domingo, 16 de octubre de 2011

LUXEMBURGO – LUXEMBURGO

Dejamos atrás París, para dirigirnos en un viaje de tres horas y media hasta Luxemburgo. En el trayecto, me acordé que nos habíamos olvidado de comprar una garrafita para cocinar, con lo que parábamos en cada estación de servicio para ver si encontrábamos alguna, pero no tuvimos suerte en ninguna ocasión.

Cocinar para nosotros es muy importante, puesto que como Cecilia es celíaca, no comemos comida al paso.

Los kilómetros pasaron, las garrafitas no aparecían, las latas de atún seguían siendo nuestra base de alimentación, y al fin llegamos a Luxemburgo.

Poco sabemos de Luxemburgo, por ejemplo que es uno de los principales paraísos fiscales, y que su ingreso per cápita es uno de los más altos del mundo. Pero poco nos importaba nuestra ignorancia sobre este diminuto país del centro de Europa, si de todas maneras nos encontrábamos allí, recorriendo sus hermosas calles y puentes.

Pasamos toda la tarde paseando por la ciudad, que sin ser demasiada extravagante, quedará guardada en nuestra memoria el haberla recorrido juntos.

Teníamos pensado dormir en un Punto P, pero antes de dirigirnos a uno, seguimos insistiendo en la búsqueda de la garrafita sin existo alguno, lo que implicó volver a abrir una lata de atún.

Párrafo aparte se merece la primera noche de Cecilia durmiendo en el auto, en el medio de alguna ruta de Luxemburgo. Yo, con la experiencia de estos meses, intentaba transmitirle tranquilidad, mientras la iluminaba con la linterna en un baño sucio y oloriento.

Con los chiquilines, dormía en el auto sin tapar las ventanas, pero para darle un poco de privacidad, y para que se sintiera más segura, tapamos las ventanas con las sábanas de los colchones inflables.

Hizo mucho frío, yo casi no dormí, pero Cecilia por suerte más templada, durmió mejor. En realidad “mejor” es una forma de decir, pues pasó soñando cosas horribles toda la noche. Tan horribles como qué hacer en el medio de la nada si algún camionero loco me asesinaba. Pero lo más trágico, era que se sentía mal por verse sola en algún lugar de Luxemburgo, no porque alguien haya matado a su amado.

En fin, así fue la primera noche durmiendo en el auto con Cecilia, que muy valientemente me dijo que lo volvería a hacer.

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