba viajando a Londres, que seguía viviendo el sueño tan esperado, como para autoconvencerme que hay cosas peores por las cuales aflijirse. Tanto me autoconvencí, que terminé hasta jugando con los nenitos en el avión, terminando el viaje de manera muy divertida.

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