Salimos de Sarajevo rumbo al sur de Croacia, pero antes de salir de territorio bosnio, quisimos conocer otra ciudad de este país.
Cuando empezamos a hacer ruta, e incursionamos en la parte de Herzegovina, el paisaje era espectacular. Nunca nos hubiésemos imaginado que las montañas, los lagos, y las casas en sus orillas serían parte de este país. Inmediatamente se nos vinieron a la mente las imágenes de los paisajes de Nueva Zelanda y de Noruega, muy parecidos a los paisajes que ahora estábamos contemplando.
Detuvimos el auto en más de una oportunidad, es que nuestro asombro quería tener aunque sea un mínimos contacto con el ambiente. Bajamos, estiramos las piernas mientras nuestros pulmones se llenaban de aire puro y saludable. Nos sacábamos fotos, y seguíamos viaje.
Nada tenía que ver este paisaje y este ambiente con el que contemplamos aterrorizados cuando entramos al país por el norte. Ahora lo abandonábamos por el sur oeste, y la vista era un placer.
Al cabo de dos horas, llegamos a la ciudad de Mostar. Es un lugar muy pintoresco, perteneció al imperio otomano, y luego al austrohúngaro. La principal característica de la ciudad, es un puente medieval que une dos partes de la ciudad, el oeste donde viven los católicos croatas, y el este donde se encuentran los musulmanes bosnios.
Pero al igual que en Sarajevo, en Mostar, también hubo una guerra. Al principio, ambas partes de la ciudad se unieron para expulsar a los serbios de la ciudad. Una vez conseguido este objetivo, se declaró un nuevo conflicto entre los croatas y los bosnios para tomar el control de la ciudad. Fue así, que en 1993, los croatas destruyen este puente que por siglos los había unido. Derrumbándose junto con él, un símbolo de convivencia entre culturas, de la que la ciudad siempre había sido un claro ejemplo.
En el 2004, con fondos de la UNESCO, se reconstruye el puente, y la ciudad retoma la vida, volviéndose a permitir el paso de un lado a otro de cualquier persona, sin importar su procedencia étnica.
Fue por este reciente conflicto que aún se veían, al igual que en Sarajevo, los revoques reventados de las balas que apenas veinte años atrás, cortaban el aire.
Después de recorrer la zona de este puente, seguimos viaje hasta Croacia, más precisamente hacia Split, ciudad balnearia al sur de dicho país.
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