El hostal queda en uno de los barrios con más movimiento nocturno de la ciudad: Kings Cross. Mucha gente caminando por la calle principal de este barrio. Todos vestidos con un glamour que hacían sentirnos sapos de otro pozo, pues nosotros seguíamos con los mismos championes y vaqueros de siempre, pero claro, eso sólo lo sabíamos nosotros, por lo que salimos a la calle con la frente en alto dispuestos a divertirnos. Nuestra diversión consistía en ver a la gente pasar, como los veteranos que paran sus autos en la ruta para ver pasar tan sólo más autos y así divertirse todo el día.
En el hostal también había un descontrol importante. En el primer piso, todo el mundo tomando alcohol, con música al mango, hablando todos los idiomas habidos y por haber. Después de un rato, me fui al cuarto piso donde queda nuestro dormitorio (en el cual dormimos doce personas), me puse los tapones de oídos que me robé del avión, y dormí plácidamente sin que el ruido del hostal y de la calle alterara mi sueño.
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