Antes que nada decirles que estamos todos bien. Acá estamos viviendo el día viernes 11 de Marzo, y todos estamos bien pese a lo feo que pasamos anoche. Durante el día pasamos bárbaro, Waikiki es espectacular, las playas un paraíso, el agua parecía una piscina.
El tema TSUNAMI comenzó como a las nueve de la noche. Estábamos en el cuarto del hostal que queda en un cuarto piso, hablando con unos brasileros de la vida de la langosta, y de repente viene la novia de uno de ellos diciendo que la había llamado su jefe diciéndole que había ocurrido un gran terremoto en Japón, y que había una alerta de Tsunami para todo el Pacífico. Ahí mismo me quedé petrificado a la silla sin saber qué hacer.
Con el Chelo bajamos a la recepción del hostal donde hay wi fi para leer noticias en internet, y efectivamente confirmaban del terrible terremoto y de la alerta de tsunami. En ese preciso momento empezó a sonar la alarma de evacuación en toda la isla. Hasta ahora no me puedo sacar de los oídos ese sonido torturador. Les juro que cierro los ojos y lo sigo escuchando. En seguida el recepcionista del hostal pegó un grito en el patio llamando a todos para que bajen. Es así que hizo una especie de mini conferencia para explicar la situación y los pasos a seguir.
Nos comentó que la alarma que estábamos escuchando era la sirena de evacuación por posible tsunami. Nos dijo que bajemos las cosas para estar prontos para irnos al centro de evacuación. Que ni bien sepa donde sería, nos avisaría de inmediato para irnos.
El hostal se encuentra a una cuadra de la playa, tiene cuatro pisos, y debíamos evacuar pues se esperaba para las tres de la mañana un tsunami de seis pisos de altura. A 20 metros de nuestro hostal estaban hospedados cinco compañeros más del Grupo de Viaje, y enseguida nos juntamos para estar los nueve juntos. A ellos en su hostal les dijeron que las cosas las dejaran en el cuarto y que sólo llevemos con nosotros documentos, dinero, víveres y teléfonos. Por lo tanto decidimos dejar nuestras cosas en el cuarto de ellos, pues el nuestro ya había cerrado sus puertas diciéndonos que si mañana seguía el edificio en pie, nos veríamos en la mañana.
Nos dijeron que caminaramos hasta la esquina y que de allí doblemos a la izquierda para alejarnos lo más que podamos del mar hasta encontrar el centro de evacuación. La cuestión es que nunca encontramos dicho centro, y nosotros seguíamos caminando por la isla para lograr llegar a un punto alto y lejos de la costa. Le pedimos a un hombre que cargaba nafta en una estación si nos podía alejar aún más de la costa en la caja de su camioneta y lo hizo.
Yo estaba con un cagazo tremendo (no digo susto, porque era más que eso) mis compañeros también, pero supieron tranquilizarme. Nos dijeron que la Universidad podría estar abierta para refugiarnos por lo tanto decidimos buscarla para descansar tranquilos. La cuestión es que la Universidad estaba cerrada. No sé por qué en el diario el Observador dijeron que nueve estudiantes pasaron la noche en la Universidad cuando no fue así.
Nos empezamos a preocupar porque estaba amaneciendo en Uruguay, y se irían enterando de la noticia nuestros padres y se pondrían muy nerviosos. Algunos quisieron llamarlos, pero yo no quise pues no quería preocuparlos, pero obviamente que a medida que pasaban los minutos empezaron a sonar los celulares en busca de buenas noticias, y por más que nosotros no sabíamos si estábamos 100% a salvo, decidimos mentirle a nuestras propias familias para tranquilizarlas. Recuerdo decirle a mis padres que se queden tranquilos que estábamos calentitos en el centro de evacuados, cuando en realidad estábamos en el medio de la nada, sin idea de dónde carajo ir y empezando a sentir el frío de la noche hawaiiana.
La cosa es que llegamos a un puente de una autopista y decidimos descansar allí pues estabamos muy extenuados. Increíblemente allí había wi fi y nos pudimos conectar para ver en qué iba la cosa, y cada vez eran peores noticias. Llegaron a evacuar hasta ciudades de Ecuador y Perú. A todo esto eran como la una y media de la mañana y todavía faltaba para que llegue el tsunami a la isla. Empezó a lloviznar, entonces no podíamos quedarnos en el puente, y resolvimos seguir caminando. A todo esto la alarma de evacuación seguía taladrando nuestros oídos cada una hora durante dos minutos cada vez que sonaba.
Llegamos hasta una especie de veterinaria en donde había un techito, y ahí mismo armamos campamento. Nos tiramos al piso y tratando de encontrar la posición más cómoda, intentamos dormir. Algunos lo logramos, otros no y se mantenían alertas, pero siempre nos despertábamos cuando la maldita alarma sonaba para recordarnos que seguíamos en peligro.
Se aproximaba las tres de la mañana, y mis pulsaciones aumentaban con el paso de los minutos. Sin saber qué tan grande podría ser el tsunami, si perderíamos nuestras mochilas en el hostal, si nos iríamos de Hawaii en seguida, o qué.
La cuestión es que a partir de las tres la sirena dejó de sonar, y más tranquilos, pudimos dormitar un poco más. Pero el frío nos empezó a calar los huesos y resolvimos averiguar si teníamos chances de volver al hostal, si es que seguía en pie. Dentro de la veterinaria había un hombre y le preguntamos qué decían en la radio, y ahí nos enteramos que no había sido tan grave en esta isla. Por eso le pedimos que nos llamara dos taxis para irnos al hostal. el nuestro estaba cerrado, por lo que iríamos al hostal de los otros compañeros en donde habíamos dejado nuestras cosas.
Yo no quería volver, pues allí me sentía seguro pese al frío y al estar durmiendo en la calle. Pero por mayoría se decidió volver. Los taxis no podían pasar para llevarnos cerca del hostal porque estaba cerrada la calle. Caminamos y llegamos al dormitorio donde pudimos dormir los nueve en cinco camas. Recién a las seis de la mañana logramos acostarnos en colchones y poder descansar.
En la mañana me despertó por el celular un reportero del diario El País para hacerme una nota. Me dijo que mañana Sábado la publica en el diario.
La cuestión es que sigo shockeado, las cosas que se me pasaron por la cabeza anoche no las quiero ni recordar, pero estamos todos bien, Matías Arizaga, Marcelo Vives, Ignacio Astor, Andrés Pelufo, Federico Brum, Andrés Alsina, su novia y yo.
Ahora sólo queda seguir disfrutando de esta isla que promete ser hermosísima.
CONOCIENDOTE COMO SOS, IMAGINO HABRAS ENTRADO EN PÁNICO. TUVISTE SUERTE Y TENDRÁS UNA DE LAS PRIMERAS ANECDOTAS DEL VIAJE. BESOS ESTAMOS PENDIENTES DEL BLOG. MUCHA SUERTE DISFRUTEN.....
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