Acá en El Nido, las mejores playas, están escondidas en las islas cercanas. Por eso, se cuentan con cuatro tours para hacer los cuales duran todo el día, el tour A, B, C y D respectivamente. Cada uno te lleva a distintas playas, y como son de nueve de la mañana a cinco de la tarde, incluyen el almuerzo.
Este sexto día en Filipinas, segundo en El Nido, decidimos realizar el tour A. Salimos embarcados en los típicos botes filipinos rumbo a conocer playas que de sólo verlas, te imaginas estar formando parte de una postal, o de esos fondos de pantalla que tanto solemos usar en nuestros monitores, como queriendo algún día estar allí.
Mientras íbamos hacia Small Lagoon, veíamos el largo trecho que habíamos remado el día anterior en los kayaks. El nombre de esta playa es porque sobre un costado de la misma, se forma una laguna pequeña de agua totalmente verde, y al sumergirte, es totalmente transparente.
Después de nadar por allí, nos dirigimos a Big Lagoon, ésta, no es una playa, sino que entras como por un pasillo entre altos acantilados, y al fondo una laguna enorme de un color azúl tan intenso como hermoso.
De allí nos fuimos a Secrtet Laggon, donde almorzamos. Ésta playa con palmeras de coco y arenas blancas hizo que saquemos tantas fotos como nunca; es que parecía que cada lugar que llegábamos era más lindo que el anterior, aquí la belleza nunca acaba.
En esta playa almorzamos costillas de cerdo, con arroz (acompañamiento que nunca falta en el este asiático), y también degustamos unos exquisitos calamares.
Después de almorzar, nos fuimos a conocer la razón del nombre de esta playa. Es que hay una laguna escondida, por eso el nombre de “Secreta”. Nos metimos al agua, y por un agujero de no más de un metro de diámetro, nos metimos, y allí estaba una piscina rodeada de acantilados puntiagudos.
Después de un buen rato, nos llevaron a Zimisu Beach, que en realidad nunca pisamos la arena, porque la idea en realidad es tirar las sobras del almuerzo a unos cuarenta metros de la orilla, para que miles de peces vengan a alimentarse mientras nosotros los observamos haciendo esnorquel a centímetros de ellos.
Nos sumergíamos y te sentías como un pez más. Rodeados de peces de colores y de un agua tan transparente como el aire, pero a su vez tan azul como el cielo. Era como estar en una pecera gigante.
La diferencia de este esnorquel con el realizado en Honda Bay, es que en Honda Bay, había corales enormes por entre los cuales nadábamos, pero en este de El Nido, era como estar en una piscina, no teníamos que estar esquivando los filosos y peligrosos corales.
Por último, nos dirigimos a una playa denominada Comando Beach, en donde había un barcito en donde vendían los cocos que sacaban de las palmeras allí erguidas. Ya cansado y quemado, pues no me había puesto bronceador, volvimos a nuestro hotel con esas playas grabadas en nuestras retinas para siempre.
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