martes, 16 de agosto de 2011

DINAMARCA – COPENAGUE


Llegamos a Copenhague, y para no perder la costumbre, bajo lluvia. Por lo que decidimos ir a buscar un camping para pasar la noche. Con este clima, no nos daba ganas de nada, ni de pasear por el centro.

Encontramos uno que tenía cocina, y allí nos quedamos. Con el frío que estaba haciendo, teníamos ganas de comer un gusito de arroz. Fuimos a hacer las compras y junto con Santiago, comenzamos a cocinar. Yo con poca experiencia en el rubro, y Santiago con un poco más de conocimiento.


La cuestión es que quedó espectacular, y sirvió tanto para calentarnos, como para sentirnos un poco más cerca de Uruguay. Con el estómago lleno, nos fuimos a acostar con la lluvia que ya había cesado.

Al otro día, con el ánimo por las nubes, pues no llovía, nos fuimos al centro. Si bien no tiene nada característico que haga querer irlo a ver, no deja de ser una ciudad capital muy pintoresca.

Caminamos por una peatonal, hasta un canal espectacular con veleros y un ambiente muy agradable con restaurantes, que obviamente ni pisamos, y unas casas de colores que hacían esa zona de la ciudad muy turística.


Entramos a unos museos gratuitamente gracias a nuestros carnets de prensa. Fuimos al Palacio de Christiansborg, donde se encuentra el Parlamento, el Ministerio de Estado, las Salas de Representación de la Reina, y la Corte Suprema de Justicia. También fuimos al Museo Nacional, donde vimos ruinas y objetos de los antiguos vikingos.

Por último fuimos al Palacio Amalienborg, pero no entramos. Sólo fuimos a la hermosa plaza rodeada por dicho Palacio, donde pudimos ver a los guardias muy parecidos a los guardias del Palacio de Buckingham allá en Londres.

Cerca de allí vimos una fuente muy linda, y unos metros más adelante una estatua de una sirena. Realmente nos causó mucha gracia la cantidad de estatuas raras que hemos visto, pero lo más increíble es el poder de aglomerar gente a su alrededor. Por ejemplo el nenito haciendo pichi en Bruselas, los animales uno arriba del otro de Bremen, y otros que hemos visto acá en Noruega que luego contaré.


Luego de pasar bastante tiempo caminando, y justo cuando comenzaba a lloviznar, dimos por terminada nuestra visita a esta ciudad que, como decía al principio, no tiene nada en particular, pero no deja de ser llamativa.

Por la noche, cenaríamos y luego saldríamos para conocer la vida nocturna de la ciudad. Pero la cena, esta vez, le tocaba hacerla a Pablo y a Jota, cocinaron un tuco que nada tenia que envidiarle al del Gato Dumas.

Al otro día de mañana partiríamos para Gotemburgo, segunda ciudad más poblada de Suecia.

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