jueves, 14 de abril de 2011

SUMATRA – Día 3

Al despertar, nos levantamos suavemente pues nuestras espaldas estaban doloridas. Desayunamos café caliente con galletitas, nos hicieron otros juegos de ingenio, y antes de volver a Bukit Lawang en rafting, fuimos a conocer una cascada cerca del campamento. 

Dicha cascada estaba como a quinientos metros río arriba, pero del otro lado. Empezamos a caminar por el costado del río de chancletas, sobre piedras mojadas. En determinados lugares tuvimos que escalar piedras agarrados de raíces que sobresalían de ellas. En nuestra espalda el río con feroces corrientes y piedras. En ese momento pensaba: "si me vieran caminando por aca, me matan", pero la adrenalina podía más, y hacía que avanzaramos rápidamente.

Debíamos cruzar el río, y aquí no teníamos una canoa que nos ayudara; debíamos hacerlo a nado entre la fuerte corriente. Por lo tanto, avanzamos un poco más para que al terminar de cruzar el río, la corriente nos arrastre hasta el lugar preciso. Y así fue como uno a uno nos lanzamos al río, nadando lo más rápido posible, con grandes brazadas y fuertes patadas que nos impulzaran a traves del agua helada.

Al lograr salir con vida de ese río, fuimos a la cascada para disfrutar de ese hermoso lugar.


Inmediatamente después de visitar la cascada, empezó a llover con mucha fuerza. Debíamos cruzar nuevamente el río para ir al campamento, pero esta vez lo cruzamos en unos gomones que no son más que unas llantas de camiones.

Llegamos al campamento y Ahmad Ray (el cocinero y mago) ya había desmantelado todo el campamento. Había puesto todas nuestras cosas en bolsas de nylon para que no se mojen, y ahora se encontraba armando el bote con el que haríamos rafting para lograr llegar a Bukit Lawang. Ahmad Ray era el hombre multiuso, hacía de todo, y lo hacía bien. El bote constaba de tres cubiertas de tractor y dos de camión; todas unidas con piolas y unos nudos que hacía Ahmad Ray, lo que nos generaba absoluta confianza.


Ya nos empezaba a dar frío tanta lluvia, pero la adrenalina hacía que aún tengamos el cuerpo caliente. Una vez pronto el bote, nos sentamos dos por llanta, en los extremos sólo una persona con largos palos tipo lanzas. Atrás Cucumber, que con su lanza intentaría mantener el bote derecho para evitar volcar en el medio del río. Adelante, como no podía ser de otra manera, nuestro capitán Ahmad Ray, esquivando las rocas del río y gritando "Uruguay nomá" cada vez que nos agitábamos para todos lados por los remolinos que causaban las rocas del río.

La lluvia nos acompañó durante los treinta minutos de travesía. Una experiencia inolvidable íbamos dejando atrás al llegar, pasado el mediodía, a Bukit Lawang.

Nos despedimos de estos hombres, y nos fuimos nuevamente tras más de dos horas de viaje a Medan, ahora con el sol brillante en el cielo. 

Una vez llegados a Medan, vimos el caos del tránsito de esta ciudad. Nos alojamos en un hostal cerca del aeropuerto, pues el vuelo era muy temprano en la mañana. Quedaba cerca también de una mezquita, y esto lo descubrimos a las cuatro de la mañana cuando empezaron a cantar, o tal vez a rezar por parlantes que hacía que pareciera tener a un montón de musulmanes dentro del cuarto. De todas formas disfruté bastante la estadía, pues esto de la mezquita es cosa de la vida cotidiana de las personas que viven en Medan.

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