jueves, 11 de agosto de 2011

HOLANDA – AMSTERDAM


Ya muchos se cuestionan de la existencia de Mariela. Ella existe, es verdad que es argentina, y que nunca baja del auto. Pero antes de ocasionarme problemas amorosos, debo confesar, que ella no es de carne y hueso, sólo conocemos su voz. Ella es nuestro querido GPS.

Aclarado esto, debo contarles sobre Ámsterdam, ¿por dónde empezar?

Ámsterdam es sinónimo de libertad, sinónimo de bicicletas, de canales, de homosexualidad, de prostitución y de marihuana. En esta ciudad todo está permitido, siempre y cuando nos mantengamos dentro de los límites de la racionalidad.

Llegamos a un camping que Mariela nos recomendó, y allí nos encontramos con bastante gente del Grupo. Uno de estos compañeros había ido a otro camping, pero al entregar su pasaporte, y dejar en evidencia su nacionalidad, le pidieron disculpas, pero le dijeron que no podía alojarse, pues ese camping está prohibido para uruguayos.

La razón, no la sabemos, pero basta con contar lo divertido que pasamos las tres noches como para darse una idea de la excusa que tenía el otro camping. Resulta que éramos como cuarenta uruguayos en el medio del camping, y todas las noches, guitarra en mano, empezábamos a cantar y a desafinar como locos, mientras el vino calentaba las gargantas.

En más de una ocasión tuvieron que ir los de seguridad para pedir silencio, y así, empezábamos a cantar en voz baja, pero venía el estribillo de alguna canción como “Amor Profundo” de Jaime Ros, y hacíamos saltar las carpas del húmedo césped.

Tal vez es por eso, que el otro camping no acepta uruguayos, no sé, nunca lo sabremos.

En fin, nos instalamos, y nos fuimos hasta el centro. Cabe aclarar que el camping se encuentra a nueve kilómetros de la ciudad. Cuando llegamos al centro, vimos un mundo de gente por las calles de Ámsterdam. Es que ese día era la marcha del orgullo gay. Paramos el auto, pagamos el carísimo parking, y nos mezclamos entre tanta gente.

Si usted, querido lector o querida lectora, es homosexual, en Ámsterdam, jamás será discriminado o discriminada. Es que aquí, sea joven, adulto o viejo, no se es juzgado por su orientación sexual.

El desfile era una cosa de locos, pese a la lluvia, la gente seguía bailando en la calle al ritmo de la música que cada barco tenía. Es que el desfile consistía en barcos que iban por uno de los principales canales de la ciudad, e iban decorados según los colores de la agrupación gay, y en ellos iban hombres y mujeres cantando, bailando y festejando el orgullo de ser gay.

No les voy a mentir, pese a aceptar la homosexualidad, en más de una ocasión, me dio “cosa” ver a parejas de veteranos casi desnudos de la mano, o a algún travestido que llamaba la atención. Pero todo era parte de una fiesta multitudinaria, y nosotros estábamos allí disfrutando de la primera demostración de libertad de la ciudad.

Caminando por sus calles, es interesante de ver la cantidad de canales que tiene Ámsterdam, pero mucho más interesante y pintoresco es ver las miles y miles de bicicletas que circulan por sus calles.


Estas bicicletas, tienen un carril aparte en las calles, y al caminar se escucha el ring ring de sus bocinas. Hay tres veces más bicicletas que los habitantes de la ciudad. Se ven hasta hombres de traje que van a trabajar en ellas. En cada metro de baranda de los cientos de puentes, y en cada columna, se ven trancadas bicicletas y más bicicletas. Todas tienen una peculiaridad. Son modelos antiguos, no se ve ninguna con cambios ni nada, son sencillas, es que claro, Ámsterdam se encuentra a seis metros por debajo del nivel del mar, y su punto más alto es de tan sólo dos metros sobre el nivel del mar, lo que hace que circular en un birodado, sea fácil pues no hay repechos.

Mi primera experiencia con una bicicleta no fue del todo buena. Escuché el sonido de la bocina, miré para un lado, y cuando estaba por mirar hacia el otro, la bicicleta me pasa por arriba, pechándome, y haciendo que mi cámara vuele por los aires y antes de caer al piso lograra agarrarla. Esto último de la cámara no es cierto, pero no me van a decir que la anécdota no queda más espectacular con ese detalle inventado.

Volvimos al camping, el cual siempre estaba impregnado de olor a marihuana. El tema de la legalización de las drogas blandas en Ámsterdam era algo que no teníamos muy claro. Pero al otro día hicimos un tour gratuito, de la misma empresa del tour que hicimos allá en Londres, y en este tour, entre tantas cosas, el guía nos desasnó de este polémico tema.

Todo empezó así: Ámsterdam era uno de los países con más heroinómanos en el mundo, con lo que decidieron legalizar las drogas blandas (entre ellas la marihuana y el hachís) como medio de que los heroinómanos comenzaran a dejar las drogas duras por las blandas.

Pero tampoco se imaginen que uno anda caminando por la ciudad fumando marihuana. Su consumo está prohibido. Sólo está permitido consumir en los llamados Cofee Shops y sólo éstos pueden vender.

Se estarán preguntando, al igual que lo hice yo, por qué se llaman “Coffe Shops”. La razón es que por más que esté legalizada, está prohibido hacer publicidad, por eso le pusieron ese nombre. Tampoco pueden vender alcohol, pero sí refrescos y café.

Después, una persona no puede tener en la vía pública más de cinco gramos de drogas blandas, y los Cofee Shops, no pueden tener más de medio kilo en stock. Obviamente que estos comercios venden mucho más de medio kilo por día, entonces, lo que hacen es llamar al mayorista, le encargan, y un cadete en moto va a llevarles más mercadería.

Pero aquí hay un detalle, si una persona no puede tener más de cinco gramos, éste cadete le lleva en moto a los Coffe Shops mucho más de esa cantidad, sería tan fácil como poner un policía en la puerta de estos comercios, y detener al cadete. Pero no lo hacen, pues los impuestos que cobra el gobierno a estos comercios son altísimos, dejando un enorme rédito que luego se ve reflejado en la sociedad toda.

Pero se imaginarán que Holanda tiene una enorme presión de sus países vecinos por el tema de la legalización de las drogas blandas. Por eso una cosa que hace para no tener estadísticas negativas, es que a cada persona que multan por fumar marihuana en la vía pública, no lo multan por dicho motivo, sino que lo multan por otro concepto.

De todas formas, hay un proyecto de ley del nuevo gobierno de ultra derecha, que pretende que a partir del primero de Enero del 2012, las drogas blandas pasen a ser ilegales nuevamente.

En fin, aclarado el tema de las drogas, debo seguir contándoles de nuestras andanzas por esta ciudad.

El tour gratuito, nos ayudó a visitar lugares y aprender muchas cosas del pueblo holandés.

Algo que si no nos lo decían, no nos dábamos cuenta, es que las casas de Ámsterdam están todas torcidas, no sólo para los costados sino también para adelante. Para los costados es porque como esta ciudad está construida en territorio ganado al mar, la tierra no es muy firme, y al ponerle mucho peso, se hunde. Es así que vemos casas totalmente torcidas, pero ninguna con rajaduras, es que las casas tienen como un esqueleto de hierro, que hace que al torcerse, se tuerza toda junta. Después están también como torcidas hacia adelante, la punta de arriba, está hacia adelante. Esto se hizo a propósito, pues antiguamente estas eran casas de comerciantes, y ponían sus mercaderías en el altillo para evitar perderlas en alguna inundación. Por lo que para evitar romper la fachada de la casa cada vez que subían las cajas, inclinaron la casa hacia delante.


Se preguntarán también por qué no las subían por las escaleras, el tema era que para ganar espacio, las escaleras se hicieron sumamente estrechas, lo que impedía subir por allí la mercadería. De hecho, las casas son también bastante angostas, en la ciudad se encuentra la casa más angosta del mundo, con apenas dos metros de ancho.

Pasamos por dicha casa, y también por la casa de Ana Frank, por si no saben quién es, Ana fue una judía que durante la Segunda Guerra Mundial era una niña, y escribió un diario contando todo acerca de lo que hacía ella y su familia escondidos en la casa de unos vecinos. Ahora es un museo, pero no entré.

Muchas anécdotas hay de Holanda en cuanto a la Segunda Guerra Mundial, pero para no aburrirlos, sólo contaré una. Resulta que al igual que en la Primera Guerra Mundial, Holanda pretendía ser neutral, y venderles armas a ambos bandos. Pero cuando la reina se reúne con Hitler para hacer negocios, Hitler le dice a la reina que además le deberá entregar su territorio en tres días. La reina se negó, y al tercer día, Rótterdam fue totalmente destruida por bombardeo nazi. Con lo que la reina se asustó, y abandonando a su pueblo, se fue exiliada a Gran Bretaña. Pese a esto, es una reina muy querida por los holandeses, y hasta el día de hoy se siguen conmemorando días festivos en su memoria.

Y aquí en Ámsterdam, pasó algo que sigue latente en la idiosincrasia de los ciudadanos de la ciudad. La idea de libertad y de igualdad. Es que en esta ciudad, la gente se reveló contra los nazis y se agruparon en su principal plaza como forma de protesta. Es que el ejército alemán cometió el error de realizar una redada a plena luz del día delante de todos. Con lo que la gente, indignada, pues los judíos eran sus vecinos y sus amigos, se revelaron, siendo el primer pueblo en hacerlo.

Después del tour, que finalizó justamente enfrente de la casa de Ana Frank con el mensaje de que somos todos libres e iguales, nos fuimos a conocer la zona roja.

Esta zona consiste en realidad en un barrio en el cual hay calles que tienen puertas de vidrio una al lado de otra, donde se exhiben mujeres ofreciendo sus servicios sexuales. Obviamente esto se ha transformado en una atracción turística, viendo a todo tipo de personas, salvo niños, paseando por estas callecitas.


Este barrio también pretende ser eliminado, por el gobierno de turno, a partir del primero de Enero de próximo año.

El último día, bajo lluvia torrencial, fuimos con Jota hasta el estadio del Ajax. Nos llamó poderosamente la atención que la autopista pasa justo por debajo del estadio.

Luego volvimos al camping donde nos quedamos todo el día. Pues ir en auto hasta el centro era caro por el parking, y para ir en transporte público, debíamos tomarnos un tren y luego un ómnibus, y como seguía lloviendo, nos quedamos tranquilos en el camping, aprontando las cosas, pues al otro día nos iríamos rumbo a Bremen, Alemania.

1 comentario:

  1. Muy entretenida crónica, y sobre el tema de las drogas en países del viejo mundo, allá tienen una mentalidad más madura al respecto y de este lado, debemos ofrecer apoyo psicológico a los adictos y solicitar regulaciones más efectivas a los gobiernos.

    ResponderBorrar