La mañana en Ubud nos recibió con un diluvio que parecía no cesar y nosotros teníamos que volver a Kuta, a unos 25 km de distancia. Pero para esperar que pare la lluvia teníamos una actividad muy importante: ver el partido del Club Nacional de Fútbol contra el Fluminense por la Copa Libertadores de América.
Fuimos a las nueve de la mañana al restaurante al lado de nuestro hotel, en busca de un wi fi veloz que nos permitiera ver sin interrupciones todo el partido. Nacho, el Chelo y yo nerviosos, cantando junto con la hinchada que se encontraba al otro lado del planeta. Matías, manya empedernido esperando un gol de los brasileros.
Gran susto se pegaron los mozos cuando gritamos el primer gol, y ni les cuento el segundo! Ahora seguimos con chance de clasificar a los octavos de final. Veremos qué es lo que pasa.
Culminado el partido, la lluvia cesó, pero el cielo seguía encapotado con nubes amenazantes. Nosotros debíamos llegar antes de la una de la tarde a Kuta, pues teníamos que devolver las motos y retirar las mochilas de un cuarto del hotel, el cual habíamos pagado entre veintitrés compañeros para dejar el equipaje mientras nos íbamos a recorrer Bali en moto.
Por suerte, no fue hasta faltando unas cuadras, que se largó a llover torrencialmente. La cuestión es que llegamos empapados, pero a la una en punto, hora límite de llegada.
Aquí nos encontramos con Martín Cervini, alias el Ciervo que viene de recorrer la costa de oro australiana. El Ciervo se suma al plantel para pasar a ser cinco los compañeros de viaje hasta Filipinas inclusive.
Por la noche, los chiquilines salieron a divertirse, pero yo con un poco de dolor en la garganta (no sé si era por gritar los goles del partido, o por mojarnos con la lluvia), me acosté temprano para descansar.
El último día en Bali, se despide con lluvia. Aprontamos las mochilas, y nos tomamos un taxi hasta el aeropuerto para dirigirnos a nuestro nuevo destino: Yakarta.
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