lunes, 16 de mayo de 2011

VIETNAM – Día 7 – BAHÍA DE HALONG

Este día comenzó muy abrupto. Es que la noche anterior, habíamos llegado de Hoi An de madrugada y este día, nos despertaríamos con una llamada de la recepción. La cuestión es que esa llamada nunca existió, o estábamos tan cansados que no lo escuchamos. A las ocho de la mañana ya teníamos que estar desayunados arriba del ómnibus. Yo me desperté a las ocho menos diez, salté de la cama, con un brazo totalmente dormido desde el hombro hasta las uñas, y gritándole a Santiago para que se despierte, intentaba vestirme con una mano, hasta que mi brazo se reincorporó a mi cuerpo.

Logré tomar un vaso de jugo de naranja casi sin respirar, manoteé dos rodajas de pan, y corrí al ómnibus para realizar cuatro horas de viaje hasta la Bahía de Halong.

La Bahía de Halong, está declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO, y en la actualidad está como candidata a ser una de las siete maravillas naturales del mundo. En esta bahía existen más de dos mil islotes, los cuales resaltan en aguas color esmeralda.


Aquí nos embarcamos en un pequeño crucero de doce camarotes, somos veinticuatro personas. El resto de los compañeros se ubicaron en otros cruceros un poco más grandes. Realmente no nos esperábamos tanto lujo en un barco de madera. Los camarotes son un lujo, con baño en suite. El almuerzo y la cena consistieron en exquisitos frutos del mar, desde camarones, pasando por calamares, cangrejo, diferentes pescados, hasta ostras.


Ya que estoy hablando del arte culinario de esta bahía, aprovecho a contarles que aquí vive gente anclada en su bote. Se ganan la vida vendiendo bebidas y alimentos a los turistas. Es lindo ver a estos negociantes por naturaleza, ofreciéndote sus productos desde sus botecitos. Pero lo que quiero contarles es que en uno de estos botecitos había una señora con su hijita, y la pequeña, comía caracoles crudos. Tenía un alfiler de ganchos con el cual podía extraer la babosa del caparazón. Le pregunté por lenguaje de señas si me dejaba probar uno, y accedió. Me gustó, y me dio otro más grande. Fui el único que se animó a probarlo, y me encantó. Es más, le hubiese pedido más, pero no quería abusar de su amabilidad.


En cuanto al lugar, no encuentro las palabras indicadas para explicar lo hermoso y maravilloso de esta parte de Vietnam. Por eso me limito a poner fotos para intentar demostrarles la inmensidad y extraordinario de esta bahía.


Ahora me encuentro en la terraza del crucero en la compañía de Martín, Germán, Santiago y el Pollo que se acaba de ir a dormir con su novia. Estamos anclados rodeados de estas montañas que salen del agua de una manera que no se explican como llegaron aquí. Con el cielo parcialmente nublado, esperanzados de que las nubes desaparezcan a la hora del amanecer, pues dicen que desde aquí se ve uno de los amaneceres más lindos del mundo.

Escribo estas líneas sin saber si podrán leerlas, pues la mamá de Germán, se comunicó con él preocupada porque el blog aparece como dado de baja. Realmente estoy muy nervioso y ansioso por tener internet para ver si podré solucionar el problema que calculo que es por estar modificándolo desde distintos países. Veremos qué es lo que pasa. Mientras tanto sigo disfrutando de este hermosísimo lugar junto a la compañía de grandes amigos.

1 comentario:

  1. qué lugar hermoso! te felicito por los caracoles, cuántos uruguayos valientes!! voy a seguir tu blog, me lo mandó la madre de Martín. Slds.

    ResponderBorrar