domingo, 28 de agosto de 2011

RUSIA - SAN PETERSBURGO


Pasamos la frontera de Finlandia, e ingresamos a un país con tanta historia, que la emoción se palpaba con solo mirar los brazos y ver toda la piel erizada. Es que Rusia, fue un país protagonista de todo el Siglo XX.


A quien le guste la historia de dicho siglo como a mi, entenderá lo importante de estar en estas tierras. Saber cómo se vivió en esa época con historias de personas que vivieron aquí, que sufrieron, sobrevivieron, y festejaron en estas calles y plazas.

Nuestro primer destino dentro de Rusia fue la ciudad de San Petersburgo, localidad que antes de 1991 se conocía como Leningrado. Una ciudad de más de cinco millones de habitantes, con calles anchísimas, plazas gigantes, y edificios bajos. Todo daba una sensación de amplitud.

Recuerdo la plaza de Tian An Men allá en Beijing, de iguales características a las plazas de aquí.

No sólo vale la importancia de las cosas y lugares que conocimos, sino que también, una de las cosas más importantes y fascinantes de ver y explicarles, es la oportunidad de descubrir la idiosincrasia de las personas rusas una vez que el país se abrió a occidente.

Son muy pocos los que hablan inglés, sólo hablan ruso, y hacerte entender es muy difícil. Pero el ruso, serio, siempre está dispuesto a esbozar una sonrisa, y hacer el esfuerzo por entenderte y a ayudarte en la medida en que le sea posible.

Averiguando sobre sueldos y gastos fijos en una familia rusa, nos comentaban que en términos aproximados, el sueldo de un empleado público es de alrededor de los 450 euros, y el sueldo mínimo de un empleado en el sector privado es de 1000 euros. Acá todos pensaríamos que los empleados públicos no llegarían a fin de mes, pero los gastos fijos vaya si son baratos. Algunos por ejemplo son los siguientes: el celular tiene un máximo de 300 minutos a un costo de 8 euros. Y por el agua, la luz, el teléfono y la calefacción, se pagan 70 euros. En cuanto a la calefacción, todos la tienen. Es regulada por las estaciones, es decir que nadie puede regularla desde su casa. Hoy día está computarizada, lo que hace que siempre esté en una temperatura agradable.

Palabras que al hablar de Rusia se nos vienen a la cabeza: vodka, ejército, y religión.

El vodka, es algo que tienen incorporado, tanto hombres como mujeres, beben hasta caerse de espaldas. Salimos todas las noches, y en cada una de ellas veíamos personas zigzagueando por las veredas, con las botellas de vodka, vino, champagne y cerveza en sus manos.

Tanto alcohol intimidaba un poco, pero no tuvimos ningún problema con nadie. Todo lo contrario, todos salen a divertirse, y ese es su objetivo primordial.

El ejército, es venerado muchísimo. Tal vez sea porque fue uno de los pocos ejércitos del mundo que nunca peleó contra su propio pueblo, sino que siempre lo defendió y ayudó.

Un militar aquí es sumamente respetado y admirado. A lo largo y ancho de las calles y plazas, se encuentran monumentos de soldados. Muchos memoriales de héroes. Una peculiaridad de Rusia, es que sus monumentos no tienen el mensaje “del nunca más” como en la mayoría de los países europeos. Aquí, el mensaje de los monumentos es de “vencimos”. Es que los rusos se jactan de que ellos fueron los que derrotaron a Napoleón cuando éste quiso invadir sus tierras, no sólo se defendieron, sino que luego empujó las tropas napoleónicas hasta Francia.

Algo parecido pasa con los alemanes. Dicen que ellos mismos fueron  los que vencieron a Hitler. Ellos lograron resistir, y luego terminaron venciendo a los nazis. Esto es algo que los caracteriza. El orgullo de ser rusos.  

San Petersburgo, tiene una historia fascinante e impactante. Durante la Segunda Guerra Mundial, resistió la invasión alemana, quedando absolutamente sitiada durante novecientos días. Privada de suministros básicos, los ciudadanos no sólo tuvieron que soportar el diario bombardeo nazi, sino también el hambre, llegando a comerse luego de haberse terminado los gatos y los perros, hasta el lomo de los libros.


Pero Rusia no siempre fue víctima de una guerra sin escrúpulos. El ejército rojo, tenían la costumbre de no respetar la cruz roja. Con lo que no sólo mataban al moribundo, sino que también mataban al médico que intentaba salvarlo. Se pensaba que era ilógico permitir que un soldado enemigo se recuperara para volver a violar y matar a mujeres y niños.

En frente al hotel en donde nos alojamos, hay una plaza enorme, en memoria de los caídos durante el sitio. Se pueden ver estatuas que te dejan boquiabierta. Figuras altas y flacas. Mujeres despidiéndose de sus maridos que iban al frente para defender la ciudad.


Todos los monumentos, que son miles, están constantemente con flores. La gente, los reconoce, y les sigue brindando su reconocimiento. Algo muy lindo de ver es que cada pareja que se casa, van recorriendo diferentes monumentos de la guerra, dejan flores, se sacan fotos, y todo mientras toman champagne y se van emborrachando hasta la noche.

En un día, vimos muchísimas parejas en distintos monumentos. Es que cada persona en la ciudad, tiene un monumento preferido, al igual que las estaciones de metro, que profundizaré cuando hable del metro de Moscú.

Simplemente comentarles que el metro de San Petersburgo, es el más profundo del mundo. Llega a una profundidad de hasta cien metros. Las escaleras mecánicas son larguísimas, y parecen nunca terminar. La causa de la profundidad proviene de la Guerra Fría. Recordarán que en dicha guerra, tanto Estados Unidos como Rusia, se veían amenazadas constantemente de un posible ataque nuclear, con lo que los ciudadanos podrían sobrevivir si se refugiaban en esas profundidades.


Recorrimos bastante esta ciudad. Descubrimos que hay una catedral muy parecida a la de San Basilio, aquélla que se encuentra en la Plaza Roja de Moscú. Empezamos a ver en los puestos de venta de souvenires, las tan famosas mamushkas. Cada vez que veíamos una, nos repetíamos: “Pucha! Estamos en Rusia!”.

Se estarán preguntando sobre los Zares. Pues bien, aquí vivieron los Zares hasta 1917. Durante la Primera Guerra Mundial, comenzaba en estas tierras, la Revolución Rusa. Formándose, luego del revocamiento del Zar Nicolás II, un gobierno provisional. Con el transcurso del tiempo, se formó el primer gobierno soviético de bolcheviques y socialistas revolucionarios de izquierda. Su líder, Lenin.

Aquí se comenzaba a implementar aquello con que Marx y Engels  prometían prosperidad para los marginados. El mundo empezaba a ver todo esto de reojo. Pero no fue hasta la crisis de 1929 de Wall Street cuando el mundo capitalista decidió no esquivar más aquello que parecía tan alejado de la realidad. Claro está que todos los extremos son malos, razón por la cual el comunismo teórico de Marx nunca se ha podido implementar.

En cuanto a la religión, son ortodoxos. Son muy devotos, y sus catedrales muy pintorescas.

En fin, cuánta historia, cuántos aciertos y desaciertos.

Nosotros, visitando esta ciudad. Fuimos al palacio de verano de los Zares. Unos parques hermosísimos. El palacio propiamente dicho parecía un despropósito. Hay un dicho en San Petersburgo que dice que “todo lo que parece oro, es oro”. Con lo que cada cosa que veíamos de color dorado, nos impresionaba muchísimo.


Durante la Segunda Guerra Mundial, fue totalmente destruido, con lo que lo veíamos ahora era todo producto de la millonaria restauración.

También fuimos al Palacio de Invierno de los Zares. Aquí se encuentra el Museo del Hermitage, catalogado como el tercero en importancia mundial luego del Louvre en París y de la Galería Nacional en Londres.

Aquí se encuentran muchísimas obras, muchos cuadros de pintores famosos como Leonardo Da Vinci, Picasso, entre otros. Tras mi aburrimiento de ver tanto cuadro, empecé a prestar más atención en el palacio, en sus paredes, en sus techos.

Otra cosa que hicimos, o mejor dicho, que intentamos hacer, fue ir a ver un partido de fútbol. Cómo se extraña ir al Gran Parque Central. Por eso fuimos hacia el estadio, donde el único equipo de la ciudad, el Zenit, jugaba en su estadio. No pudimos entrar como periodistas, y al intentar comprar la entrada, éstas estaban agotadas. Con lo que nos tuvimos que conformar con ver todo el movimiento de las inmediaciones del estadio.

Llegando a la tardecita del último día en esta histórica ciudad, volvimos al hotel, para levantar el equipaje y dirigirnos a la estación de trenes, desde donde nos tomaríamos uno que nos llevase, en un viaje de nueve horas, hasta Moscú, capital de Rusia.

URUGUAY FOR EXPORT

El día previo a entrar a Rusia, nos encontrábamos aún en el camping de Kotka, Finlandia. Con varios amigos decidimos sacrificar un poco el viático diario, y nos propusimos comer, después de tanto tiempo, un buen asado. 

Fuimos hasta el centro de esta pequeña ciudad finlandesa, en busca de un supermercado. Buscamos la góndola de productos cárnicos, y allí nos quedamos atónitos ante un cartel que indicaba la excistencia de carne brasilera y uruguaya!

Era carne envasada al vacío. Sin importar el precio, queríamos sentirnos como en Uruguay, y decidimos comprar unos pedazos de ese manjar. Eran como unas colitas de cuadril, más precisamente, bife angosto.


También compramos unos cortes tipo asado de tira sin hueso, chuletas de cerdo y vino. Con Jota éramos los encargados de que todo esto se cocinara en la parrilla con carbón, y la verdad que no defraudamos a los amigos. Nos quedaron espectaculares!


Felices, cantando canciones del Canario Luna, se fue pasando la tarde, una tarde teñida de celeste, sentíamos la presencia de familiares y amigos pese a la gran distancia entre Uruguay y Finlandia.

miércoles, 24 de agosto de 2011

FINLANDIA – HELSINKI


Antes de contar mi breve pasaje por esta pequeña ciudad, que es la capital de Finlandia, debo contarles en unas pocas líneas lo que fue el viaje de quince horas en ferry.

Subimos al ferry con el auto, sacamos todas las cosas necesarias para pasar una noche en los cómodos camarotes con cuchetas, y nos aprontábamos para pasar una noche tranquila. Pero resulta que el barco de ferry no tiene nada, se parece más un crucero que otra cosa. Bares, restaurantes, discotecas, casino, y toda una variedad de cosas que permitirían que el viaje se haga ameno.

De más está decirles que nada era de un lujo exuberante, pero nos llamó poderosamente la atención. Tal vez porque íbamos concientizados de que iríamos como sardina en lata en algún camarote incómodo. Pero tenían hasta ducha y todo.

Nos acostamos bastante tarde disfrutando de todas las comodidades del barato “crucero”, y al otro día a las nueve de la mañana llegamos al puerto de Helsinki.

Para los viajeros que leen el blog, es importante decirles que hay otro ferry que va hasta Turku, ciudad más próxima a Estocolmo, con lo que sale apenas un poco más barato, pero después se debe hacer unos ciento cincuenta kilómetros hasta Helsinki. Por eso, por la regla que venimos aplicando desde primero de facultad, aquella de “costo-beneficio”, decidimos ir directo a esta última ciudad.

¿Qué les puedo decir de Helsinki? En realidad muy poco. Pues es una ciudad muy pequeña. Sinceramente pensé iba a ser mucho más pintoresca, pero tenía muy pocas cosas para ver turísticamente hablando. Tiene una plaza muy bonita donde se encuentra una gran iglesia, una feria de pescados en la bahía, y después muy poca cosa más. Lo que nunca nos deja de fascinar es la mezcla de viejo con nuevo. por ejemplo calles empedradas, tranvías, todo mezclado con el asfalto característico de toda ciudad.

Teníamos intenciones de dormir quien sabe dónde, para al otro día ir a Kotka, ciudad cercana a la frontera con Rusia. Pero nos encontramos con un compañero quien nos dijo que esa noche ya estaba incluída en la excursión contratada a Rusia. Por lo que sin dudarlo nos vinimos al camping de dicha ciudad.

Aquí nos quedamos dos noches, y el día de la independencia de la Banda Oriental, es decir el 25 de Agosto, entraremos a primeras horas de la mañana a Rusia.

Aquí en el camping, nos empezamos a encontrar con todos aquellos compañeros que harán este país. Pues se hace en grupo. Después de este destino, otra vez nos volvemos a separar definitivamente. Es muy cómico ver el camping lleno de autos con la matrícula naranja. Qué alegría da el encontrarse con muchos amigos!

Se preguntarán si a Rusia entramos en auto, pues no. Los autos los dejamos todos en el camping durante los diez días. Pasamos la frontera en ómnibus hasta llegar a San Petersburgo, pasamos unos días allí, y luego en tren nos dirijimos a Moscú. Para volver hacemos lo mismo pero al revés, levantamos los autos aquí en Kotka, y cada camioneta sigue su rumbo.

SUECIA – ESTOCOLMO


Cuando llegamos apenas pasado el mediodía a la capital sueca, nos fuimos a instalar a un hostal. Después de dieciséis noches de dormir en el auto o en las carpas con los colchones inflables. Qué placer! Qué comodidad!

En realidad también quisimos ir a un hostal, pues era Sábado y por la noche queríamos salir a divertirnos, y para no tener problemas de dónde dejar el auto, o manejar alcoholizados, o si alguno se quería volver antes, era más fácil manejarnos en transporte público, y tener un lugar fijo donde dormir.

Era tanto el cansancio acumulado, y tanto la comodidad de estar en un lugar cerrado instalados, que nos quedamos toda la tarde encerrados conectados a internet, actualizándonos del mundo.

Por la noche salimos y nos divertimos muchísimo. Es verdad que en Bergen junto a Rihanna la pasamos mucho mejor, pero de todas formas disfrutamos de la noche del Sábado en Estocolmo.

Al otro día obviamente que nos quedamos aprovechando del cómodo colchón hasta casi el mediodía. Me levanté, los chiquilines seguían durmiendo, y salí en busca de un supermercado cercano al hostal para comprar algo para desayunar. Después de unos cuantos minutos caminando, encontré uno, compré las cosas, volví al hostal, y desperté a los chiquilines para decirles que ya tenían el desayuno.

Por la tarde nos fuimos a recorrer la ciudad, principalmente la ciudad vieja. Ésta se encuentra en una de las catorce islas que componen Estocolmo. Como todas las ciudades viejas, ésta era muy pintoresca. Calles empedradas, casas antiguas, muchos restaurantes, mucha gente, todo muy lindo.


Después de pasar toda la tarde paseando por esta isla, nos fuimos a un camping para pasar la segunda noche en Estocolmo, pero antes de esto, pasamos por la agencia del ferry que nos llevaría hasta Helsinki. En el camping nos encontramos con muchos compañeros del Grupo, pues los que van a Rusia, en su gran mayoría, Suecia junto con Finlandia, son sus destinos previos.

Al otro día, fuimos a un gran parque de la ciudad. Es muy llamativo, pues en él no sólo tiene animales típicos escandinavos, sino que también hay casas típicas, donde hay mujeres haciendo manualidades como tejidos, todo utilizando herramientas de época, ni que hablar que están vestidas con esas ropas que sólo se ven en vestuarios cinematográficos. Una gran incógnita era si vivían en esas casas que tuvimos el privilegio de conocer, pues allí había camas, cocinas, estufas, y todo lo que una casa puede tener para que sea habitada.

No nos aguantamos la intriga, y al preguntarle a una de esas mujeres, nos contestó que vivía en la ciudad, y que eso era su trabajo. Ahí perdió todo el encanto, nos hubiese mentido y nos íbamos chochos de la vida, pero no fue así, y nos quedamos con ese gusto amargo de que todo era actuado.

En cuanto a los animales, fue disfrutable pues vimos alces, osos, lobos, y vimos también cómo los alimentaban. Pero debo sincerarme con ustedes, y les tengo que decir que he visto pocas reservas de animales tan hermosas como la reserva de flora y fauna Dr. Rodolfo Talice que existe en Santísima Trinidad de los Porongos (Capital del departamento de Flores). 

Previo a ir al puerto para embarcarnos rumbo a Finlandia, pasamos por un supermercado para comprar cosas para cenar y desayunar al otro día, pues el ferry demoraría unas quince horas en llegar a su destino.

Estocolmo me pareció una ciudad muy linda, obviamente nos quedamos sin conocer bastantes cosas, pero me voy con la sensación de que a pesar de ser capital, no pierde ese encanto que tienen las ciudades del interior. 

lunes, 22 de agosto de 2011

NORUEGA – BERGEN

Llegamos a la segunda ciudad más importante de Noruega después de Oslo, y como habíamos manejado bastante después de subir por segundo día consecutivo un fiordo, nos queríamos ir a dormir. Pero nuestro parecer cambió repentinamente cuando pasamos por el centro de la ciudad.

Es que se ve que Bergen es una ciudad universitaria, y como las clases empezaban en la semana entrante, los estudiantes de las diferentes carreras, se disfrazaban y salían a la calle a divertirse y luego más tarde iban a sus fiestas privadas. Como si fuese poco, había un recital de una cantante bastante famosa en Europa, su nombre es Rihanna, y al terminar su concierto, las personas se duplicaron de un momento a otro. 

Un mundo de gente invadían las calles, y un bullicio permanente obligaban a salir a tomar algo en algún pub. Así lo hicimos, y nos divertimos bastante. 

De madrugada, manejamos treinta kilómetros hasta el punto P más cercano, pues al ser una zona tan montañosa, no habían lugares al lado de la ruta como para poder dormir cerca de la ciudad.

Un párrafo aparte se merecen los peajes de aquí. Señal de la honestidad de estos países escandinavos. Es que nadie te cobra. Los peajes son automáticos, como los que empezaron a implementar allá en Uruguay, pero acá la diferencia, es que no hay barreras, lo que le permite a uno sin tener el código de barras en el parabrisas pasar como si nada. Supuestamente deberíamos rellenar una especie de formulario declarando los peajes que pasamos y pagarlos en algún lugar. Pero somos turistas, y no hablamos noruego, con lo que para no equivocarnos, hacemos la vista gorda a los peajes. Después les contaré que consecuencias tiene todo esto. Según nos han dicho, una multa muchísima más inferior a la cantidad de peajes que hemos pasado. Es que inclusive, existen dentro de la ciudad propiamente dicha.

Al otro día, salimos a caminar por la bahía, punto de mayor concurrencia turística. Recorrimos el mercado de pescadores, donde conocimos a un joven uruguayo que trabaja vendiendo pescado, quien nos dio para provar distintos tipos de salmones. 

Esta parte de la ciudad es muy pintoresca, sus casas, sus veleros. De vez en cuando caía un poco de agua desde el cielo, recordándonos que este verano europeo viene siendo muy particular. Paseamos bastante por la ciudad. Su gran peatonal, donde nuevamente se empezaban a ver a los universitarios disfrazados y alcoholizados.



Por la noche, nuevamente estaría Rihanna cantando para miles de jóvenes. Nosotros sin entradas, fuimos a escucharla desde afuera del predio. Es que canta canciones que venimos escuchando desde que llegamos a Estados Unidos por allá por Marzo.

Después de su concierto, junto al tumulto de personas, fuimos hasta la peatonal donde todo sucede. Discotecas, bares, restaurantes, y todo un ambiente que se genera desde la tarde, hasta las tres de la mañana. Todos los lugares ofrecían fiestas exclusivas para los universitarios. Ni los carnét de prensa nos sirvieron para entrar a alguno de estos lugares.

Pero alguien nos recomendó la discoteca llamada "Metro", que no sólo su entrada era gratuita, sino que al poco rato de haber ingresado a la misma, llega Rihanna con todo su equipo. Estábamos bailando en el mismo lugar que se encontraba dicha cantante. De apoco el descontrol se adueñó del lugar, y la diversión invadía todos los rincones. El dj le dejó su puesto a una persona integrante de la banda de Rihanna, y empezamos a bailar sus temas, mientras la vip en donde se encontraba, estallaba de diversión.

Prendieron las luces, y nos fuimos nuevamente a dormir a aquel punto P de la noche anterior. Muchos estarán pensando que manejábamos borrachos. Pues no. Como hombres responsables que somos, ni Jota ni yo tomamos una gota de alcohol, respetando la tolerancia de cero por ciento de alcohol en sangre al manejar.

Al otro día nos despertamos, y emprendimos un largo viaje hasta Estocolmo, capital de Suecia. Nos cruzamos de oeste a este toda escandinavia. El viaje nos llevaría unas trece o catorce horas, por lo que la idea era manejar diez u once horas durante ese día, dormir en algún lugar cercano a la ciudad sueca de Karlstad, y al otro día en un trayecto de tan solo tres horas llegar al destino deseado.

Si bien fue todo un día de viaje, al turnarnos entre los cuatro el puesto de piloto, no se hizo para nada agotador. Además, los paisajes que se contemplaban en el primer tramo del camino, eran increíbles. Cascadas, algún pico nevado, casas de madera en el medio de la nada. Todo muy bonito. Las nubes se veían muy cercas, estában muy bajas, en realidad no era que las nubes estaban bajas, sino que nosotros íbamos alto. Cruzamos cientos de túneles, uno de veinticinco kilómetros de largo. A medida que nos acercábamos al este, las abruptas montañas desaparecían, y comenzaban las leves colinas repletas de pinos.



Sinceramente Bergen conciste mucho más que su simple ciudad, en realidad quien viene hasta aquí, debería ir hasta sus fiordos, lugares que obviamos pues ya habíamos ido a otros dos, o también dirigirse a un glaciar cercano, cosa que tampoco hicimos, pues consistía en unas cuantas horas de caminar y escalar, y nuestro cuerpo no estaba preparado para una seguidilla de  tanta exigencia física. Es verdad, hicimos muchos kilómetros para llegar a Bergen, pero de todas formas, conocimos esta ciudad vikinga que nos dejó encantados.

sábado, 20 de agosto de 2011

NORUEGA – PREIKESTOLEN

Imposible fue el levantarse temprano después de haber caminado tanto y de haber experimentado tanta adrenalina el día anterior, y si a eso le sumamos lo tarde que nos acostamos esperando que el seca ropa haga lo suyo, todo este combo, provocó que nos levantemos pasadas las diez de la mañana.

Desarmamos el campamento, y nos fuimos a este otro fiordo que incluye dos horas de caminata de ida, y otras dos de vuelta. Pero este camino era mucho más fácil que el de Kjerag. En este incluso había un camino hecho con piedras, mientras en el otro, no había ningún camino, sólo flechas rojas pintadas en determinadas piedras, y el camino entre flecha y flecha, era incierto.

Comenzamos esta nueva travesía, y en el camino nos encontramos con amigos del Grupo que ya venían pegando la vuelta. Entre ellos estaban el Chelo, Matías y Martín, amigos con los que compartí la primera parte del viaje.

Por más que es muy probable encontrarte con gente del Grupo por estos lugares, no deja de ser reconfortante e increíble el hecho de encontrártelos en estas partes del mundo; como quien se encuentra en Dieciocho y Ejido allá en Montevideo, o enfrente al Porongos allá en Trinidad.

Seguíamos caminando, y nuestras piernas sentían el cansancio del día anterior. Llegamos a la cima a seiscientos cuatro metros, y otra vez el vértigo y los hermosos paisajes aparecieron para ser protagonistas. Aquí la cantidad de turistas era muchísima más que en Kjerag. Empezamos a sacarnos fotos para que testimonien nuestros pasos por este fiordo espectacular.


Nuevamente Pablo, mientras todos los allí presentes sólo nos parábamos cerca de la punta, él, se sentaba en ella, con los pies colgando. A más de uno nos dio esa sensación extraña en el estómago.

Empezamos el descenso, nos bañamos en unas duchas del lugar, y emprendimos viaje de cinco horas hacia Bergen, ciudad más al norte. Tuvimos que tomarnos tres ferrys, y después de dichas horas, llegamos a esta ciudad vikinga entradas ya las once de la noche. 

Teníamos intenciones de buscar un lugar para dormir, pero cuando pasamos por el centro y vimos el movimiento que había, decidimos salir a conocer la ciudad por la noche. De esto les contaré en mi próxima publicación referente a Bergen.

NORUEGA – KJERAG


Dejamos Oslo por la tarde, y emprendimos viaje hacia los maravillosos fiordos noruegos. Para los perdidos que no leyeron mi recorrido por Nueva Zelanda, los fiordos son montañas que nacen de manera vertiginosa y totalmente perpendicular al agua que las rodea.

Comenzamos manejando por autopista, hasta que las abruptas montañas comenzaron a aparecer en el horizonte, y hacia ellas nos dirigíamos.

Abandonamos la autopista, y empezamos a transitar por sinuosas carreteras. La idea era avanzar lo más posible, dormir en la ruta, y al otro día llegar por la mañana a Kjerag, uno de los fiordos más impactantes de Noruega y del mundo.

Luego de unas horas manejando, bajamos una montaña, y el olor a quemado de tanto utilizar los frenos se empezó a sentir. Justo después de descender, nos topamos con un punto P al lado de un enorme y hermosísimo lago con un pequeño puertito. Allí paramos para sacar unas fotos y apreciar el paisaje. Teníamos intenciones de seguir manejando algunos minutos más, pero al ver que había wi fi, de forma unánime, decidimos pasar la noche allí.


Empezamos a cocinar bajo un techo que nos protegía del rocío, mientras aprovechábamos la electricidad de un enchufe del muelle para cargar todas las baterías. De repente, entra un auto al estacionamiento, y nos hace un cerito alrededor nuestro, derrapando en el balastro, y luego de realizar lo dicho, acelera a fondo y se va. En fin, locos hay en todos lados.

Estaba casi pronta la cena, cuando entra otro auto, un Renault, con matricula naranja y de Francia como la nuestra, y como no podía ser de otra manera, era una pareja compañeros del Grupo, que venían de los fiordos.

Nos pusimos a hablar como desesperados, preguntándonos de todo. Ellos nos dieron un mapa, y en él nos dieron todos los piques necesarios para ir a los fiordos, desde donde bañarnos y lavar ropa gratuitamente, hasta si tomar un ferry, o hacer más kilómetros y manejar todo el trayecto.

El hecho es que si bien nosotros queríamos ir a Kjerag, no sé si hubiésemos ido si no nos hubiésemos encontrado con ellos, porque Mariela no reconocía Kjerag por lo que llegaríamos a una ciudad mucho más lejana, y una vez allí, no sé si hubiésemos vuelto a manejar para atrás. En definitiva, gracias a ellos conocimos una de las cosas más impactantes del viaje. Impactante no sólo por el paisaje, sino por el vértigo sufrido y la adrenalina experimentada.

Después de cenar, cuando ya teníamos las carpas armadas para acostarnos a dormir, pasa nuevamente el auto que horas antes había hecho un cerito alrededor nuestro. Preocupados, Santiago se quedó haciendo guardia en el auto mientras usaba internet, y el resto, en las carpas, dormíamos con la navaja bajo la almohada.

Obviamente que no pasó nada, y al otro día nos levantamos, y ver ese lago a unos metros y esas montañas, hacía que nuestro día comience con gran entusiasmo.

La ruta se transformó en camino, en el cual sólo entraba un auto. De vez en cuando, cada cierta distancia, aparecía como una media luna al costado del camino donde desviarse cuando otro vehículo venía de frente. Lo difícil era cuando te topabas con uno, y no había esta media luna. Cada uno se hacía lo más posible hacia la banquina, y cerrando los ojos y apretando los dientes, pasábamos rozando los espejos retrovisores.


La altura se hacía sentir cuando se nos tapaban los oídos. El paisaje cada vez más espectacular, con ovejas que invadían el camino. Para no forzar tanto los frenos, empezábamos a frenar rebajando los cambios.

Yo empezaba a ver que el tanque de gas oil, no tenía para mucho. De hecho, la computadora del auto te dice cuántos kilómetros te quedan con lo que vas teniendo de combustible. Por eso, como todavía tiraba unos kilómetros más, los chiquilines no querían parar, y preferían cargar más adelante. La cuestión fue que “más adelante” no había estaciones de servicio. Pero esto nos enteramos cuando llegamos Kjerag. Estábamos a unos veinticinco kilómetros de la estación más cercana y teníamos combustible para apenas unos kilómetros más.

Traté de hacer a un lado el gran enojo, e intentar disfrutar de este fiordo que estábamos por conocer.

Este fiordo consiste en una pequeña roca que está incrustada en una grieta que separa dos montañas. Esta roca está a unos mil metros de altura, debajo de la misma, sólo precipicio. Para llegar a ese lugar, es necesario caminar durante casi tres horas. Hay trayectos muy duros, incluso hay cadenas para sujetarse, pues hay tramos tan empinados y resbaladizos que se necesitan de estas cadenas para seguir avanzando.


Cocinamos para comer algo y tener energías para la larga caminata. Después del mediodía, ya estábamos prontos para la travesía.

El cuerpo totalmente emocionado de la belleza del lugar, hacía que el cansancio no se sintiera, y que el paso se acelere por la ansiedad de querer llegar a la roca que les comentaba. En el camino, también se veía algo de nieve que aún perduraba del invierno pasado.

Cuando llegamos al lugar, no había mucha gente, pues no sólo es difícil el llegar a este lugar, sino que también era medio tarde, y la gente ya se estaba volviendo cuando nosotros recién comenzábamos.

“Pucha que está alto!” Exclamé cuando llegamos y vimos el lugar. Hay como una especie de explanada natural, sólo acercarse al borde, causaba una sensación extraña en el estómago.

La roca se encuentra sobre el costado de esta explanada, y el subirse a esta roca tan famosa no es nada fácil. Sin nada de qué agarrarse, uno se debe abrazar a la montaña, apoyar los pies en no más de cuarenta centímetros de ancho entre la montaña y el precipicio, y respirando hondo, lograr dar unos pasos para encontrar un espacio donde poder girar, y quedar de frente a la roca. Aquí el paso siguiente es dar un pequeño salto hasta la roca. En mi primer intento, no me animé, y llegué a la roca casi arrastrándome y logré la foto de la postal, sólo que en vez de parado, estaba sentado. Qué vertigo! Me temblaban las piernas, los brazos, hasta pensé en quedarme petrificado y que alguien me venga a ayudar, pero pensando en la desesperación de verme con otra persona en ese reducido espacio, me hice de coraje, y salí de la roca, pero después tenía que abrazar nuevamente la montaña y dar esos pasos en no más de cuarenta centímetros de piso. Qué sensación más extraña! La adrenalina me corría por todo el cuerpo.

Nos quedamos largo rato disfrutando del lugar. Cosa que no he mencionado, es el buen tiempo que nos hizo. Un sol enorme, iluminaba todo el fiordo, y permitía que nuestra mirada se perdiera en el horizonte y no en una miserable nube gris.

Santiago, descubriendo su fobia a las alturas, no logró subirse. Jota lo hizo, y Pablo, cual un alpinista, iba y venia como si el precipicio de mil metros no existiese. Yo no podía irme del lugar sin lograr llegar parado a la roca. Estudié por un rato cómo hacer, y seguí el consejo de Pablo. Sólo ver mis pies, y no mirar más allá de ellos.

Me concentré, volví a abrazar a la montaña, y cuando estaba de frente a la roca, pego el salto, y haciendo equilibrio me logro estabilizar. Con un grito de guerra, estiré los brazos hacia el cielo como queriendo atrapar tanta felicidad, y posé para la foto que tanto ansiaba tener.


Luego de todas estas mezclas de emociones y sensaciones, emprendimos el retorno. Como si no hubiese sido lo suficientemente peligroso el hecho de subirse a la roca, ahora comenzaba a llover, y el camino, mojado y resbaladizo, obligaba a estudiar cada paso que dábamos.

Llegamos al auto, mojados, transpirados, embarrados, cansados, y preocupados pues debíamos encontrar la estación de servicio para recargar combustible.

Llegamos a la estación con el auto tosiendo. Ahora nuestro próximo objetivo, previo a emprender viaje hasta el otro fiordo que visitaríamos al otro día, era lograr bañarnos. Justo en frente a la estación de servicio, había un camping, donde disimuladamente usamos sus duchas.

Ahora sí, estábamos prontos para ir a Preikestolen. Un viaje de apenas dos horas y un tramo de quince minutos de ferry. Llegamos de noche a este lugar que visitaríamos por la mañana. Entramos a un camping, lavamos ropa, cenamos, y luego nos fuimos a dormir a un punto P cerca de allí.

jueves, 18 de agosto de 2011

OSLO – NORUEGA


Llegamos a la capital noruega bajo una incesante y molesta lluvia. Dejamos el auto en un estacionamiento cerrado, y arrancamos a caminar con nuestras camperas de lluvias y las cámaras bien guardadas para impedir que se mojen.

Era Domingo, y cual una ciudad del interior de Uruguay, estaba todo cerrado, y por las calles transitaban sólo algunos valientes que no le temen a la lluvia, o nosotros, que lejos de ser valientes, no teníamos más remedio que mojarnos para conocer la ciudad, pues sólo contábamos con dos días para hacerlo.

Caminamos por la calle principal, que comienza en una peatonal, y culmina en el palacio de gobierno. En el trayecto, se disfruta del verde de un parque muy atractivo.

Cansados de tanta lluvia, decidimos ir a un camping para cocinar y alojarnos por esa noche. Este camping, se encuentra en una colina, desde donde se obtiene una vista de toda la ciudad.

Oslo, pese a ser capital, no es muy grande, lo que permite se pueda recorrer sus principales atracciones en tan solo unas horas.

Cenamos, y decidimos ir al centro a ver un partido de fútbol español entre Real Madrid y Barcelona. La lluvia ya había cesado, haciendo nuestra salida un poco más agradable. Seguía siendo Domingo, con lo que había poca gente en los bares.

Al otro día de mañana sin lluvia y también con lluvia fuimos a un fuerte amurallado. Allí entramos a un museo de la resistencia durante la Segunda Guerra Mundial muy interesante. Recorrimos el lugar, y nos fuimos rumbo al edificio donde se entregan los Premios Novel de la Paz, lamentablemente, como están arreglando las calles aledañas, se nos dificultó entrar en auto, con lo que no tuvimos más remedio que descartar dicho paseo, pues lloviendo ya no queríamos ir ni caminando.


Fuimos a la principal iglesia de la ciudad, donde pudimos ver las miles de flores allí instaladas en memoria de los fallecidos recientemente por causa de un atentado producido en el centro de Oslo. Impacta saber que estábamos en una ciudad que fue sacudida por la paranoia de una persona, matando a casi un centenar de ciudadanos. Se palpaba un poco la inseguridad y el miedo de la gente de Oslo.

De aquí, nos fuimos a un parque muy extraño en donde antes de visitarlo, almorzamos, al igual que en Gotemburgo, con plato y cubiertos en la falda, siendo el punto de atención en esa parte del parque.

Se preguntarán el por qué “extraño” del parque. Es que todas las esculturas allí erguidas, que de hecho supera el centenar, son hombres, mujeres y niños desnudos en distintas situaciones. Por ejemplo el padre pegándole a un hijo, un hombre y una mujer besándose, entre otras tantas situaciones que no solo llamaban la atención, sino que también causaban gracia.

Había una estatua muy reconocida en la ciudad, media escondida entre tantas otras estatuas, que consiste en un niño enojado. Siguiendo con nuestra visita europea de estatuas extrañas con el poder de aglomerar personas a su alrededor, éste peleaba el primer puesto con el nenito haciendo pichí de Bruselas.


El parque es espectacular, estatuas, fuentes, flores y verde por doquier. Nos quedamos un rato disfrutando de un rato sin lluvia y seguimos el paseo de la ciudad antes de partir hacia el oeste de Noruega donde se encuentran los fiordos tan famosos mundialmente.

Fuimos en última instancia a dos museos, uno donde se exhibe un barco que fue pionero en transitar tanto el Polo Norte como el Sur. Era increíble poder subir a bordo de ese barco llamado Fram, en el cual se llegó a lugares donde nunca antes había estado el hombre.

El otro museo consistía principalmente en tres barcos vikingos hallados enterrados en algún lugar de Noruega. Personalmente me fascina la historia sobre los vikingos, con lo que me atraía ver estos barcos.

Finalmente, fuimos a hacer un pequeño surtido, siempre son pequeños pues no tenemos mucho lugar en el auto para poner las cosas, y nos fuimos hacia los fiordos, al oeste de este país escandinavo.

miércoles, 17 de agosto de 2011

SUECIA – GOTEMBURGO


Luego de estar en Dinamarca, nos metimos en el corazón de los países escandinavos. Esta vez, iríamos a Gotemburgo, ciudad universitaria y segunda ciudad más importante de Suecia. Clara muestra del lugar del mundo en el que nos encontrábamos, es el estereotipo de las personas, tanto física como culturalmente. En cuanto a lo físico, ya veíamos personas rubias con el pelo casi blanco, ojos azules y más de metro ochenta de altura. Por otro lado, en cuanto a lo cultural, no sólo la historia vikinga que tienen en común, sino también en cuanto a la amabilidad y honestidad.

En más de una ocasión nos preguntaron si necesitábamos ayuda al vernos con los mapas en las manos, y en algunos campings por ejemplo, después de lavar la ropa hay que ir a pagar a la recepción que se encuentra del otro lado del predio, clara demostración de honestidad quien va y paga.

En fin, llegamos a Gotemburgo, ciudad que durante la preparación del viaje había sugerido Santiago, y ante nuestra sorpresa, nos esperaba con un sol radiante. Se podría decir que fue el primer día completo de sol desde que agarramos el auto.

Gotemburgo, al igual de Copenhague, no tiene algo extremadamente hermoso, pero la conjunción de cosas hace que el caminar por la ciudad, valga la pena.

Luego de caminar unas horas, nos fuimos a buscar un camping donde alojarnos. El más cercano estaba totalmente ocupado, con lo que decidimos no seguir buscando, y dormir en algún estacionamiento alejado de la ciudad, lo cual se adhiere a nuestra política de ahorro.

Sin ganas de cocinar, compramos unos pollos bastante baratos en un supermercado, y lo comimos en una plaza, cosa que no volveremos a hacer jamás, pues la gente pasaba y nos miraba. Es que claro, por estos lares, no se suele ver a cuatro personas comiendo con plato y cubiertos en la falda en el medio de un espacio público.


Ya sin cargas en los celulares, computadoras y cámaras, fuimos a un Mc Donald’s para recargar sus respectivas baterías, conectarnos gratuitamente a internet, y utilizar el baño. Allí pasamos bastante rato aprovechando todo lo que nos brindaba el lugar.

Por la noche, como era Sábado, teníamos que salir a conocer un poco la ciudad y a su gente. Pudimos apreciar el “glamour” de las personas. Pese al frío, usaban ropas de verano, es que claro, estamos en verano, pero nosotros, estábamos abrigados con el polar del Grupo de Viaje, desentonando por completo en el ambiente nocturno de dicha ciudad. Pero nada nos impedía disfrutar y seguir paseando por esas calles con bares y discotecas.

Cansados, Jota y yo nos fuimos a dormir al auto, mientras esperábamos a Santiago y a Pablo. Cuando volvieron, nos fuimos al estacionamiento que habíamos visto durante el día. Allí, armamos campamento y nos aprontamos para dormir y descansar lo que pudiéramos, pues al otro día por la mañana ya partiríamos hacia la capital de Noruega, hacia Oslo.

martes, 16 de agosto de 2011

DINAMARCA – COPENAGUE


Llegamos a Copenhague, y para no perder la costumbre, bajo lluvia. Por lo que decidimos ir a buscar un camping para pasar la noche. Con este clima, no nos daba ganas de nada, ni de pasear por el centro.

Encontramos uno que tenía cocina, y allí nos quedamos. Con el frío que estaba haciendo, teníamos ganas de comer un gusito de arroz. Fuimos a hacer las compras y junto con Santiago, comenzamos a cocinar. Yo con poca experiencia en el rubro, y Santiago con un poco más de conocimiento.


La cuestión es que quedó espectacular, y sirvió tanto para calentarnos, como para sentirnos un poco más cerca de Uruguay. Con el estómago lleno, nos fuimos a acostar con la lluvia que ya había cesado.

Al otro día, con el ánimo por las nubes, pues no llovía, nos fuimos al centro. Si bien no tiene nada característico que haga querer irlo a ver, no deja de ser una ciudad capital muy pintoresca.

Caminamos por una peatonal, hasta un canal espectacular con veleros y un ambiente muy agradable con restaurantes, que obviamente ni pisamos, y unas casas de colores que hacían esa zona de la ciudad muy turística.


Entramos a unos museos gratuitamente gracias a nuestros carnets de prensa. Fuimos al Palacio de Christiansborg, donde se encuentra el Parlamento, el Ministerio de Estado, las Salas de Representación de la Reina, y la Corte Suprema de Justicia. También fuimos al Museo Nacional, donde vimos ruinas y objetos de los antiguos vikingos.

Por último fuimos al Palacio Amalienborg, pero no entramos. Sólo fuimos a la hermosa plaza rodeada por dicho Palacio, donde pudimos ver a los guardias muy parecidos a los guardias del Palacio de Buckingham allá en Londres.

Cerca de allí vimos una fuente muy linda, y unos metros más adelante una estatua de una sirena. Realmente nos causó mucha gracia la cantidad de estatuas raras que hemos visto, pero lo más increíble es el poder de aglomerar gente a su alrededor. Por ejemplo el nenito haciendo pichi en Bruselas, los animales uno arriba del otro de Bremen, y otros que hemos visto acá en Noruega que luego contaré.


Luego de pasar bastante tiempo caminando, y justo cuando comenzaba a lloviznar, dimos por terminada nuestra visita a esta ciudad que, como decía al principio, no tiene nada en particular, pero no deja de ser llamativa.

Por la noche, cenaríamos y luego saldríamos para conocer la vida nocturna de la ciudad. Pero la cena, esta vez, le tocaba hacerla a Pablo y a Jota, cocinaron un tuco que nada tenia que envidiarle al del Gato Dumas.

Al otro día de mañana partiríamos para Gotemburgo, segunda ciudad más poblada de Suecia.

lunes, 15 de agosto de 2011

ALEMANIA – HAMBURGO


Salimos temprano de Bremen rumbo a la ciudad más importante del norte de Alemania, hacia Hamburgo.

Llegamos a mitad de mañana, lo que nos permitió estacionar el auto en un estacionamiento cerrado y llegar a la hora en la cual comenzaba el city tour gratuito a pie por la ciudad, del mismo estilo a los que realizamos en Londres y en Ámsterdam. Pese a las nubes amenazantes, y que en más de una oportunidad rompieron en lluvia, salimos a caminar por la ciudad.

Cuando visitamos estas ciudades, son muy convenientes estos tours, pues te dan un pantallaza general de las principales atracciones turísticas, que luego puedes volver a visitar con más tiempo, así como también aprendemos de historia, conocemos anécdotas y costumbres de los ciudadanos.

Los orígenes de Hamburgo, se remontan al primer siglo de la era Cristiana, cuando Carlomagno, mandó a construir un castillo para vigilar el norte del Río Elba. De aquí que el escudo de la ciudad es un gran castillo.

Si analizamos el nombre, “Burgo” significa castillo, y “Hambur", se desconoce su significado, así como también se desconoce la ubicación de aquel castillo que mandó a construir Carlomagno.

Pasamos por muchas iglesias, caminamos varias calles, todas con alguna historia en particular.

Algo que me llamó la atención por ejemplo es que en las paradas de los ómnibus y de los tranvías, hay un tablero digital que te dice en cuántos minutos llegará cada línea. Que bien vendría algo parecido en Montevideo.

Pero si hablamos de Hamburgo, tenemos que hablar de la Segunda Guerra Mundial. Es que esta ciudad, fue totalmente devastada por bombardeos de los Aliados. Por esta razón, no existen edificios anteriores al año 1945, sólo sobrevivió la Iglesia San Nicolás, la cual fue totalmente destruida, salvo su campanario. Esta iglesia no se reconstruyó, se dejó tal cual la dejó la bomba que la destruyó para que quede a la vista de todo el mundo el daño que produce la guerra. Hasta se ven sus paredes negras del fuego que la azotó. Hoy día es el edificio más alto de la ciudad. Una particularidad, ahora tiene un ascensor para subir a lo más alto, lo increíble es que dicho ascensor, lo donó Mc Donald’s.


Lo que hemos visto en los países de Europa que hemos visitado, es el gran respeto y la necesidad de mostrar lo que pasó durante las Guerras, sobre todo en la Segunda, como para no olvidar lo sucedido, e impedir vuelva a suceder, aunque esto último no se ha cumplido del todo.

Algo que hay en puntos estratégicos de la ciudad, son pequeñas baldosas de bronce con la inscripción de entre otras cosas, del nombre, y de la fecha de fallecimiento de uno de los tantos millones de judíos exterminados durante el Holocausto. Fíjense que fuerte es esa palabra, pero fue así, se exterminaban personas.

Pero estas no son cualquier baldosa, éstas sobresalen unos centímetros del piso, para provocar que la gente se tropiece con ellas, y se detenga un minuto a reflexionar sobre el gran tropezón de la humanidad.


La idea del gobierno local, es instalar este tipo de baldosas no solo en Alemania, sino también en todas las principales ciudades europeas.

Finalizando el city tour de casi cuatro horas de caminata, llegamos hasta la parte portuaria. Hamburgo tiene un puerto enorme, de hecho, es el segundo más grande de Europa después del de Rótterdam de Holanda.

Algo que me olvidaba de contarles, es que Hamburgo también tiene muchos canales al igual que Ámsterdam, pero en cuanto a puentes, tiene más que Ámsterdam y Venecia juntas. Esto hace mucho más pintoresco el andar por las calles de la ciudad.

Con el detalle estadístico existencial que les acabo de mencionar en el párrafo anterior, voy dejando por acá esta publicación, pues ahora nos encontramos circulando en el auto entre las montañas noruegas, con cascadas y pintorescos lagos. En un rato seguiré contando sobre las vivencias de Copenhague, Gotemburgo y Oslo, ciudades de Dinamarca, Suecia y Noruega respectivamente.

Por último, debo mencionar a Santiago, que me pide a gritos que les cuente que va manejando por estas sinuosas rutas, mientras Pablo canta murga, y Jota con sus auriculares, cual un autista, va pensando en vaya uno a saber qué cosa.

sábado, 13 de agosto de 2011

ALEMANIA – BREMEN


“Lo bueno viene en frasco chico” es lo que dicen los alemanes al preguntarles sobre esta pequeña ciudad, que en realidad no es tan pequeña, tiene algo más de medio millón de habitantes, un tercio de la población montevideana.

Llegamos a Bremen de tarde, pues costó mucho levantarse en Ámsterdam. Llegamos al centro de la ciudad, estacionamos el auto en un estacionamiento techado para mayor seguridad, y salimos a caminar por esas calles que no paran de fascinarnos. Calles empedradas, con grandes plazas, con sus grandes catedrales, y los tranvías y bicicletas por doquier.


Caminábamos, e íbamos escuchando unas melodías de guitarras y saxofones de unos músicos que estaban tocando en la calle. Allí, en la plaza principal, también se encuentra una estatua de piedra del Rey Roland construida en  el medioevo.

Empezó a lloviznar, recuerden que las nubes amenazantes nos han acompañado desde que salimos de Paris, y mientras Santiago y Jota fueron a comer algo, con Pablo fuimos a la catedral con sus dos enormes torres, y subimos doscientas sesenta y seis escalones para obtener una vista de la ciudad, que lejos estuvo de sorprendernos. Por eso fue que al bajar, contamos los escalones, para saber los pasos perdidos que habíamos dado en Bremen.

Después, cerca de la plaza vimos un poco de gente aglomerada pese a la fina llovizna, y al acercarnos, vimos que estaban sacándose fotos con un monumento que consiste en cuatro animales uno parado arriba del otro. Un burro, un perro, un gato, y un gallo. Todos les agarraban las patas al burro, como si este les diera poderes, hasta una señora en silla de ruedas, se incorporó, y con su caminar defectuoso, toca las patas del burro. En ese preciso momento, lo que nos estaba causando gracia, cambió por un sentimiento de intriga total. Fue así que fuimos hasta la oficina de turismo que quedaba justo en frente para averiguar sobre lo visto. Resulta que es una historia añeja,  la cual mucho no entendimos por la rapidez con que nos habló en inglés la señora que nos atendió.


Seguimos caminando, nos perdimos en unas callecitas muy pintorescas, fuimos hasta un molino, conocimos una peatonal donde hay unas estatuas de unos chanchos con su cuidador, increíblemente esto también está catalogado como atracción turística.

En fin, Bremen, una hermosa ciudad, que sin duda tiene mucho más para conocer, pero debido a los tiempos que manejamos para lograr llegar el 24 de Agosto a Finlandia para entrar al día siguiente con el Grupo a Rusia, debimos abandonar la ciudad.

Como ya era de noche, decidimos quedarnos en un camping de Bremen, y al otro día temprano salir rumbo a Hamburgo. Encontramos un camping que ya estaba cerrado, y casualmente allí nos encontramos con unos compañeros del Grupo, entre ellos el Chelo y Matías, aquellos amigos con los cuales comencé este viaje por allá por Marzo

Pese a estar cerrado, decidimos acampar de todas formas y al otro día partir antes de que abriera la recepción. Jugamos unos trucos, conversamos de la vida, y Matías nos convidó con alfajores uruguayos que le trajeron sus padres cuando se los encontró en España. Qué rico! Cerraba los ojos, y me parecía estar en Uruguay!

Después de un rato, tarde, nos fuimos a acostar bajo la permanente llovizna.

jueves, 11 de agosto de 2011

HOLANDA – AMSTERDAM


Ya muchos se cuestionan de la existencia de Mariela. Ella existe, es verdad que es argentina, y que nunca baja del auto. Pero antes de ocasionarme problemas amorosos, debo confesar, que ella no es de carne y hueso, sólo conocemos su voz. Ella es nuestro querido GPS.

Aclarado esto, debo contarles sobre Ámsterdam, ¿por dónde empezar?

Ámsterdam es sinónimo de libertad, sinónimo de bicicletas, de canales, de homosexualidad, de prostitución y de marihuana. En esta ciudad todo está permitido, siempre y cuando nos mantengamos dentro de los límites de la racionalidad.

Llegamos a un camping que Mariela nos recomendó, y allí nos encontramos con bastante gente del Grupo. Uno de estos compañeros había ido a otro camping, pero al entregar su pasaporte, y dejar en evidencia su nacionalidad, le pidieron disculpas, pero le dijeron que no podía alojarse, pues ese camping está prohibido para uruguayos.

La razón, no la sabemos, pero basta con contar lo divertido que pasamos las tres noches como para darse una idea de la excusa que tenía el otro camping. Resulta que éramos como cuarenta uruguayos en el medio del camping, y todas las noches, guitarra en mano, empezábamos a cantar y a desafinar como locos, mientras el vino calentaba las gargantas.

En más de una ocasión tuvieron que ir los de seguridad para pedir silencio, y así, empezábamos a cantar en voz baja, pero venía el estribillo de alguna canción como “Amor Profundo” de Jaime Ros, y hacíamos saltar las carpas del húmedo césped.

Tal vez es por eso, que el otro camping no acepta uruguayos, no sé, nunca lo sabremos.

En fin, nos instalamos, y nos fuimos hasta el centro. Cabe aclarar que el camping se encuentra a nueve kilómetros de la ciudad. Cuando llegamos al centro, vimos un mundo de gente por las calles de Ámsterdam. Es que ese día era la marcha del orgullo gay. Paramos el auto, pagamos el carísimo parking, y nos mezclamos entre tanta gente.

Si usted, querido lector o querida lectora, es homosexual, en Ámsterdam, jamás será discriminado o discriminada. Es que aquí, sea joven, adulto o viejo, no se es juzgado por su orientación sexual.

El desfile era una cosa de locos, pese a la lluvia, la gente seguía bailando en la calle al ritmo de la música que cada barco tenía. Es que el desfile consistía en barcos que iban por uno de los principales canales de la ciudad, e iban decorados según los colores de la agrupación gay, y en ellos iban hombres y mujeres cantando, bailando y festejando el orgullo de ser gay.

No les voy a mentir, pese a aceptar la homosexualidad, en más de una ocasión, me dio “cosa” ver a parejas de veteranos casi desnudos de la mano, o a algún travestido que llamaba la atención. Pero todo era parte de una fiesta multitudinaria, y nosotros estábamos allí disfrutando de la primera demostración de libertad de la ciudad.

Caminando por sus calles, es interesante de ver la cantidad de canales que tiene Ámsterdam, pero mucho más interesante y pintoresco es ver las miles y miles de bicicletas que circulan por sus calles.


Estas bicicletas, tienen un carril aparte en las calles, y al caminar se escucha el ring ring de sus bocinas. Hay tres veces más bicicletas que los habitantes de la ciudad. Se ven hasta hombres de traje que van a trabajar en ellas. En cada metro de baranda de los cientos de puentes, y en cada columna, se ven trancadas bicicletas y más bicicletas. Todas tienen una peculiaridad. Son modelos antiguos, no se ve ninguna con cambios ni nada, son sencillas, es que claro, Ámsterdam se encuentra a seis metros por debajo del nivel del mar, y su punto más alto es de tan sólo dos metros sobre el nivel del mar, lo que hace que circular en un birodado, sea fácil pues no hay repechos.

Mi primera experiencia con una bicicleta no fue del todo buena. Escuché el sonido de la bocina, miré para un lado, y cuando estaba por mirar hacia el otro, la bicicleta me pasa por arriba, pechándome, y haciendo que mi cámara vuele por los aires y antes de caer al piso lograra agarrarla. Esto último de la cámara no es cierto, pero no me van a decir que la anécdota no queda más espectacular con ese detalle inventado.

Volvimos al camping, el cual siempre estaba impregnado de olor a marihuana. El tema de la legalización de las drogas blandas en Ámsterdam era algo que no teníamos muy claro. Pero al otro día hicimos un tour gratuito, de la misma empresa del tour que hicimos allá en Londres, y en este tour, entre tantas cosas, el guía nos desasnó de este polémico tema.

Todo empezó así: Ámsterdam era uno de los países con más heroinómanos en el mundo, con lo que decidieron legalizar las drogas blandas (entre ellas la marihuana y el hachís) como medio de que los heroinómanos comenzaran a dejar las drogas duras por las blandas.

Pero tampoco se imaginen que uno anda caminando por la ciudad fumando marihuana. Su consumo está prohibido. Sólo está permitido consumir en los llamados Cofee Shops y sólo éstos pueden vender.

Se estarán preguntando, al igual que lo hice yo, por qué se llaman “Coffe Shops”. La razón es que por más que esté legalizada, está prohibido hacer publicidad, por eso le pusieron ese nombre. Tampoco pueden vender alcohol, pero sí refrescos y café.

Después, una persona no puede tener en la vía pública más de cinco gramos de drogas blandas, y los Cofee Shops, no pueden tener más de medio kilo en stock. Obviamente que estos comercios venden mucho más de medio kilo por día, entonces, lo que hacen es llamar al mayorista, le encargan, y un cadete en moto va a llevarles más mercadería.

Pero aquí hay un detalle, si una persona no puede tener más de cinco gramos, éste cadete le lleva en moto a los Coffe Shops mucho más de esa cantidad, sería tan fácil como poner un policía en la puerta de estos comercios, y detener al cadete. Pero no lo hacen, pues los impuestos que cobra el gobierno a estos comercios son altísimos, dejando un enorme rédito que luego se ve reflejado en la sociedad toda.

Pero se imaginarán que Holanda tiene una enorme presión de sus países vecinos por el tema de la legalización de las drogas blandas. Por eso una cosa que hace para no tener estadísticas negativas, es que a cada persona que multan por fumar marihuana en la vía pública, no lo multan por dicho motivo, sino que lo multan por otro concepto.

De todas formas, hay un proyecto de ley del nuevo gobierno de ultra derecha, que pretende que a partir del primero de Enero del 2012, las drogas blandas pasen a ser ilegales nuevamente.

En fin, aclarado el tema de las drogas, debo seguir contándoles de nuestras andanzas por esta ciudad.

El tour gratuito, nos ayudó a visitar lugares y aprender muchas cosas del pueblo holandés.

Algo que si no nos lo decían, no nos dábamos cuenta, es que las casas de Ámsterdam están todas torcidas, no sólo para los costados sino también para adelante. Para los costados es porque como esta ciudad está construida en territorio ganado al mar, la tierra no es muy firme, y al ponerle mucho peso, se hunde. Es así que vemos casas totalmente torcidas, pero ninguna con rajaduras, es que las casas tienen como un esqueleto de hierro, que hace que al torcerse, se tuerza toda junta. Después están también como torcidas hacia adelante, la punta de arriba, está hacia adelante. Esto se hizo a propósito, pues antiguamente estas eran casas de comerciantes, y ponían sus mercaderías en el altillo para evitar perderlas en alguna inundación. Por lo que para evitar romper la fachada de la casa cada vez que subían las cajas, inclinaron la casa hacia delante.


Se preguntarán también por qué no las subían por las escaleras, el tema era que para ganar espacio, las escaleras se hicieron sumamente estrechas, lo que impedía subir por allí la mercadería. De hecho, las casas son también bastante angostas, en la ciudad se encuentra la casa más angosta del mundo, con apenas dos metros de ancho.

Pasamos por dicha casa, y también por la casa de Ana Frank, por si no saben quién es, Ana fue una judía que durante la Segunda Guerra Mundial era una niña, y escribió un diario contando todo acerca de lo que hacía ella y su familia escondidos en la casa de unos vecinos. Ahora es un museo, pero no entré.

Muchas anécdotas hay de Holanda en cuanto a la Segunda Guerra Mundial, pero para no aburrirlos, sólo contaré una. Resulta que al igual que en la Primera Guerra Mundial, Holanda pretendía ser neutral, y venderles armas a ambos bandos. Pero cuando la reina se reúne con Hitler para hacer negocios, Hitler le dice a la reina que además le deberá entregar su territorio en tres días. La reina se negó, y al tercer día, Rótterdam fue totalmente destruida por bombardeo nazi. Con lo que la reina se asustó, y abandonando a su pueblo, se fue exiliada a Gran Bretaña. Pese a esto, es una reina muy querida por los holandeses, y hasta el día de hoy se siguen conmemorando días festivos en su memoria.

Y aquí en Ámsterdam, pasó algo que sigue latente en la idiosincrasia de los ciudadanos de la ciudad. La idea de libertad y de igualdad. Es que en esta ciudad, la gente se reveló contra los nazis y se agruparon en su principal plaza como forma de protesta. Es que el ejército alemán cometió el error de realizar una redada a plena luz del día delante de todos. Con lo que la gente, indignada, pues los judíos eran sus vecinos y sus amigos, se revelaron, siendo el primer pueblo en hacerlo.

Después del tour, que finalizó justamente enfrente de la casa de Ana Frank con el mensaje de que somos todos libres e iguales, nos fuimos a conocer la zona roja.

Esta zona consiste en realidad en un barrio en el cual hay calles que tienen puertas de vidrio una al lado de otra, donde se exhiben mujeres ofreciendo sus servicios sexuales. Obviamente esto se ha transformado en una atracción turística, viendo a todo tipo de personas, salvo niños, paseando por estas callecitas.


Este barrio también pretende ser eliminado, por el gobierno de turno, a partir del primero de Enero de próximo año.

El último día, bajo lluvia torrencial, fuimos con Jota hasta el estadio del Ajax. Nos llamó poderosamente la atención que la autopista pasa justo por debajo del estadio.

Luego volvimos al camping donde nos quedamos todo el día. Pues ir en auto hasta el centro era caro por el parking, y para ir en transporte público, debíamos tomarnos un tren y luego un ómnibus, y como seguía lloviendo, nos quedamos tranquilos en el camping, aprontando las cosas, pues al otro día nos iríamos rumbo a Bremen, Alemania.