Como en el hostal de Riga teníamos el desayuno incluido, se nos hizo imposible salir temprano hacia Lituania. Desayunamos muy bien, y a eso de las diez de la mañana partimos, bajo una intensa lluvia, hacia el último país báltico.
Durante el camino, nos surgió la duda de a dónde ir, si a Kaunas, ciudad que teníamos en el itinerario, o a Vilnius ciudad capital. Al final, nos decidimos por la primera, pues nuestro siguiente destino era Varsovia, Polonia, y quedaba mucho más cerca si íbamos para Kaunas.
Al llegar, nos encontramos con una ciudad muy poco pintoresca, casas descuidadas, paredes grafiteadas, y poca gente caminando por las calles.
Paseamos por un barrio universitario, con una gran iglesia, y una larga peatonal, donde pudimos ver más gente que en el resto de la ciudad. También fuimos al centro histórico, el cual es muy pequeño, sólo una plaza y algo más. Cerca de allí, la mayor atracción turística, un castillo medieval.
Al cabo de unas horas habíamos conocido esta ciudad, y luego de la duda de si quedarnos a dormir aquí o no, Santiago tiró la idea de empezar a ganar kilómetros hacia Varsovia, pues son cinco horas de viaje.
Ahora voy escribiendo estas líneas en el asiento de atrás del auto mientras Jota va al volante después de las dos horas de piloto de Santiago. En un rato manejará Pablo, así nos vamos turnando todos, y no se nos hace pesado tantas horas de ruta.
Una peculiaridad de Lituania es que se está jugando la Copa Europea de Básquetbol, cosa que hacía que todos los autos tuviesen la bandera de su país en la ventana.
Los entendidos de este deporte sabrán que Lituania es una potencia del básquetbol mundial.
En fin, ya dejamos atrás a Estonia, Letonia, y Lituania. Pensar que antes sólo divisábamos a éstos países en el mapa, y ahora tuvimos la oportunidad de conocer sus principales ciudades.
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