Con tanta emoción por la despedida de hoy, no les comenté lo del día de ayer.
Salimos de mañana muy temprano en una camioneta junto con Nacho y el Chelo rumbo a Puerto Princesa. Después de casi seis horas de viaje, llegamos a la terminal de ómnibus desde donde nos tomamos un moto taxi hasta un hostal que nos habían recomendado, el Banwa Pension, que queda a quince minutos del aeropuerto.
Por la tarde salimos a caminar por esta ciudad pequeña, que de especial no tiene mucho, más que ver vaqueros a cincuenta pesos, o remeras a diez pesos uruguayos. Comí por ahí unas calamares muy buenos, y volvimos al hostal.
De noche fue un gusto escuchar a Nacho tocar la guitarra del hostal mientras el Chelo cantaba esas canciones que les gusta a ellos de Los Piojos, La Renga, entre otros rockeros argentinos.
El último día en Puerto Princesa no hice mucha cosa, pues quedé solo, y no estaba de ánimo como para hacer grandes aventuras en esta ciudad. Por lo que me dediqué a descansar, escribir, y meditar.
Mañana temprano, me voy al aeropuerto para ir a Manila donde pasaré todo el día en el aeropuerto de dicha ciudad, esperando a Matías y a Martín para tomarnos juntos el vuelo a Singapur.
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