Tan bien la pasamos en la fiesta, que al otro día no quedó lugar para pasarla bien. Es que demasiado alcohol, no permitió que mi cuerpo reaccionara a las órdenes que le mandaba mi cerebro. Y en vez de salir a pasear, me quedé deambulando en el hotel, entre la piscina y la cama para descansar y recuperar energías. De todas formas, hacía días que mi cuerpo pedía un descanso a gritos, y este fue el día para ello.
Por la tardecita, con el cuerpo en un mejor estado, salí a caminar y a realizar alguna compra por las callejuelas de Hoi An.
Al otro día, nos iríamos al mediodía a Hanoi, capital de Vietnam. Pero el vuelo se atrasó cinco horas, con lo que no hicimos más que piscina en el hotel. Cuando ya nos aprontábamos, no informan que aún no podían arreglar un desperfecto del avión, con lo que debíamos esperar a que llegue otro de otro lugar.
La cuestión es que son las nueve de la noche y estoy en el aeropuerto esperando al avión, que al final no sabemos si es uno nuevo, o el roto reparado. Tal vez hoy fue un día perdido, pero si lo vemos desde el punto de vista de que sumamos otro día más de descanso, es muy positivo.
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