Llegamos a Lausana pasadas las cinco de la tarde, paseamos un rato en auto, y cerca de las siete nos fuimos a la casa de Matías.
Como les comentaba en la publicación anterior, los chiquilines conocieron en Los Ángeles, allá en Estados Unidos cuando recién comenzaban su viaje, a Matías, argentino que siempre vivió en Lausana, ciudad cercana a Francia.
Llegamos a su casa, y allí tuve el privilegio de conocerlo. Pero también tuvimos el placer de conocer a sus padres y hermanos.
Nos instalamos en un dormitorio muy amplio y cómodo. Nos duchamos, y luego, mientras conversábamos reunidos como en familia en la mesa de la cocina, comíamos una exquisita pisa.
Yo en la semana, que me había encontrado con mis padres y mi hermana, había vuelto a experimentar lo maravilloso que es el simple detalle de sentarse alrededor de una mesa y compartir una cena. Pero los chiquilines, desde que salieron de Uruguay, no habían tenido la oportunidad, y disfrutaron como si hubiesen estado en su propia casa.
Esa misma noche, después de cenar, nos fuimos a la casa de unos amigos de Matías. ¿Qué contarles de todos ellos? Creo que hacía muchísimo tiempo no veíamos gente tan simpática y amigable como ellos. Si bien hablaban francés, y otros italiano pues venían del sur de Suiza para estudiar en la universidad, muchos hablaban un poco de español, y podíamos comunicarnos fácilmente, o sino mediante inglés, y en el peor de los casos, Matías nos hacía de intérprete.
La cuestión es que nos encontramos en una casa de estudiantes universitarios, muchos de los cuales ya se recibieron de geólogos o de biólogos, tomando cerveza, vino y una bebida típica de suiza cuyo nombre no recuerdo, pero su sabor era espantoso. Compartimos un momento increíble, muy divertido y entretenido. Luego nos fuimos a bailar a una discoteca hasta que nuestros cuerpos dijeron basta, y nos fuimos a descansar.
Al otro día me levanté con una duda muy grande, pues fue como que se me tambaleó la estantería después de lo vivido el día anterior; es que la idea que tenía sobre la idiosincrasia del suizo, no encajaba con lo extrovertido de las personas que habíamos conocido.
Es verdad que Matías y su familia son de Argentina, pero sus amigos son en su mayoría suizos, y no encajaban en el esquema que tenía formado. Tal vez la explicación radique en la juventud, no lo sé. Pero ya se me es difícil explicar el estereotipo de un ciudadano de este diminuto país ubicado en el centro del viejo continente.
Nos levantamos tarde, prácticamente a la hora del almuerzo. Otra vez reunidos como en familia, comimos carne de ciervo con verduras.
Es increíble como valora uno el hecho de estar compartiendo una mesa con personas tan sencillas y amables lejos de nuestra casa. Realmente hicieron que la distancia con Uruguay, disminuyera con el trato que nos dieron.
Después de almorzar y de una linda sobremesa, donde hablamos de todo; desde nuestro viaje, pasando por nuestros proyectos a corto y mediano plazo, hasta de fútbol y economía; nos fuimos a pasear por el centro de Lausana donde Matías nos hizo de guía turístico.
Es una ciudad muy linda, con un gran lago y los Alpes que se divisa en el horizonte. Aquí en Suiza parece que todas las ciudades están predestinadas a ser hermosas.
Fuimos a un café, donde conocimos a otro hermano de Matías. Después volvimos a su casa, pues íbamos a comer fondue y la compartiríamos con unos amigos. Qué rico!
Más allá de haber conocido otra ciudad muy bonita de Suiza, lo que más valoro, y quiero resaltar en esta publicación, es lo bien que nos recibieron, no sólo Matías, sino también su familia y amigos. Nos hicieron sentir realmente como en nuestra propia casa. Y creanmé que después de siete meses de viaje, sentirte como en casa, es como recuperar el aliento.
Siempre digo que lo bueno de viajar no sólo es conocer lugares lindos, sino también conocer personas espectaculares como la que nos acogieron aquí en Lausana. Ellos formaron parte de mi viaje, de mi sueño, y les estaré eternamente agradecido.
Hola Juanchi,
ResponderBorrarFue un gustazo tenerlos a los 4 acá. No duden en volver a Lausana o si necesitan algo durante el viaje, no duden en preguntar.
Mis padres, hermanos y todos mis amigos estuvieron muy contentos de haberlos conocido. Se los extraña: Nicolas ya no tiene a quien contarle el chiste de Lola, mi viejo ya no puede más contarles las hazañas de Estudiantes de la Plata y ante todo mi amigo Geógrafo ya no sabe con quién convidar esa bebida típica Suiza que se llama “SUZE” (que es un asco).
Gracias por haber venido a Lausana. Durante un fin de semana pudimos hacer parte de vuestra aventura y de cierta manera viajar con ustedes. Santiago, Pablo y Jota dirán probablemente que me estoy volviendo filósofo. Haha!
Qué sigan bien. Un abrazo grande!
Nos veremos en algún lugar en el mundo...
Muy Bueno
ResponderBorrarEN San José de Uruguay pordrás conseguir el mejor hotel de campo en colonia llamado Don Joaquín
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