Empiezo a escribir estas líneas con un problema enorme debido a la dificultad de coordinar mis dedos ante tanta emoción.
Hoy, 2 de Setiembre del 2011, cumplo seis meses desde que mi gran sueño del Viaje de Ciencias Económicas, comenzó a transformarse en realidad. Aún recuerdo aquel 2 de Marzo cuando me despedía de mis seres queridos. Con lágrima en los ojos nos decíamos adiós, y mientras pasaba aquella puerta de migraciones junto a Matías, el Chelo y Nacho, iba pensando en todo lo que me esperaba vivir, mientras iba dejando atrás a muchas personas que amo.
Es medio año, seis meses, ciento ochenta y cinco días. Vaya si es tiempo. Mirando un poco hacia mi yo interior, me he dado cuenta que he crecido y madurado muchísimo en varios aspectos. He aprendido a adaptarme a diversas situaciones, algunas de las cuales han sido situaciones límites.
Las cosas ya no las veré de la misma forma que antes. Ahora he incorporado, y he aprendido que la crítica y la aceptación, van de la mano. Que en todo lo bueno siempre existe algo malo, pero el quid de la cuestión está en darle precisamente más relevancia a lo bueno, cosa que hace lograr sentirnos más plenos y felices.
Aún me queda limar un gran defecto, el rencor. Debo desprender de todo mi ser ese sentimiento. Aceptar que las personas se equivocan, y no por eso condenarlos de por vida.
He aprendido también, que la motivación, el apoyo, el compañerismo, y la integración, son pilares fundamentales para que un grupo humando perdure con el tiempo. Aquello que decían los tres mosqueteros debe cumplirse siempre: “todos para uno, y uno para todos”.
Ya me acostumbré a andar con la cámara de fotos bajo el brazo, con la ropa arrugada dentro de la mochila, con el dinero justo para cada destino, con la permanente incertidumbre de ver dónde dormir por las noches.
Es verdad, muchos me dirán que de viajar se acostumbra cualquiera, pero son seis meses! Muchos compañeros ya se han cansado, y yo sigo con la misma energía que el primer día. Esta energía es debido no solo a mi hambre de conocer el mundo, sino también por el respeto que se merecen todos los que me han apoyado durante tanto tiempo. Siento que les debo aunque sea eso, disfrutar cada segundo fuera de Uruguay, pues esto era lo que yo quería, y lo estoy consiguiendo.
¿Cuántas personas tienen anhelos, y nunca logran alcanzarlos? Por ellos y por ustedes, sigo vibrando cada día. Mi felicidad comenzó en una pequeña bola de nieve, y ahora ya es una avalancha que parece no tener fin.
Ya viendo las letras borrosas con mis ojos empapados por esta emoción que día tras día se alimenta con todas estas vivencias, me despido agradeciendo a la vida y a todos ustedes, la posibilidad de recorrer el mundo.
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