Otro de los días más esperados del viaje fue este quinto día en estas tierras indias. Es que en esta ciudad de Agra, visitaríamos uno de los mausoleos más famosos y una de las siete maravillas del mundo.
El Taj Mahal, considerado el símbolo universal del amor, fue construido en el Siglo XVI por el Emperador Shahjehan para albergar los restos de su amada Mumtaz Mahal madre de sus catorce hijos. Está construido en mármol blanco, tan puro, que si iluminamos un lado de la pared con una linterna, la luz pasa para el otro lado. Decorado también con piedras semipreciosas.
Está todo construido de forma simétrica. Por ejemplo, a la izquierda del Taj Mahal, hay una mezquita que se debió construir porque los obreros destinaban muchas horas en rezar, por lo que el emperador decidió construir una mezquita para que no se perdiera tiempo. Pero obviamente esta mezquita es impresionante, acorde a la hermosura del edificio principal del Taj Mahal. Pero a lo que quería llegar, es que como todo debía ser simétrico, se tuvo que construir del lado derecho un edificio igual a la mezquita. Pero claro, es sólo un edificio, ya que su puerta no está orientada en la dirección correcta que debe tener toda mezquita.
Lo único que no está simétrico, es la tumba del emperador, pues él pidió que cuando muera, se lo entierre junto al amor de su vida. Entonces no está simétrico porque la tumba de la reina está exactamente en el medio de la sala principal, quedando sobre un costado la tumba del emperador.
La emoción al caminar admirando esta maravilla es algo muy difícil de plasmar con simples palabras. Pero creanmé que la felicidad era inmensa y constante con cada paso. Nos quedamos dos horas contemplando semejante belleza y aprendiendo muchísimo sobre la historia de esta construcción.
Una de las cosas más impactantes fue saber, que el emperador, no satisfecho con lo que había construido, quiso hacer del otro lado del río una construcción igual, pero de mármol negro, lo que le costaría muchísimo dinero. Por eso uno de sus hijos, al ver que su padre gastaba mucho, y que él podría no llegar a heredar nada, encarceló a su propio padre en el denominado Fuerte Rojo. Aquí iríamos después del almuerzo.
El Fuerte era realmente impactante. Sus muros, su diseño. Pero lo que más queríamos ver era el lugar donde estuvo preso el propio emperador. La celda, en realidad no era una celda, no tenía rejas. Dice la historia que sólo había guardias que impedían se escape del cautiverio. La celda era una enorme habitación de mármol, con diseños parecidos a los vistos en el Taj Mahal, y desde su terraza se observaba con claridad las cúpulas blancas de la tumba de la reina.
Por eso se dice que el emperador pasó preso sus últimos ocho años de vida contemplando desde lo lejos, la tumba de su amada.
Luego de visitar estos dos lugares emblemáticos, tuvimos el resto de la tarde libre para disfrutar del lujoso hotel.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario