domingo, 29 de mayo de 2011

GRUPO DIVIDIDO


A partir de hoy, el grupo no será el mismo. Es duro afrontar que el Grupo de Viaje comienza a viajar dividido en dos subgrupos, el A y el B. Esto ya lo expliqué en más de una oportunidad, pero para algún perdido, lo explico nuevamente.

A partir de ahora, desde Bangkok - Tailandia, hasta Sharm - Egipto, el Grupo de viaje es tan numeroso (alrededor de cuatrocientas veinte personas), que se divide en dos y viaja con un día de diferencia. Es que es imposible llevar a todos a un mismo hotel, y mucho menos, imagínense, a un templo, o a un shopping.

Desde que empecé a viajar en grupo (desde China inclusive), compartí muchísimo con todos los compañeros de viaje. La mayoría pertenecientes al grupo A, puesto que los del B, en su gran mayoría, recién entrarían al Grupo en Bangkok. Por eso este día tiene un sabor algo amargo. Porque me separo de la gente con la que vengo compartiendo hace ya dos meses de este sueño hecho realidad.

A muchos ya los conocía, a otros no. Por ejemplo Matías Lado, contador y basquetbolista profesional, una excelente persona, con la que nos divertimos muchísimo, Rocío Presentado, qué ficha! Y ni que hablar de mis amigas Mariana, Alejandra y Carolina con sus respectivas parejas.

Hoy ya no será como ayer… pero mantengo la premisa de ver siempre el vaso medio lleno, y obligo a mi cabeza a pensar todo lo que queda por delante, todo lo que resta disfrutar. Separados del grupo A, es cierto, pero también es cierto que en el grupo B tengo muchísimos amigos, con los cuales también sabré divertirme.

Todo es cuestión de adaptarse, y acostumbrarse a que en las fotos ya no estarán estos amigos. Pero queda de consuelo el saber que en algún destino coincidamos, y podremos vernos y actualizarnos de todas las experiencias vividas.

Hoy el Grupo está dividido… y ya nada será como ayer.

NOCHE EN PHI PHI


La noche en la isla de Phi Phi consiste en ir a la playa, ya que allí hay pubs y discotecas siendo la propia arena la pista de baile. Por supuesto que la música es toda electrónica, pues hay muchísimos europeos en la isla. Luces, fuego, pintura fluorescente para el cuerpo, y mucho descontrol es lo que abunda desde que cae el sol hasta las dos de la mañana, hora en la cual se apaga la música, y todos a dormir.

Todas las noches salimos a divertirnos, pero resulta que siempre terminábamos en el mismo lugar, pues sólo en una discoteca es donde se junta toda la gente, quedando el resto de los lugares como simple escenografía nocturna.

Fue así que se me ocurrió ir a hablar durante el día con la discoteca que queda al lado de la que explota todas las noches para hacerle una propuesta. De camino al lugar me encontré con el Chelo y con el Pollo, y juntos fuimos y le propusimos que si le llevábamos más de cien personas, ellos pondrían nuestra música, es decir, cumbia, salsa, cuarteto, entre otras.

La mujer al principio se encontraba reacia a la propuesta, pero cuando le dijimos que le garantizábamos la presencia de más de cien personas, llamó por teléfono al dueño, y nos citó para hablar con él a las ocho de la noche.

Llegada la hora, fuimos a hablar, y tras una larga charla, acordamos la noche latina en plena playa de Phi Phi. Empezamos a repartir a cada uruguayo que veíamos en la calle sobre la fiesta, para lograr llegar a las cien personas prometidas.

Me sentí por momentos como el RRPP de esa discoteca llamada Apache. Ahí trabajan dos argentinos, que no daban crédito lo que estábamos haciendo. La noche empezó a invadir la isla, y los uruguayos invadimos Apache. Lo que hizo que muchos europeos al ver tanta gente, también se sumaran a la fiesta.

Grande fue la sorpresa cuando le voy a llevar el pen drive al dj, y éste no tenía computadora, pero lo más cómico fue que una compañera, que aún no sé quien fue, llevó dos discos con lo que nos permitió tirar esos dos y unos sobre la arena de Phi Phi.

Cuando el dj puso el primer tema, la playa explotó con un grito desgarrador de todos los allí presentes, y ni les cuento cuando al ritmo de Violeta, hicimos un trencito largísimo con la mayoría de los vagones de Uruguay, pero también había algún vagón asiático y europeo. Esta imagen quedará grabada en mis retinas para siempre, al igual que la sonrisa de todos mis compañeros al bailar, en esta parte del mundo, Azuquita pal café. 

Los argentinos, no paraban de agradecerme, pues me decían que desde que trabajan allí, nunca habían visto lleno la discoteca. Me llevaron para presentarme a otro dueño, y éste no paraba de agradecerme y regalarme tragos. Me preguntaban si al otro día volveríamos a ir, y yo le decía que si ponían nuestra música, con gusto volveríamos.

Fue una noche espectacular, nos divertimos muchísimo, y aún me cuesta creer cómo logramos poner este tipo de música en un lugar, que lo único que se baila es electrónica. Pero señores, este viaje me ha enseñado mucho a negociar, y esta maniobra no fue la excepción. Llegamos a un acuerdo, y ambas partes cumplimos.

Recuerdo que cuando vivimos aquellas noches en Hong Kong, pensábamos que nunca más lograríamos poner nuestra música en algún otro lugar. Y lo logramos, y nada mas ni nada menos que en la isla de Phi Phi.

TAILANDIA – PHI PHI


Los seis días en esta isla han sido realmente espectaculares. Llegamos al mediodía en un ferry, y caminamos con mucho calor hasta el hotel.

El hotel es enorme y hermosísimo. Se encuentra estratégicamente ubicado en la parte más angosta de la isla, lo que permite tener vista al mar tanto para el frente, como para el fondo, en donde se vislumbra la gigantesca piscina.


Las callecitas de Phi Phi, son muy pintorescas, angostas, con muchos comercios tanto de ropa como gastronómicos, pudiendo observar los frutos del mar tan variados, como ser camarones, cangrejos, rayas, pulpos, hasta exóticos pescados.


Un día encontramos un  lugar muy rudimentario, pero con un menú que nos hizo sentir un poco más cerca de nuestro querido Uruguay. Comimos milanesa de pollo al pan con lechuga y tomate. Más de una vez comimos en ese lugar que dos por tres se olía un olor nauseabundo como a grasera o pozo negro. Pero era milanesa al pan che!

Un día caminamos hasta una playa llamada Long Beach, es un largo trayecto, por momentos con vegetación algo tupida, logrando ver monos en dicho camino. Al llegar al lugar disfrutamos todo el día de esta playa espectacular con agua color turquesa, en donde nos encontramos con mucha gente del Grupo de Viaje que aún sigue viajando de manera libre.


Almorzamos en un restaurante que se encontraba en la playa. Algunos comieron hamburguesa mientras yo degustaba un exquisito y barato plato de tallarines con camarones.

Para regresar, nos resignamos, y volvimos en taxi bote.

Otro día, fuimos a hacer un recorrido por las islas cercanas. Como éramos más de sesenta los interesados, contratamos un crucerito, que nos ofrecía el almuerzo, merienda, kayak, patas de rana, y máscaras para hacer esnórquel.

La primer parada fue en alta mar, en un lugar para hacer esnórquel. Fue muy lindo, uno nunca para de sorprenderse de las cosas que ve bajo el agua. Difícilmente llegue a presenciar algún día lo vivido en Filipinas, pero aquí también se disfruta muchísimo de la vida acuática.

Después fuimos a una playa, la Monkey Beach, y como su nombre lo indica, es una playa en donde hay muchos monos. Como nosotros estábamos en un barco bastante grande, la única manera de llegar a la orilla era nadando, o con kayak. Me puse las patas de rana, y empecé a nadar hasta la orilla en donde me esperaban decenas de monos.

Fuimos a otro lugar para seguir haciendo esnórquel, en esta oportunidad tirábamos comida, y los peces se amontonaban alrededor nuestro. Era increíble la sensación de estar sumergido rodeado de tantos peces de colores.

La próxima playa era la tan ansiada Maya Bay, tal vez con este nombre no la conozcan, pero es la playa donde se filmó la película “La Playa” con Leonardo Di Caprio como actor protagónico.

En vez de entrar por la playa, entramos por la parte de atrás de la isla. Tuvimos que nadar hasta una especie de escalinata primero de cuerda, luego de madera. Las cámaras de fotos las metimos todas en una bolsa hermética para que no le entre agua.

Empezamos a caminar por la isla hasta llegar a la playa. Mis ojos no lograban captar tanta belleza. Yo, no lograba sortear tanta emoción de estar en una de las playas más famosas del mundo. Pensar que veía fotos y postales de este paisaje, y ahora yo estaba inmerso en él.


Después de un rato, tuvimos que volver al barco, pero esta vez, algunos volvieron en kayak, pues decían haber visto víboras en el agua. Y otros, no creyendo, volvimos nadando por la fuerte corriente que rompía sus olas contra las rocas. Resulta que algunos compañeros vieron realmente las víboras.

Terminando el día de recorrida por las playas, nos dirigimos a una isla, que fue la que más me gustó de todas. Fuimos a Bambú Island. Con una playa increíble. Demoramos bastante en llegar, y mientras tanto, tomábamos un poco de sol en la cubierta del barco. Conocimos al capitán, un tailandés muy simpático, que iba escuchando Bob Marley a todo volumen mientras fumaba tabaco y bailaba sentado.


Esta vez, para llegar a la playa, había un bote pequeño que nos llevó hasta la orilla, otros se fueron en kayak, y otros nadando.

Ya el sol había empezado a despedir el día, y el paisaje se volvía cada vez más atractivo. Nos quedamos largo rato disfrutando de la playa. Sin duda, ésta fue la más linda de todas las playas que he ido aquí en Tailandia.


Volví nadando al bote ya casi de noche, y una vez allí, empecé a tirarme desde el segundo piso. Salía del agua, y de nuevo me tiraba, así como unas diez veces. Agotados de todo el día, empezamos el regreso al hotel.

En la isla de Phi Phi, hay una parte desde donde se puede apreciar una vista panorámica espectacular. El lugar se encuentra subiendo una pequeña montaña. El camino es muy agotador, pues hay mucho repecho y un calor sofocante. Por momentos nos arrepentíamos de habernos aventurado en la escalada. Pero al llegar al “View Point”, nos quedamos maravillados del paisaje que se puede contemplar desde allí arriba.


Nos sacamos un par de fotos, descansamos un rato, y empezamos a descender para ver el atardecer desde la playa del hotel.

Es increíble los colores que toma el cielo cuando el sol empieza a desaparecer. Naranja y rosado, son los colores con que se tiñe el cielo azul. Es muy inspirador estar sentado en la arena mirando el horizonte. Sólo faltaba mi novia a mi lado para ser perfecto dicho paisaje.


Phi Phi, es como muchos otros, un destino altamente recomendado. Playas, hermosos paisajes, restaurantes, vida nocturna, y mucha alegría, son factores que hacen de esta isla, un lugar de ensueño.

miércoles, 25 de mayo de 2011

NOCHE EN PHUKET


Si pensaba que en Kuta, Bali había visto todo, era porque aún no había llegado a Phuket. Uno nunca termina de sorprenderse, y ver cosas tan bizarras como desagradables y divertidas a la vez.

Cuando llegamos a este balneario, fuimos a cenar hamburguesas de dudosa procedencia a un mini market cerca del hotel. Estábamos comiendo parados en la vereda, y en eso se acerca un hombre de pelo largo, todo tatuado, vestido de negro al mejor estilo Papo, y en inglés nos pregunta: “¿Cómo carajo están comiendo eso?”. Así empezó la conversación con este personaje australiano que hace cinco años vive en Phuket cantando en un pub del centro. Nos invitó a que lo vayamos a ver, y accedimos, ya que prometía estar en plena calle céntrica.

Después de un rato tomando algo en el hotel, nos fuimos en tuk tuk hasta el centro. Pero no era cualquier tuk tuk, éste era una cosa de locos. Luces sicodélicas, música al mango, y alta velocidad. Fue así como llegamos al centro bailando y cantando sentados en éstos cómicos taxis.

Bajamos en la puerta del pub del cantante, y en su entrada había una pantalla gigante que mostraba videos de mega conciertos del personaje que habíamos conocido horas antes. Entramos, y allí estaba rockeando como loco canciones de ACDC. Ahí nos dimos cuenta de que habíamos conocido a esta persona que resultó ser un groso en el ambiente.

Lo saludamos, y salimos a la calle principal, para quedar boquiabierta con cada cosa que veíamos.

Tailandia, entre otras cosas, se caracteriza por ser el país con mayor cantidad de travestis del mundo. Pero tiene la particularidad de que genera muchas dudas el darse cuenta, con lo que nos divertíamos preguntándonos si eran o no eran.

La cuestión es que esta calle peatonal, estaba llena de personas de  minifaldas y escotes, digo “personas” porque no me animo a decir “mujeres”. En los laterales, muchos pubs con un caño en cada punta de la barra y alguien bailando allí. Nos veían pasar y te gritaban e invitaban a entrar y tomar un trago.

No podíamos creer lo que estábamos presenciando, nos divertimos muchísimo con el sólo hecho de caminar por esa calle. Averiguamos de un lugar para ir a bailar la siguiente noche, pues ya estábamos cansados de un día de tanto viaje.

La última noche en Phuket, esperamos bastante para que pase un tuk tuk como el que habíamos tomado la noche anterior, pero valió la pena la espera, es que llegar al centro con semejante bullicio hacía que nos sintiéramos parte de tanta locura.

Fuimos derecho al lugar donde habíamos averiguado para ir, y allí nos encontramos con más compañeros del grupo. Nos quedamos un rato y al cabo de un par de horas nos fuimos a acostar pues al otro día debíamos madrugar para ir en ferry a Phi Phi.

Es admirable y envidiable cómo la sociedad acepta a los travestis. Trabajan en puestos laborales decentes, por ejemplo nuestro guía, y el cajero del mini market donde comíamos las hamburguesas baratas. Me parece muy bien que no haya discriminación, y que se los trate como lo que son, simples personas.

TAILANDIA – Día 1 – PHUKET


Después de haber salido la noche anterior (que después contaré), por la mañana temprano me levanté, desayuné, y fui a la playa que queda a dos cuadras del hotel. La playa es una cosa de locos, es amplia, arena blanca, el agua tibia con un color turquesa envidiable, y olas para barrenar y divertirse.

Iban pasando los minutos, y empezaban a llegar cada vez más compañeros. Pasamos toda la mañana en esta playa. Conversando, nadando, disfrutando de tanta felicidad y belleza.


Pensando que al igual que en Filipinas, el sol no quemara, no me puse protector solar. Es así que ahora estoy escribiendo estas líneas con todo el cuerpo encremado con crema hidratante para evitar que se me caigan los pedazos de piel.

Pasado el mediodía, mientras algunos recién bajaban a la playa, yo subía en busca de sombra y aire acondicionado. Pasé un par de horas en la habitación del hotel descansando de tanto sol y cociendo nuevas banderitas en mi querida mochila “La Abanderada”.


Por la tarde, con unos compañeros y con Carlos, el tan querido profesor acompañante, nos tomamos un tuk tuk, y nos fuimos a otra playa para ver el atardecer. Esta vez con protector solar en mis hombros, disfrutamos de esa playa y al ver la felicidad en el rostro de todos, me decía para dentro: “pucha que vale la pena estar vivo!”.


El sol empezó a caer, y el cielo comenzó a teñirse de naranja. Si bien no logramos ver el atardecer, pues justo había una montaña que impedía ver cómo el sol desaparecía bajo el agua, contemplamos el paisaje que nos regalaba la naturaleza en esta parte remota del planeta.

LLEGADA A TAILANDIA


La llegada a Tailandia demoró prácticamente todo el día. En realidad a Tailandia demoramos no más de dos horas, pero a Phuket, balneario en donde pasaríamos un día, demoramos bastante.

Es que a mitad de la mañana partimos al aeropuerto de Siem Reap para ir hasta Bangkok, capital de Tailandia, y allí pasar casi toda la tarde en el aeropuerto para salir rumbo a Phuket.

El avión que nos cruzó la frontera, era un avión muy pequeño, con lo que tuvimos que ir en tres tandas, pues no entrábamos todos juntos en un solo vuelo. De hecho, no tenía turbinas, era un avión con hélices, lo que hacía que no volara ni tan rápido, ni tan alto, logrando ver el suelo durante todo el vuelo.


Obviamente que quienes sufren volar, esta vez fue mucho peor, pero a quienes nos gusta, éste fue un vuelo disfrutable, hasta más cómodo que en un avión grande.

Una vez en el aeropuerto de Bangkok, nos empezamos a encontrar con gente que venía de Uruguay para empezar el viaje. Fue un encuentro muy emotivo ya que muchos son amigos a los cuales ansiaba ver. También los acribillamos a preguntas, queríamos que nos contaran todo lo que estaba pasando en Uruguay, como queriendo escuchar algo distinto a lo que leemos diariamente en los diarios digitales.

Arribamos a Puket, y tras una hora de viaje en ómnibus, llegamos al hotel, hicimos el check in, y salimos a cenar y luego a pasear por el centro que contaré después.

lunes, 23 de mayo de 2011

CAMBOYA – Día 1 y 2 – SIEM REAP

La estadía en Camboya, fue en una ciudad muy pero muy turística, en Siem Reap. La razón por la cual en esta ciudad el turismo es tan importante es por la presencia de muchísimos templos budistas e hinduistas construidos en siglos pasados. Se encuentra el templo más grande del mundo, el Angkor Wet.

Nuestro lujoso hotel se ubicaba en la calle principal donde pululaban los grandes hoteles y restaurantes. Todo esto contrastaba con la idea que me hacía de Camboya. Hasta una calle se llamaba Pub Street.

Llegamos de noche, y quisimos ir a esta calle para conocer la vida nocturna de la ciudad. Fuimos en tuk tuk, que es una moto con un carrito atrás para cuatro personas. El conductor, después de haber arreglado el precio, nos ofreció cocaína, marihuana, hasta “young ladies”, esto me hizo acordar mucho a Kuta, Bali.

Al otro día muy temprano, fuimos a dos templos. Pero antes de contarles lo increíble de semejantes construcciones, quiero comentarles que los guías hablaban un español muy bueno, tanto, que nos llamaba la atención. El guía de nuestro ómnibus había estado viviendo en Buenos Aires, por lo que sabía de la existencia de Montevideo.

El primer templo que fuimos fue el Ta Prohm o también llamado el Templo de Las Raíces. La característica es que la vegetación, principalmente unos grandes árboles empezaron a crecer en el templo, colándose sus raíces entre las piedras. Éste templo, está siendo reconstruido pues un setenta por ciento se encuentra en ruinas.


Llama poderosamente la atención cómo se lograba en aquella época construir semejantes edificaciones, con esculturas en las paredes muy rebuscadas y fabulosas.

De más está decir que el calor húmedo era casi insoportable, tomábamos agua, y en cuestión de segundos, la transpirábamos. Parecía que la bocanada de aire, no llegaba nunca a los pulmones. A veces perdíamos la atención a las historias de los guías, pues nuestro subconsciente buscaba de forma desesperada un trozo de sombra.

Al llegar a cada templo, nos daban la bienvenida decenas de niños queriéndonos vender artesanías. Hablaban inglés y español siendo muy simpáticos y agobiantes a la vez. Pero detrás de sus ojos se podía leer un poco de tristeza y desolación.



Antes de terminar la mañana, fuimos a otro templo, el que más me gustó. El Templo de Bayon. Se caracteriza por las enormes caras. Antes de entrar, vimos unos elefantes en los cuales puedes dar un paseo, pero nos limitamos a sacarnos fotos, pues en India tendremos la oportunidad de bañarnos en un lago con ellos.


Este templo de las caras es muy lindo, se encuentra en un predio muy amplio con muchas esculturas de elefantes y demás. Tal vez al escuchar de Camboya, se nos viene a la mente justamente estas construcciones con sus caras talladas en una sola piedra.


Regresamos al hotel, y pasé jugando al ping pong todo el día, y bañándome en la piscina. Por la noche organizamos una fiesta en el salón del hotel, teniendo el rol de dj junto al médico acompañante. Obviamente no pudimos dejar contentos a todos, pues somo muchos con distintos gustos musicales, pero pasamos una madrugada muy divertida entre todos los viajeros.

Al otro día no tan temprano, salimos al templo más grande del mundo, el Angkor Wet. Sólo unos valientes, o los que tomamos poco durante la noche, nos subimos al ómnibus para contemplar semejante maravilla.


Saliendo de este templo, nos topamos con un buda muy simpático que sonreía con cada foto que nos sacábamos con él. En una me acerco, y le pido una foto, y me toma de la mano. Que increíble ver a estas personas con ese culto tan extraordinario. Imponen un respeto inigualable.


Por la tarde, no hice más que quedarme descansando en la piscina del hotel, disfrutando las instalaciones al máximo. Por la tardecita, al bajar el sol, fuí al mercado para comprar algún recuerdo de Camboya.

Me voy de Camboya con la sensación de no haber conocido la verdadera historia de su gente. Sólo obtuvimos información valiosa por supuesto, pero siento que me faltó ese contacto con la calle, no logré absorver su cultura.

Siem Reap, es una burbuja en un país quebrado de tanta guerra. Es el lugar en donde se plantaron más de diez millones de minas antipersonas, que causan de dos a tres muertes o mutilaciones por día. Hasta la fecha se han logrado desactivar casi el ochenta por ciento de las minas.

Difruté mucho de Camboya, pero me hubiese gustado conocer más la realidad, el día a día en una ciudad cualquiera. De todas formas los templos visitados valen la pena el pasaje por este remoto lugar de Asia.

domingo, 22 de mayo de 2011

NOCHE EN HANOI


La última noche en Vietnam, nos juntamos no sólo para despedir este maravilloso país, sino que también para despedir a Miguel, que retornaría a Uruguay en los próximos días.

Después del buffet libre, salimos a un pub en donde logramos poner un pendrive con música de pachanga para bailar como si estuviésemos en nuestro querido país. El problema fue que a las doce de la noche, en esa zona de la ciudad, ya no se puede escuchar música fuerte, y cierran todas las discotecas.

Le preguntamos al dj por un lugar donde seguir bailando, y sólo nos dijo un nombre que ya no recuerdo. Lo que sí sé, es que ese nombre se lo repetimos a los cinco taxistas, pues éramos tantos que debimos parar a más de un taxi, y sin saber a dónde íbamos, arrancamos en caravana a ese lugar.

Cuando agarraron la autopista, en nuestras caras ya se notaba un dejo de preocupación y nerviosismo, y ni les cuento cuando saliendo de la autopista pasamos por un barrio extraño, y parando a la orilla de un río, pararon los taxistas y nos bajamos. Y allí estábamos, a la orilla de un río, en un barrio no muy acogedor, en busca de una discoteca en donde poder seguir la diversión.

La cuestión es que la discoteca era como una especie de barco, más bien una chalana entre medio de embarcaciones abandonadas y oxidadas. Para lograr llegar a la puerta, debimos pasar por una pasarela flotante de unos cincuenta metros al ras del agua, razón por la cual n o podíamos cruzar todos juntos, pues corríamos el riesgo de caernos en esa agua oscura.

Al llegar a la puerta del local, ya se escuchaba la música, mientras los murciélagos revoloteaban a nuestro alrededor como queriéndonos dar una danza de bienvenida. Entramos, y la música estaba muy buena, si bien no pudimos poner la nuestra, nos divertimos muchísimo.

Como siempre, nos integramos muy bien con la gente que también estaba allí en busca de diversión. Terminando bailando en una ronda gigante siempre con alguna pareja bailando en el medio.

Ya muy cansados de bailar, nos fuimos del lugar con los mismos taxistas que sin saberlo nos estaban esperando para regresarnos al centro de la ciudad.

La verdad que no podíamos creer el lugar a donde fuimos (por no decir antro). Lo importante es que estando en grupo grande nos sentíamos seguros, y eso nos permitió divertirnos de gran manera en la despedida de Miguel.

jueves, 19 de mayo de 2011

VIETNAM – Día 10 y 11 – HANOI

Pese a haberme acostado de madrugada, me levanté temprano para realizar el city tour de la ciudad. No fuimos muchos los que hicimos el esfuerzo para levantarnos y conocer partes de la ciudad que no había visto en las jornadas de caminata solitarias.

Fuimos al mausoleo de Ho Chi Minh que se encuentra en una gran plaza con estilo ruso, lo que hace que se parezca mucho a la plaza de Tian Anmen en China. Muchas personas visitaban el mausoleo, pues estábamos a un día del natalicio de su héroe nacional. Muchos niños, escolares y preescolares. Era muy cómico el verlos agarrándose de la remera de su compañero de adelante formando una cadena para no perderse.


Al caminar por la vereda del mausoleo, los soldados no te dejan hablar. Debíamos hacer la visita en absoluto silencio. Tampoco podíamos ponernos las manos en los bolsillos, ni cruzar los brazos. Esto me hizo acordar a mi padre, quien me prohíbe también  guardar las manos en los bolsillos como que esto significara vagancia.


El cuerpo de Ho Chi Minh se encuentra embalsamado, y dicen que cada dos meses, le cortan el pelo y las uñas, pues después de muerto estas cosas siguen creciendo.

Después seguimos recorriendo los alrededores de esta plaza en donde visitamos la casa donde vivió, una pagoda, y todo un parque que envuelve una paz increíble en el medio de esta ciudad tan ruidosa como es Hanoi.

Una parte del city tour, consistió en pasear por el casco antiguo en triciclo, es una especie de bicicleta en la cual uno va sentado delante contemplando el entorno, y otra persona detrás va dando pedal. En este paseo, el cansancio junto con el solcito de la mañana, hicieron efecto y lograron derrotar a mis párpados que caían haciéndome cabecear en más de una oportunidad.


A esta altura ya rogaba por una cama, pero aún faltaban dos paseos más; uno por el lago del centro de la ciudad, el cual ya conocía por las veces que había ido caminando; y el otro visitar el museo de literatura, donde Confucio, profesor y filósofo chino, estableció una universidad, la cual hoy día se encuentra reconstruida pues en la guerra contra los franceses fue totalmente bombardeada.

Culminado el city tour, volvimos al hotel y como un sonámbulo, floté hasta mi habitación donde estaba Santiago que no había ido a los paseos pues prefirió descansar en la mañana. Me estaba aprontando para ponerme en posición horizontal, cuando me convence de ir al mercado para hacer alguna última compra de regalos. Tras lavarme la cara, emprendimos otra vez la caminata hasta el centro de Hanoi. Compré algunos regalos, y me auto regalé unas banderitas para bordar en La Abanderada (mi vieja y querida mochila).

De regreso en el hotel, teníamos una hora para dormitar antes de ir a cenar a un buffet libre de comida internacional, uno de los más grandes de la ciudad. Pero mientras Santiago dormía, me entretuve cociendo banderitas.

Fuimos a cenar, y concientizados de comer despacio para poder degustar todos los platos, comenzamos la última cena en Vietnam.

Mi paladar quiso que disfrutara de frutos del mar como nunca antes. Pulpo, calamares, camarones, almejas, ostras, y otras tantas cosas que hicieron que esta mañana me levante corriendo al baño. De postre comí flan. No lo podía creer, y comí tanto como para vengarme de estos dos meses y medio sin probar dicho manjar. Obviamente le faltó el dulce de leche, pero cómo lo disfruté.

Luego de la cena, salimos a bailar con algunos amigos, pero esto lo comentaré en otra publicación.

Hoy por la mañana, para variar con muy pocas horas de sueño, me levanté para enviar la encomienda con regalos y ropa sucia que ya no uso. Fui al correo, y la caja que me dieron para guardar las cosas, no sólo estaba usada, sino que estaba rota, por lo que la remendé todita. Estuve como dos horas para dejar pronta la encomienda que puede llegar en tres hasta seis meses. Es que muchas veces se confunden y en vez de enviarla a Uruguay, la envían a Paraguay, lo que origina que vuelva a Francia (casa central de correo internacional) para luego mandarla nuevamente y de manera correcta a Uruguay.

Espero que llegue, pues la mayoría de los regalos que recibirán los que me ayudaron con este sueño, van en esa caja.

Ahora me encuentro volando a Siem Reap, Camboya. Dejé atrás un destino, que como los otros, jamás olvidaré. Vietnam es un país que con todo lo que ha sufrido, se esfuerza por progresar y desarrollarse. Su gente es amigable, y tiene una cultura increíble.

VIETNAM – Día 8 y 9 – HANOI

Amanecer en la Bahía de Halong es un privilegio muy valorado. Por eso madrugué, levantándome a las cinco de la mañana mientras todos dormían, incluyendo los tripulantes del pequeño crucero.

El guía nos había dicho que amanecía a las seis de la mañana, pero recordé que en Filipinas, un día por el calor del cuarto, me desperté a las cinco, y el sol ya teñía el paisaje de naranja. Por eso, hice caso omiso a lo dicho por el guía, y adelanté el despertador una hora. De todas formas, las cinco de la mañana fue tarde, y cuando subí a la terraza del crucero, el sol ya estaba alto, pero no se veía por la intensa nubosidad del cielo.


Me quedé presenciando el paisaje silencioso, con algún crujido de las maderas al mecerse el barco sobre el Mar de China. Al rato subió Germán, y nos quedamos filosofando de la vida, hasta que los bostezos no cesaban, y decidimos volver a dormir un rato hasta la hora del desayuno.

Por la mañana conocimos un lago que su entrada es por un túnel acuático. Entramos en canoas. Este paisaje por momentos me recordaba a Filipinas, con la salvedad de que en vez de ser el agua de color azul intenso, ahora era de un verde oscuro.

Por la tarde nos despedimos de este lugar maravilloso. Tal es así, que está nominado para las siete maravillas naturales del mundo. Llegamos a Hanoi, y al tener el resto del día libre, salí a recorrer la ciudad a pie acompañado de mi soledad. Es que a veces necesito caminar solo para bajar a tierra tantas cosas vividas, tantas emociones, y tanta felicidad.

Hanoi es una ciudad bulliciosa, con motos y autos yendo y viniendo por todos lados, ignorando por completo los semáforos. Para cruzar la calle, era necesario hacerse de coraje, apretar los dientes, cerrar los ojos, y empezar a caminar. Las motos y autos te esquivan y sobrevivís sin ningún problema. Al principio, nos daba miedo, pero después, duchos en el tema de cruzar la calle, lo hacíamos con una naturalidad envidiable para cualquier extranjero.


La gente es amable, algunos hablan inglés, otros no, pero la comunicación no es para nada difícil, pues hacen el esfuerzo por entenderte.

Al otro día, el noveno en este país maravilloso, realizamos uno de los paseos más lindos. Fuimos a Tam Coc, un lugar en donde navegando en canoas, recorrimos unos arrozales que se encuentran entre unas abruptas montañas. En el recorrido, pasamos por unos túneles naturales, y vimos caminando por las vertiginosas rocas en las montañas, unas cuantas cabras.


Navegar por esos arrozales, sabiendo que Vietnam es el segundo mayor productor de arroz en el mundo, hacía que las emociones se exponenciaran muchísimo. Aquí en el norte de Vietnam, se siembra y se cosecha a mano, sin utilizar máquinas, mientras que en el sur, se utiliza maquinaria que permite un mayor rendimiento.


Ahora están fomentando la creación de cooperativas para que los pequeños productores puedan invertir en máquinas.  Antes, al ser la tierra del gobierno, no se obtenía grandes producciones de arroz, pero después, el gobierno les cedió las tierras a los campesinos para que ellos mismos obtengan sus ganancias, y allí fue cuando el arroz empezó a exportarse a todos lados, principalmente a China.

Las canoas eran para cuatro personas, una veterana vietnamita que remaba con los pies, y otra con un remo más pequeño, después Santiago y yo. Se preguntarán por qué eran mujeres las que remaban, la razón es que aquí en Vietnam, las mujeres trabajan muchísimo, con esto no quiero decir que allá en Uruguay no lo hagan, pero aquí, suelen hacer trabajos forzosos como por ejemplo trabajar en las obras cargando carretillas y ladrillos.


Finalizando el paseo, se acostumbra a darle propina a estas mujeres, y fue aquí la primer calentura del día. Es que le íbamos a dar un dólar a cada una, pero confundí el billete y le di uno de cinco y otro de uno. Cuando le pido que me devuelva el de cinco, que me había confundido, se reía, y apretaba el billete con su puño, y no me lo quería dar. Tras varios minutos discutiendo, se guardó la propina y yo con los ojos envenenados, le dije que si me robaba mi dinero, yo le robaba sus artesanías. Éstas consistían en unas remeras de muy mala calidad, con un bordado de muy mal gusto. Pero quería hacer una maldad, y me propuse llevarme una remera conmigo.

Agarré una bolsa en la cual tenía todas las remeras, y tras abrir unas cuantas para ver mi talle, bajé de la canoa muy pero muy enojado. En eso viene un hombre ofreciendo me unas fotos que me había sacado, realizando un trueque, logré pagar con la remera, tres magníficas fotos.

Luego almorzamos, degustando entre otras cosas cabra, y después volvimos a Hanoi donde nuevamente salí a caminar solitariamente. 

Llegando la noche, fuimos a cenar con unos compañeros a un resaurante de pasta y pizza para despedir a Miguel, que ya se vuelve a Uruguay. Aquí llegó la otra calentura del día. Pedí tallarines, después de veinte minutos viene el mozo con la carta abierta diciéndome que no quedaban más tallarines, que pidiera pizza. Lo hice. Al cabo de una hora, protesto por mi pizza, y me comunica que no quedaban más. Era increíble estar en un restaurante de pasta y pizza, y no tenían nada de eso. La cuestión es que terminaron pidiendo pizza a un delivery, pero demoró tanto, que cuando ya estábamos pagando, llegaron, y yo con hambre, pero con mucho más orgullo, me negué a aceptarlas, y nos fuimos.

Así culminó mi noveno día en Vietnam, con diferentes estados de ánimo, pero siempre sobresaliendo la felicidad de saber que mi sueño se sigue transformando en realidad.

lunes, 16 de mayo de 2011

VIETNAM – Día 7 – BAHÍA DE HALONG

Este día comenzó muy abrupto. Es que la noche anterior, habíamos llegado de Hoi An de madrugada y este día, nos despertaríamos con una llamada de la recepción. La cuestión es que esa llamada nunca existió, o estábamos tan cansados que no lo escuchamos. A las ocho de la mañana ya teníamos que estar desayunados arriba del ómnibus. Yo me desperté a las ocho menos diez, salté de la cama, con un brazo totalmente dormido desde el hombro hasta las uñas, y gritándole a Santiago para que se despierte, intentaba vestirme con una mano, hasta que mi brazo se reincorporó a mi cuerpo.

Logré tomar un vaso de jugo de naranja casi sin respirar, manoteé dos rodajas de pan, y corrí al ómnibus para realizar cuatro horas de viaje hasta la Bahía de Halong.

La Bahía de Halong, está declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO, y en la actualidad está como candidata a ser una de las siete maravillas naturales del mundo. En esta bahía existen más de dos mil islotes, los cuales resaltan en aguas color esmeralda.


Aquí nos embarcamos en un pequeño crucero de doce camarotes, somos veinticuatro personas. El resto de los compañeros se ubicaron en otros cruceros un poco más grandes. Realmente no nos esperábamos tanto lujo en un barco de madera. Los camarotes son un lujo, con baño en suite. El almuerzo y la cena consistieron en exquisitos frutos del mar, desde camarones, pasando por calamares, cangrejo, diferentes pescados, hasta ostras.


Ya que estoy hablando del arte culinario de esta bahía, aprovecho a contarles que aquí vive gente anclada en su bote. Se ganan la vida vendiendo bebidas y alimentos a los turistas. Es lindo ver a estos negociantes por naturaleza, ofreciéndote sus productos desde sus botecitos. Pero lo que quiero contarles es que en uno de estos botecitos había una señora con su hijita, y la pequeña, comía caracoles crudos. Tenía un alfiler de ganchos con el cual podía extraer la babosa del caparazón. Le pregunté por lenguaje de señas si me dejaba probar uno, y accedió. Me gustó, y me dio otro más grande. Fui el único que se animó a probarlo, y me encantó. Es más, le hubiese pedido más, pero no quería abusar de su amabilidad.


En cuanto al lugar, no encuentro las palabras indicadas para explicar lo hermoso y maravilloso de esta parte de Vietnam. Por eso me limito a poner fotos para intentar demostrarles la inmensidad y extraordinario de esta bahía.


Ahora me encuentro en la terraza del crucero en la compañía de Martín, Germán, Santiago y el Pollo que se acaba de ir a dormir con su novia. Estamos anclados rodeados de estas montañas que salen del agua de una manera que no se explican como llegaron aquí. Con el cielo parcialmente nublado, esperanzados de que las nubes desaparezcan a la hora del amanecer, pues dicen que desde aquí se ve uno de los amaneceres más lindos del mundo.

Escribo estas líneas sin saber si podrán leerlas, pues la mamá de Germán, se comunicó con él preocupada porque el blog aparece como dado de baja. Realmente estoy muy nervioso y ansioso por tener internet para ver si podré solucionar el problema que calculo que es por estar modificándolo desde distintos países. Veremos qué es lo que pasa. Mientras tanto sigo disfrutando de este hermosísimo lugar junto a la compañía de grandes amigos.

sábado, 14 de mayo de 2011

VIETNAM – Día 5 y 6 – Hoi An

Tan bien la pasamos en la fiesta, que al otro día no quedó lugar para pasarla bien. Es que demasiado alcohol, no permitió que mi cuerpo reaccionara a las órdenes que le mandaba mi cerebro. Y en vez de salir a pasear, me quedé deambulando en el hotel, entre la piscina y la cama para descansar y recuperar energías. De todas formas, hacía días que mi cuerpo pedía un descanso a gritos, y este fue el día para ello.

Por la tardecita, con el cuerpo en un mejor estado, salí a caminar y a realizar alguna compra por las callejuelas de Hoi An.

Al otro día, nos iríamos al mediodía a Hanoi, capital de Vietnam. Pero el vuelo se atrasó cinco horas, con lo que no hicimos más que piscina en el hotel. Cuando ya nos aprontábamos, no informan que aún no podían arreglar un desperfecto del avión, con lo que debíamos esperar a que llegue otro de otro lugar.


La cuestión es que son las nueve de la noche y estoy en el aeropuerto esperando al avión, que al final no sabemos si es uno nuevo, o el roto reparado. Tal vez hoy fue un día perdido, pero si lo vemos desde el punto de vista de que sumamos otro día más de descanso, es muy positivo.

VIETNAM – Día 4 – Hoi An

En la mañana, después del desayuno, fuimos a visitar la montaña de mármol. Un calor muy agobiante nos abrazaba como una mochila, subimos la montaña, pero el calor impedía prestar atención en lo que debíamos, y sólo buscábamos un poco de sombra para descansar. Debajo de la montaña hay muchas casas de artesanos que ofrecen artesanías talladas en mármol a precios insólitos (quien reciba un regalo de este material no piense en el precio, piense que se lo llevo desde estas tierras tan lejanas a las nuestras).

Después de aquí nos dirigimos a la playa para refrescarnos en sus aguas cristalinas. Una playa abierta y muy ancha, con el agua verde y algunas olas. Nos quedamos aquí bastante tiempo aprovechando tomar sol que desde Filipinas no hacía.


Volvimos al hotel, y tras almorzar, hicimos un tour a pie por el centro de la ciudad. Aquí la gente es más simpática y amigable que en Ho Chi Minh City. Hay muchísimas tiendas donde confeccionan trajes y vestidos a mano. Te toman todas las medidas, y al otro día, vas a buscar la mercadería. 


También están los que hacen zapatos de cuero. Miguel se hizo unos, y preguntó cómo hacían para hacerlos tan rápidos. A lo que le contestaron que había sido el único cliente del día. Es que claro, existen tantos comercios del estilo, que es muy difícil que reciban muchos clientes juntos.

En esta pequeña ciudad, comer es muy pero muy barato. Sentarte en un restaurante no cuesta más de ochenta pesos uruguayos con bebida y comida incluída, por supuesto que si se quiere un postre, tal vez se gaste diez o quince pesos más.

Por la noche, organizamos una fiesta en el hotel. Nuestro primer evento del Grupo de Viaje en el exterior. La pasamos muy pero muy bien. Festejamos el hecho de poder estar disfrutando todos juntos en un país tan lejano como Vietnam.

VIETNAM – Día 3 – Ho Chi Minh City

El tercer día en esta ciudad no hicimos mucha cosa más que alguna compra de regalos. Es que en la tardecita nos íbamos para Hoi An. Ciudad ubicada en el centro de Vietnam contra el Mar de China.

Hicimos el check out, pero para aprovechar el día, enfrentamos el húmedo calor y salimos con algunos amigos a un mercado. El caminar por estas calles siempre te sorprende, ves a las personas y te saludan y preguntan si querés taxi, que en realidad consisten en moto taxis, o en bici taxis.

Hecha la tardecita, nos tomamos el vuelo por Vietnam Airlines y en una hora ya estábamos en la ciudad de Hoi An. Llegamos al hotel llamado Golf Hotel y con Santiago nos tocó una habitación con un gran balcón que daba a la piscina. Seguimos en hoteles de lujo. Realmente valorados después de haber viajado dos meses hospedándonos en simples hostales. Obviamente todo tiene sus pro y sus contra, la vida del hostel es muy buena, conocés mucha gente, pero cuando hablamos de comodidades, un hotel se lleva todos los galardones.

VIETNAM – Día 2 – Ho Chi Minh City

En el segundo día en esta ciudad también denominada Saigon, fuimos a uno de los lugares más emblemáticos y simbólicos, donde se gestó la victoria de una de las guerras más crueles. Los vietnamitas, vienen en guerra desde hace muchísimos años, primero fueron con los chinos, luego con los franceses, y por último los norteamericanos, o como los llaman aquí, los "yankies". Contra éstos últimos estuvieron en conflicto hasta hace tan sólo cuarenta años atrás. Esto hace que al caminar por éstas calles donde hace poco tiempo llovían bombas y muerte, se sienta una sensación muy especial.

Este lugar al que hago referencia, es Cu Chi. Aquí, están los túneles que hicieron los vietcong para ofrecer resistencia durante la guerra, y con ésta estrategia, pudieron sortear al enemigo. Mientras arriba en la superficie todo ardía como en el infierno. Abajo, se encontraban los túneles donde se dormía, cocinaba, se estudiaba, y se transportaban de una ciudad a otra. Es que son mas de doscientos kilómetros de túneles.


Un general norteamericano dijo una vez: "los vietcong están en todos lados, pero no se ven". Es que se camuflaban y protegían bajo tierra. Con escasas armas, y muchas trampas rudimentarias, hicieron frente a las bombas químicas norteamericanas.

Nos metimos en los túneles, y creanmé que son muy chicos, no se entra parado. También hay entradas muy estrechas. La razón es que los vietnamitas son de cuerpo pequeño, y los norteamericanos son muy grandes, lo que hacia que no entraran a los túneles. Pero si lograban hacerlo, también había partes donde para pasar, debían arrastrarse, y aquí tampoco cabían los yankies.


Mientras caminábamos por esta zona selvática, nos íbamos topando con cráteres enormes creadas por bombas tiradas desde el cielo. También escuchábamos disparos de metralleta, pues por allí, había un lugar donde comprás balas de distintos calibres, y las disparás utilizando el arma correspondiente. Fue allí cuando le dijimos a la guia que parecíamos estar en la guerra, y nos contesto, "chicos cuando vayamos al museo de guerra, verán la diferencia". Con esta incertidumbre, seguimos el paseo.

Después de almorzar en el centro de la ciudad, nos dirigimos a este museo. Ya en la entrada se ven enormes helicópteros, aviones, tanques de guerra. Imaginensé al rededor de cien personas juntas. Entramos al lugar haciendo un bullicio acorde no solo a la cantidad de personas, sino tambien a la característica de ruidosos de los uruguayos.

Empezamos a ver las fotos que capturaron cada momento, cada sensación, cada dolor del conflicto, y el bullicio comenzó a transformarse en un silencio funerario, y las sonrisas se fueron desdibujando de cada rostro. Hasta algunos ojos brillosos de compañeras que mordiéndose el labio inferior no podían creer lo que estaban viendo. Obviamente que estábamos observando las cosas de un solo lado, facilitando la subjetividad de la opinión fundada, pero ante tanta crueldad, no hay objetividad que valga.


Como ya les dije una vez, a mi no me agradan los museos, pues mi ansiedad hace que no esté más de un minuto frente a alguna obra de arte o demás. Pero en este museo, sentí la energía de tanto dolor y sufrimiento, e hizo aplacar tanta ansiedad, y valorar cada foto, transportándome en el tiempo e intentando ponerme en el lugar del fotógrafo. Cómo poder sobrellevar una vida después de vivir tal experiencia. O peor aún, cómo hacer para que cada niño vietnamita no nazca con tanto odio en sus venas.


Realmente es increíble como se llegó a tanta tragedia, y aún siguen habiendo consecuencias horribles por las toneladas de químicos arrojados en estas tierras. Malformaciones, enfermedades mortales, entre otras.


Y así, fue terminando este segundo día en Vietnam, entendiendo a la guia cuando nos dijo que "escuchar disparos no tiene nada que ver con sentirse como en la guerra".