Subo al cuarto esperando encontrarme con algún compañero, abro la puerta y lo único que oí, fue el ruido de la puerta al cerrar detrás de mi; ningún “Hola Juanchi!”. Después de dejar las cosas en la lujosa habitación, bajé al lobby, (porque ahora en los hoteles no son más recepciones, se les llama de forma glamorosa y asquiante “lobby”) en busca de wi fi para poder avisar a los míos que había llegado bien al hotel del Grupo.
Estaba escribiendo un mail a la tía de una compañera que me había encontrado en la tarde, cuando levanto la vista, y como si viera al mismísimo Dios delante de mi, veo el uniforme del grupo con la banderita uruguaya en la manga derecha, y voy en busca de compañeros que al fin empezaron a llegar.
Empezamos el famoso ping pong de preguntas y respuestas, que dónde estuviste, que qué fue lo que más te gustó, que con quién viajaste, con quién te encontraste, y tantas preguntas que hicieron que pasaran los minutos hasta la llegada de la mayoría de los cincuenta y seis que somos en China.
En ese grupo, llegarían dos buenas amigas que me dejó la Facultad, Alejandra y Mariana. Fue muy lindo encontrarse con ellas, empezar a compartir el comienzo de la Etapa II de mi viaje con ellas es algo que reconforta y mucho.
Tras largas charlas que hicieron ponernos al día de los sueños que habíamos logrado hacer realidad, nos fuimos a descansar para afrontar el primer día en el Grupo de Viaje, el que sería mi segundo día en Beijing.
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