El segundo día en el país del oro negro, el grupo se iba en excursión para la capital Abu Dhabi. Pero yo, cuando empecé a recortar el presupuesto, había descartado este paseo. Por lo que esa mañana me levanté faltando media hora para que cerrara el desayuno. No quedaban muchos compañeros en el hotel, pues la mayoría se había ido en la excursión.
Estaba sólo desayunando, y viene un compañero y me dice que alquilaron unos autos para ir a Abu Dhabi. Tras la invitación, deboré la tostada, y salimos a buscar los autos. Éramos cuatro grupos de cinco personas cada uno. Yo iba con cuatro amigas en un Nissan Tiida, contento de poder conocer la capital, gastando menos de la mitad de lo que salía la excursión con el grupo.
Ciento cincuenta kilómetros por una ruta espectacular en medio del desierto eran los que nos separaba del destino. De más está decir que llenar el tanque no dolió en absoluto, puesto que el litro de nafta cuesta tan sólo siete pesos uruguayos.
Llegamos a la ciudad y fuimos a un shopping a almorzar. Allí conseguimos un mapa, pues no teníamos GPS, y fuimos a visitar una mezquita que nos dejó sin aliento. Es que no me cabe la menor duda que en doscientos años, va a ser como el Taj Mahal. Es que el lujo exajerado y la grandeza del lugar es algo que sólo un país con petróleo puede hacer.
Llegamos, y sin salir del asombro, entramos. Nos llama una persona de seguridad, y nos dice que debemos cambiarnos, pues íbamos muy destapados. Pero ellos nos daban la ropa. Las mujeres de negro, los hombres de blanco. En unos minutos estábamos disfrazados de árabes.
Marmol blanco con decoraciones en piedras preciosas y un diseño tan minucioso que no parábamos de maravillarnos. Duraron un poco más de un año para construída, y lograron semejante belleza.
Luego de aquí, fuimos a pasear por el centro de la ciudad, y terminamos el día en la playa. Nunca me había bañado en un agua tan caliente, salvo en las termas. Ver a las mujeres en la playa tapadas, y todavía de negro, era algo muy extraño. Qué pensarían de nuestras amigas que estaban de bickini. El agua aparte de caliente, estaba transparente y muy salada. Aquí nos qudamos viendo el atardecer. Y cuando empezó a ocultarse el sol, la policía obliga a salir del agua a todos. Pues la puesta de sol es sagrada y está prohibído estar en el agua.
Después de secarnos, emprendimos regreso a Dubai, donde otra historia comenzó...
Luego de aquí, fuimos a pasear por el centro de la ciudad, y terminamos el día en la playa. Nunca me había bañado en un agua tan caliente, salvo en las termas. Ver a las mujeres en la playa tapadas, y todavía de negro, era algo muy extraño. Qué pensarían de nuestras amigas que estaban de bickini. El agua aparte de caliente, estaba transparente y muy salada. Aquí nos qudamos viendo el atardecer. Y cuando empezó a ocultarse el sol, la policía obliga a salir del agua a todos. Pues la puesta de sol es sagrada y está prohibído estar en el agua.
Después de secarnos, emprendimos regreso a Dubai, donde otra historia comenzó...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario