Los chiquilines salieron por la noche aprovechando que estábamos nuevamente en Queenstown, pero yo estaba muy cansado y decidí quedarme para descansar, pues al otro día debíamos hacer cinco horas de viaje hasta Franz Josef, un pequeño pueblito de la costa centro oeste de la isla sur, en donde se encuentran dos glaciares hermosos, el Fox, y el Franz Josef propiamente dicho.
Me desperté a las 7:00 am, y con todos durmiendo arranqué manejando hasta este nuevo destino. Prendí el GPS que ofició, gran parte del viaje, como mi copiloto, y arranqué con todas las ganas. En un momento, no sé si fui yo, o el GPS, pero alguno de los dos se equivocó y tomé un camino erróneo. Obviamente me di cuenta enseguida. El tema está en que en estas rutas montañosas sólo pasan dos y sólo dos autos, uno de ida, y otro de vuelta.
Me desperté a las 7:00 am, y con todos durmiendo arranqué manejando hasta este nuevo destino. Prendí el GPS que ofició, gran parte del viaje, como mi copiloto, y arranqué con todas las ganas. En un momento, no sé si fui yo, o el GPS, pero alguno de los dos se equivocó y tomé un camino erróneo. Obviamente me di cuenta enseguida. El tema está en que en estas rutas montañosas sólo pasan dos y sólo dos autos, uno de ida, y otro de vuelta.
Por eso quise dar marcha atrás cuarenta metros para tomar la intersección correcta, pero un error de cálculo hizo que me saliera de la ruta. Clavé los frenos y aceleré para salir. Pero la casa rodante es tan pesada que se empantanó.
Están leyendo bien, me quedé empantanado a las 7:30 am en el medio de la montaña con una rueda empantanada, y otra en el aire. Sí. Mi rueda del lado del conductor, estaba en el aire. Ahí fue donde desperté a todos gritándoles parensé de este lado que nos damos vuelta!!! Los chiquilines se despertaron como locos sin entender nada.
Esta vez tuvimos mucha suerte, puesto que no pasaron cinco minutos que pasó una 4x4, nos ató, y logramos salir.
Susto aparte, luego de cinco horas manejando, llegamos al primer glaciar, el Fox. Nunca había estado frente a un glaciar. Realmente impactante. Armamos la mesa, y el Chelo cocinó unos fideos con tuco de pollo espectacular. Y así comimos, rodeado de montañas, con el glaciar de fondo. Qué más podíamos pedir? Luego de almorzar, caminamos lo más cerca que pudimos, hasta quedar a unos ochenta metros del glaciar. Llegar hasta ahí, y no poder tocar ese hielo nos daba una impotencia bárbara. Es que sólo podés caminar por encima de él, si vas con un guía, que obviamente tenés que dejar un ojo, o pagar más de cien dólares americanos para acceder a ello.
Luego de ver este glaciar, que en menos de sesenta años se redujo a la mitad por razones naturales, pero mayoritariamente por razones del calentamiento global; nos dirigimos al otro de mayor magnitud.
El Franz Josef es mucho más grande que el Fox. Aquí hay un río bastante grande que sale por debajo del glaciar. Es por eso que ves pedazos de hielo por el río. No me aguanté y crucé el vallado, y fui hasta la orilla de este río, a pocos metros del glaciar. Ya que no pensaba pagar una fortuna para cam inar por encima de él, aunque sea iba a tocar un pedazo de hielo. Y no sólo lo toqué, sino que agarré uno bastante grande y lo trajimos a la casa rodante. Ahora tenemos en el freezer un pedazo de glaciar para ponerle al whisky.
Viajar es hermosooo
ResponderBorraryo estoy feliz de que ayer ME ANIME a sacar unos pasajes a Miami!! me costo, pero me decidí... así visito a amigs que tegno viviendo allí y depaso voy a combinar con alguna otra parte de EEUU, o talvez Mexico, Cuba.. nose, tengo que pensar para que lado sigue mi viaje... Recomendaciones????