martes, 19 de julio de 2011

TURQUÍA – Día 7 – EFESOS y KUSADASI

Por la mañana, ya extenuados, fuimos a Efesos, donde se encuentra la casa donde vivió y murió la Virgen María. Esta historia es muy atractiva, pues nunca se supo con certeza dónde había vivido sus últimos días de vida. Pero la cuestión es que una monja alemana que nunca salió de su pequeño pueblo, tenía constantemente sueños de la Virgen María. Una vez en uno de sus sueños, vio la casa donde vivía y el paisaje que la rodeaba. Se escribió un libro sobre los sueños de dicha monja, y tras su éxito, los investigadores llegaron a Efesos, donde encontraron escondidos, los cimientos de una casa del siglo primero después de Cristo. Dichos cimientos concordaban con la posición de las habitaciones de la casa soñada.

Los dos últimos Papas, Pablo VI y Juan Pablo II, al igual que el actual Benedicto VI, realizaron misas en la humilde iglesia que fue construida sobre los cimientos de la casa, como avalando el sueño de la monja alemana.

Allí también hay una fuente natural de agua, la cual al nacer en la zona, todos la consideran como bendita. Por lo tanto se abre la canilla, y se mojan la cara y las manos. También se escriben deseos y se pegan en una pared para que la Virgen cumpla con sus peticiones.

De aquí bajamos la montaña, y fuimos a ver las antiguas ruinas de Efesos. Con un sol que derretía la piel, recorrimos lo que alguna vez fue una ciudad muy importante, tanto a nivel religioso, cultural, como comercial. Fue una sensación increíble ir caminando y poder tocar esas columnas de mármol. Cómo a pesar del tiempo, siguen impactando y atrayendo a miles de turistas. Muchas estatuas y objetos allí hallados, se encuentran en el Museo de la ciudad, al cual iríamos como último paseo.

Pero previo a ir al Museo, fuimos a la Basílica de San Juan Bautista. Realmente estábamos tan cansados de tanto sol, que no le dimos la importancia que se merece dicha Basílica. La recorrimos rápidamente como queriendo escapar del sol, y nos fuimos al museo.


En el museo quedamos nuevamente impactados con las cosas que se hallaron en donde hacía apenas una hora habíamos estado. Esas estatuas son hermosísimas. Tan perfectas que asustan. Fue un lindo recorrido por un museo que nos advertía de las hermosas ruinas que veremos en Grecia.

Al fin llegamos al hotel que se encuentra en la ciudad portuaria de Kusadasi. Una ciudad lindísima, con un puerto lleno de cruceros. 

Aquí disfrutamos de su piscina con vista al Mar Egeo, y cenamos al aire libre con la misma vista. Salimos un rato al centro. Mucha gente, muchos turistas, todo muy pintoresco. Desde aquí ya se divisaban las luces de la isla de Samos en Grecia, es que está muy cerca. Y así desde esta hermosa ciudad de Kusadasi, despediríamos Turquía por la mañana.

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